Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
15-09-2024, 11:50 PM
Caer es relativamente común para mí, en más de una ocasión acababa dejándome caer de algunos lugares lo suficientemente altos, era divertido, sentir el vértigo de arrojarme con las alas plegadas y posteriormente abrir las alas poco a poco para poder planear y montar las corrientes de aire más cercanas, evitando activamente aquello que podía hacerme descender, al menos hasta que tuviera deseos de hacerlo, sin embargo, rara vez me agradaba pisar tierra sino era necesario, para comer, descansar o conseguir lo que necesitaba, viajar en barcos por semanas o meses no contaba como “tierra” el mar siempre resultaba ser más tranquilizador de lo que esperaba, si ignoraba a mis compañeros, a las tripulaciones que acompañaba. Claro que el hecho de caer al oscuro abismo, sin saber con certeza qué tan cerca estaba el suelo, y sin poder abrir mis alas, lo único que podía hacer es casi provocarme un mini infarto.
Poner mi vida en manos de otros no me agradaba en absoluto, podía confiar, medianamente, en los miembros de la tripulación, determinante y persistente en la que estaba, para mantener el barco sano y cooperar en su dirección, pero, sin duda, no les dejaría mi supervivencia si de mí dependiera. Sin embargo, saber que Draven nos salvó de todo el daño que podríamos haber recibido por la caída fue… Extraño. No estaba acostumbrado al aprecio, no esperaba mucho de los demás, pero supuse que, inclusive con mi compleja personalidad, se habrían… ¿Encariñado? Arrugué la nariz ante el pensamiento y, tan pronto como el barro dejó de cubrirme, me puse de pie lentamente, por si acaso, levantarse bruscamente tras una caída o tras estar recostado no es buena idea, aunque, decir que la adrenalina aún circulaba por mis venas un eufemismo.
A sabiendas de la necesidad de verificar mis alas de forma constante, casi como un ritual, las moví suavemente, acomodando las plumas que se torcieron con rapidez. La oscuridad en la cámara fue momentánea, mis ojos no llegaron a adaptarse cuando varias antorchas comenzaron a encenderse lentamente una a una, proyectando la luz suficiente como para que pudiera ver al resto de la tripulación, si los buscaba, cosa que hice al ver que habían más personas allí, a pesar de que la sala era enorme, mi visión aumentada se adaptó rápidamente a la iluminación y pude contar, al menos, 20 personas, de las cuales 9 eran de mi tripulación; los cuales, por suerte, parecían encontrarse bien a pesar de la caída; al resto no los reconocía en absoluto. Eso no me agradaba, no saber quienes eran implicaba no saber cómo iban a actuar, pero supuse que lo harían como cualquier persona que estuviera en la misma búsqueda que nosotros.
Chasqueé la lengua, notando que en el centro de la habitación había un anciano, estaba vestido como explorador, me recordaba fielmente a un libro que había leído hace tiempo, relacionado con un juego de mesa y un mundo fantástico dentro de este, similar a una selva, las ilustraciones vagas venían a mi mente y coincidían con el anciano, pese a que no lo conocía en absoluto. La mano de Draven en mi hombro me sobresaltó, los toques casuales no eran bienvenidos, pero últimamente la preocupación del hombre… Se volvió parte de convivir con este circo. Las palabras del Pato y Draven eran las únicas que me importaban, además del anciano, que aparentemente se llamaba Indiana y que estuvo, en minutos, rodeado de un montón de gente que intentaba ayudarle.
. – Entendido, gracias por la advertencia. –Dije a Draven y McDuck, en contra de mi voluntad, confiaba en su juicio y criterio.
