Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
15-09-2024, 08:02 PM
La llegada del mensajero fue cuanto menos inesperada, una interrupción que lejos de aliviar a la oni o sus pensamientos tan solo la atribuló hasta un nivel superior, si es que eso era posible aquel día. Se quedó mirando al chico con un gesto no muy amigable, aunque era más por la confusión de verle comportarse así que porque estuviera molestándoles. A decir verdad, quizá fuera la reacción más normal que podía surgir en alguien que se topase con el escualo y ella juntos por primera vez. Debía resultar intimidante cuanto menos.
—Gracias.
No añadió mucho mas hasta que el chico volvió sobre sus pasos para desaparecer de la vista de ambos marines. Le resultaba extraño que la capitana hubiera mando a alguien con una carta en lugar de, simplemente, a convocarla. Eso solo podía significar una cosa: quería decirle algo que solo ella pudiera ver, sin intermediarios que pudieran sacar algún tipo de información del mensaje. Abrir el sobre y leer el contenido de la carta tan solo confirmó sus sospechas, pues quería no solo que fuera hasta su despacho sino que llevara con ella a cualquiera que supiera de esta situación. Su rostro perdió algo de color en el proceso, tan solo alzando la vista cuando Octojin le llamó la atención.
—Vamos al despacho de la capitana. Esto no me gusta —se limitó a decirle, poniéndose en pie y doblando la carta para guardársela a buen recaudo. Ya se desharía de ella más tarde.
El trayecto hasta el despacho de Beatrice no fue largo, aunque el silencio que se formó entre ambos caía por su propio peso. No es que fuera incómodo, simplemente no tenían demasiado que decir en esas circunstancias. Los pensamientos de Camille se agolpaban en su cabeza, dándole vueltas a todas las posibilidades que pudieran ocurrírsele. Desde que pudiera haberle ocurrido algo al viejo Hans hasta que hubiera nuevas pistas en lo que respectaba a la puñetera cajta. Fuera lo que fuese, estaban a punto de averiguarlo.
Desde el preciso instante en que cruzaron la puerta del despacho de la capitana, podía sentirse cómo la tensión se había adueñado del aire. Las indicaciones de Beatrice para que cerrasen al entrar tan solo acentuaban este hecho más que palpable. Con calma se acercaron hasta su escritorio. En cualquier otro momento, la situación podría haber llegado a ser divertida; después de todo, ver a un gyojin de más de cuatro metros intentando encajarse en un despacho era cuando menos digno de ver, pero aquel día no había broma o jocosidad que tuviera lugar en la sala. La mujer les observó con dureza y explicó el motivo por el que les —en realidad solo a ella— había convocado, lanzando después una pregunta tan franca como inclemente. Camille torció el gesto.
—Mi confianza en él es plena —sentenció la oni rotundamente, mirándola fijamente a los ojos—.
Una vez hubieron aclarado ese punto, empezaron a teorizar sobre las posibilidades. Habían asesinado a uno de los marines que se encargaba de custodiar los archivos y la caja había desaparecido, algo que solo parecía factible si el culpable conocía la base y podía moverse por ella sin levantar sospechas. Después de todo, infiltrarse en el G-31 a plena luz del día no parecía siquiera posible con tantos ojos observando, pero debía reconocer que lo había hecho en un momento en que la fortaleza se había quedado particularmente vacía. Eso también reducía el cerco para encontrar al culpable, ya que la lista de sospechosos se volvía aún más corta. Miró a Octojin un momento mientras este dejaba claro que no lo había comentado con nadie, tras lo cual respondió ella.
—Por mi parte tan solo lo sabemos nosotros tres, el propio Hans y los marines encargados del archivo. Podría dar una descripción de la persona que se encontraba en turno aquella noche, pero para saber con exactitud quién era debería valer con revisar los fichajes y turnos de aquel día —sugirió, dándole a la máquina de pensar que era su cabeza mientras pensaba en las posibilidades—. Por otro lado, dado que era muy tarde, no recuerdo que hubiera nadie más que el personal de los archivos y yo en el momento de la entrega.
Después de eso guardó silencio, dándole tiempo a la capitana para que respondiera a las preguntas de su compañero. Tenía razón en que aquellos detalles podían ser importantes. Si había sido alguien a quien la víctima conocía, el cerco podría estrecharse incluso más, ya que tendría que tener algún vínculo con el culpable que le hubiera hecho bajar la guardia. O, al menos, un motivo por el que no fuera sospechoso que se encontrase en los archivos. Eso le dio otra idea a Camille.
—Aunque no se lo dijéramos a nadie, en el archivo de pruebas debe haber un registro que indique lo que sale y entra, de modo que debieron dejar una descripción detallada de lo que quedaba bajo custodia —empezó a explicar, mirando alternativamente a Beatrice y a Octojin. Hizo una pausa para que siguieran su corriente de pensamiento y siguió—. Eso quiere decir que cualquier persona que trabaje allí tiene acceso a ese registro, de modo que sabría cuándo entró y en qué zona se dejó almacenada la caja. También debería reflejarse las personas que han depositado o extraído pruebas, de modo que sabríamos quiénes han tenido que acercarse con «coartada». Creo que es un buen hilo del que empezar a tirar. Capitana, solicito permiso para acceder a los fichajes del personal del archivo de estos días y al registro de entrada y salida de pruebas.
