Silver D. Syxel
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15-09-2024, 02:43 AM
Silver mantenía su expresión neutral mientras escuchaba a Bronz, analizando cada palabra entre el caos de oraciones del homeópata borracho. La historia del "Death of Hopes" probablemente tendría más de leyenda maldita que de realidad, pero él había aprendido a no descartar ningún relato. La mención de "Adversidad" capturó su atención, y aunque la incredulidad asomaba en su mente, no podía ignorar por completo lo que decía el viejo borracho.
Mientras seguía atento a las palabras de Bronz, un golpe sordo resonó a lo lejos, acompañado del sonido de algunas maderas rompiéndose. El pirata levantó una ceja, pero no se molestó en girarse para mirar. En un barco de aquel calibre, esos ruidos no eran inusuales, y sus prioridades estaban centradas en sacar la mayor cantidad de información posible antes de que aquel pobre hombre quedara completamente incapacitado por el alcohol.
—Este barco tiene más de lo que aparenta... —comentó Syxel, con un tono de falsa incredulidad que incitaba a su interlocutor a seguir hablando—. Y si ese monstruo es tan terrible como dices, ¿cómo es que seguís vivos para contarlo?
Bronz dejó escapar una risa ahogada, dando otro trago antes de responder, tambaleándose ligeramente sobre sus propios pies.
—Suerte, tal vez... O tal vez "Adversidad" no se ha cansado de nosotros aún... Hip... Este barco sigue flotando por algo, ¿no?
Su contestación dejaba más preguntas que respuestas, pero empujar demasiado rápido solo haría que el homeópata se cerrara o se emborrachara más de lo que ya estaba. Manteniendo la calma, el capitán se apoyó en la barandilla del barco, fingiendo una despreocupación que le permitía seguir jugando su papel.
—Suerte... —murmuró, antes de observar cómo Bronz se dejaba caer sobre un cajón cercano, aferrado a su botella como si fuera lo único que lo mantenía en este mundo.
En ese momento, otro ruido sacudió el ambiente. Esta vez era más claro: el sonido de un forcejeo, seguido por gritos apagados. Silver giró la cabeza con lentitud y vio a Balagus aparecer en cubierta, persiguiendo a otro individuo que intentaba escapar torpemente. Pero el capitán decidió no apartar su atención de Bronz. Confiaba en que su compañero podría manejar la situación y, a menos que fuera absolutamente necesario, no se involucraría en ese momento.
—Ánimo, grandullón —murmuró para sí mismo, con una media sonrisa, mientras volvía a enfocarse en su conversación.
El silencio que siguió le dio unos instantes para buscar la mejor forma de continuar. Sin embargo, llegados a ese punto, lo que más le llamaba la atención no era tanto la amenaza de la criatura, sino lo que el barco representaba. Sin olvidar el hecho de que ese hombre parecía ser más de lo que aparentaba a simple vista.
—Dime, Bronz —continuó, inclinándose un poco hacia él—, esas cicatrices en tu espalda, ¿también son obra de la criatura que vamos a cazar?
El hombre levantó la vista, su mirada notablemente borrosa intentaba enfocarse en el capitán. La botella temblaba en sus manos, pero pareció recuperar algo de seriedad, como si el peso de la pregunta hubiera logrado atravesar su ebriedad momentáneamente.
Mientras seguía atento a las palabras de Bronz, un golpe sordo resonó a lo lejos, acompañado del sonido de algunas maderas rompiéndose. El pirata levantó una ceja, pero no se molestó en girarse para mirar. En un barco de aquel calibre, esos ruidos no eran inusuales, y sus prioridades estaban centradas en sacar la mayor cantidad de información posible antes de que aquel pobre hombre quedara completamente incapacitado por el alcohol.
—Este barco tiene más de lo que aparenta... —comentó Syxel, con un tono de falsa incredulidad que incitaba a su interlocutor a seguir hablando—. Y si ese monstruo es tan terrible como dices, ¿cómo es que seguís vivos para contarlo?
Bronz dejó escapar una risa ahogada, dando otro trago antes de responder, tambaleándose ligeramente sobre sus propios pies.
—Suerte, tal vez... O tal vez "Adversidad" no se ha cansado de nosotros aún... Hip... Este barco sigue flotando por algo, ¿no?
Su contestación dejaba más preguntas que respuestas, pero empujar demasiado rápido solo haría que el homeópata se cerrara o se emborrachara más de lo que ya estaba. Manteniendo la calma, el capitán se apoyó en la barandilla del barco, fingiendo una despreocupación que le permitía seguir jugando su papel.
—Suerte... —murmuró, antes de observar cómo Bronz se dejaba caer sobre un cajón cercano, aferrado a su botella como si fuera lo único que lo mantenía en este mundo.
En ese momento, otro ruido sacudió el ambiente. Esta vez era más claro: el sonido de un forcejeo, seguido por gritos apagados. Silver giró la cabeza con lentitud y vio a Balagus aparecer en cubierta, persiguiendo a otro individuo que intentaba escapar torpemente. Pero el capitán decidió no apartar su atención de Bronz. Confiaba en que su compañero podría manejar la situación y, a menos que fuera absolutamente necesario, no se involucraría en ese momento.
—Ánimo, grandullón —murmuró para sí mismo, con una media sonrisa, mientras volvía a enfocarse en su conversación.
El silencio que siguió le dio unos instantes para buscar la mejor forma de continuar. Sin embargo, llegados a ese punto, lo que más le llamaba la atención no era tanto la amenaza de la criatura, sino lo que el barco representaba. Sin olvidar el hecho de que ese hombre parecía ser más de lo que aparentaba a simple vista.
—Dime, Bronz —continuó, inclinándose un poco hacia él—, esas cicatrices en tu espalda, ¿también son obra de la criatura que vamos a cazar?
El hombre levantó la vista, su mirada notablemente borrosa intentaba enfocarse en el capitán. La botella temblaba en sus manos, pero pareció recuperar algo de seriedad, como si el peso de la pregunta hubiera logrado atravesar su ebriedad momentáneamente.