No estaba completamente segura de si esto les solventaría la totalidad de sus dudas, pero confiaba en que con esa información pudieran encontrar algo que les ayudara a encaminarse hacia el culpable. Tras decir esto le dedicó una mirada a Octojin, seria pero que transmitía confianza en él. Después de todo, en esa sala se reunían las únicas personas de las que sabía que podía fiarse.
—Gracias.
No añadió mucho mas hasta que el chico volvió sobre sus pasos para desaparecer de la vista de ambos marines. Le resultaba extraño que la capitana hubiera mando a alguien con una carta en lugar de, simplemente, a convocarla. Eso solo podía significar una cosa: quería decirle algo que solo ella pudiera ver, sin intermediarios que pudieran sacar algún tipo de información del mensaje. Abrir el sobre y leer el contenido de la carta tan solo confirmó sus sospechas, pues quería no solo que fuera hasta su despacho sino que llevara con ella a cualquiera que supiera de esta situación. Su rostro perdió algo de color en el proceso, tan solo alzando la vista cuando Octojin le llamó la atención.
—Vamos al despacho de la capitana. Esto no me gusta —se limitó a decirle, poniéndose en pie y doblando la carta para guardársela a buen recaudo. Ya se desharía de ella más tarde.
El trayecto hasta el despacho de Beatrice no fue largo, aunque el silencio que se formó entre ambos caía por su propio peso. No es que fuera incómodo, simplemente no tenían demasiado que decir en esas circunstancias. Los pensamientos de Camille se agolpaban en su cabeza, dándole vueltas a todas las posibilidades que pudieran ocurrírsele. Desde que pudiera haberle ocurrido algo al viejo Hans hasta que hubiera nuevas pistas en lo que respectaba a la puñetera cajta. Fuera lo que fuese, estaban a punto de averiguarlo.
Desde el preciso instante en que cruzaron la puerta del despacho de la capitana, podía sentirse cómo la tensión se había adueñado del aire. Las indicaciones de Beatrice para que cerrasen al entrar tan solo acentuaban este hecho más que palpable. Con calma se acercaron hasta su escritorio. En cualquier otro momento, la situación podría haber llegado a ser divertida; después de todo, ver a un gyojin de más de cuatro metros intentando encajarse en un despacho era cuando menos digno de ver, pero aquel día no había broma o jocosidad que tuviera lugar en la sala. La mujer les observó con dureza y explicó el motivo por el que les —en realidad solo a ella— había convocado, lanzando después una pregunta tan franca como inclemente. Camille torció el gesto.
—Mi confianza en él es plena —sentenció la oni rotundamente, mirándola fijamente a los ojos—.
Una vez hubieron aclarado ese punto, empezaron a teorizar sobre las posibilidades. Habían asesinado a uno de los marines que se encargaba de custodiar los archivos y la caja había desaparecido, algo que solo parecía factible si el culpable conocía la base y podía moverse por ella sin levantar sospechas. Después de todo, infiltrarse en el G-31 a plena luz del día no parecía siquiera posible con tantos ojos observando, pero debía reconocer que lo había hecho en un momento en que la fortaleza se había quedado particularmente vacía. Eso también reducía el cerco para encontrar al culpable, ya que la lista de sospechosos se volvía aún más corta. Miró a Octojin un momento mientras este dejaba claro que no lo había comentado con nadie, tras lo cual respondió ella.
—Por mi parte tan solo lo sabemos nosotros tres, el propio Hans y los marines encargados del archivo. Podría dar una descripción de la persona que se encontraba en turno aquella noche, pero para saber con exactitud quién era debería valer con revisar los fichajes y turnos de aquel día —sugirió, dándole a la máquina de pensar que era su cabeza mientras pensaba en las posibilidades—. Por otro lado, dado que era muy tarde, no recuerdo que hubiera nadie más que el personal de los archivos y yo en el momento de la entrega.
Después de eso guardó silencio, dándole tiempo a la capitana para que respondiera a las preguntas de su compañero. Tenía razón en que aquellos detalles podían ser importantes. Si había sido alguien a quien la víctima conocía, el cerco podría estrecharse incluso más, ya que tendría que tener algún vínculo con el culpable que le hubiera hecho bajar la guardia. O, al menos, un motivo por el que no fuera sospechoso que se encontrase en los archivos. Eso le dio otra idea a Camille.
—Aunque no se lo dijéramos a nadie, en el archivo de pruebas debe haber un registro que indique lo que sale y entra, de modo que debieron dejar una descripción detallada de lo que quedaba bajo custodia —empezó a explicar, mirando alternativamente a Beatrice y a Octojin. Hizo una pausa para que siguieran su corriente de pensamiento y siguió—. Eso quiere decir que cualquier persona que trabaje allí tiene acceso a ese registro, de modo que sabría cuándo entró y en qué zona se dejó almacenada la caja. También debería reflejarse las personas que han depositado o extraído pruebas, de modo que sabríamos quiénes han tenido que acercarse con «coartada». Creo que es un buen hilo del que empezar a tirar. Capitana, solicito permiso para acceder a los fichajes del personal del archivo de estos días y al registro de entrada y salida de pruebas.
No estaba completamente segura de si esto les solventaría la totalidad de sus dudas, pero confiaba en que con esa información pudieran encontrar algo que les ayudara a encaminarse hacia el culpable. Tras decir esto le dedicó una mirada a Octojin, seria pero que transmitía confianza en él. Después de todo, en esa sala se reunían las únicas personas de las que sabía que podía fiarse.