Sin hacer caso omiso a las palabras de aquellos tres, puse los ojos en blanco ante el agobiante círculo que se formó alrededor del anciano y, con cuidado, agité mis alas para alzar vuelo, alejándome del suelo lo suficiente para tener un mejor panorama de la situación, desde el aire todo es más fácil de ver, no necesité elevarme mucho para ver el círculo central tallado en la piedra; el óvalo trazado en un ominoso color rojo, casi carmesí, que rodeaba el círculo; y los ocho cuadrados de cuatro metros cada uno que se encontraban alrededor de la cámara, parecían plataformas… Me acerqué a la que estaba en paralelo a la más cercana a nosotros, allí había… ¿Un Panda? Parpadeé, manteniendo en mi línea de visión a los desconocidos mientras revoloteaba alrededor de la roca y luego me detuve, posándome sobre ella con cuidado.
Me daba mala espina, pero el que no arriesga no gana ¿No?
Poner mi vida en manos de otros no me agradaba en absoluto, podía confiar, medianamente, en los miembros de la tripulación, determinante y persistente en la que estaba, para mantener el barco sano y cooperar en su dirección, pero, sin duda, no les dejaría mi supervivencia si de mí dependiera. Sin embargo, saber que Draven nos salvó de todo el daño que podríamos haber recibido por la caída fue… Extraño. No estaba acostumbrado al aprecio, no esperaba mucho de los demás, pero supuse que, inclusive con mi compleja personalidad, se habrían… ¿Encariñado? Arrugué la nariz ante el pensamiento y, tan pronto como el barro dejó de cubrirme, me puse de pie lentamente, por si acaso, levantarse bruscamente tras una caída o tras estar recostado no es buena idea, aunque, decir que la adrenalina aún circulaba por mis venas un eufemismo.
A sabiendas de la necesidad de verificar mis alas de forma constante, casi como un ritual, las moví suavemente, acomodando las plumas que se torcieron con rapidez. La oscuridad en la cámara fue momentánea, mis ojos no llegaron a adaptarse cuando varias antorchas comenzaron a encenderse lentamente una a una, proyectando la luz suficiente como para que pudiera ver al resto de la tripulación, si los buscaba, cosa que hice al ver que habían más personas allí, a pesar de que la sala era enorme, mi visión aumentada se adaptó rápidamente a la iluminación y pude contar, al menos, 20 personas, de las cuales 9 eran de mi tripulación; los cuales, por suerte, parecían encontrarse bien a pesar de la caída; al resto no los reconocía en absoluto. Eso no me agradaba, no saber quienes eran implicaba no saber cómo iban a actuar, pero supuse que lo harían como cualquier persona que estuviera en la misma búsqueda que nosotros.
Chasqueé la lengua, notando que en el centro de la habitación había un anciano, estaba vestido como explorador, me recordaba fielmente a un libro que había leído hace tiempo, relacionado con un juego de mesa y un mundo fantástico dentro de este, similar a una selva, las ilustraciones vagas venían a mi mente y coincidían con el anciano, pese a que no lo conocía en absoluto. La mano de Draven en mi hombro me sobresaltó, los toques casuales no eran bienvenidos, pero últimamente la preocupación del hombre… Se volvió parte de convivir con este circo. Las palabras del Pato y Draven eran las únicas que me importaban, además del anciano, que aparentemente se llamaba Indiana y que estuvo, en minutos, rodeado de un montón de gente que intentaba ayudarle.
. – Entendido, gracias por la advertencia. –Dije a Draven y McDuck, en contra de mi voluntad, confiaba en su juicio y criterio.
Sin hacer caso omiso a las palabras de aquellos tres, puse los ojos en blanco ante el agobiante círculo que se formó alrededor del anciano y, con cuidado, agité mis alas para alzar vuelo, alejándome del suelo lo suficiente para tener un mejor panorama de la situación, desde el aire todo es más fácil de ver, no necesité elevarme mucho para ver el círculo central tallado en la piedra; el óvalo trazado en un ominoso color rojo, casi carmesí, que rodeaba el círculo; y los ocho cuadrados de cuatro metros cada uno que se encontraban alrededor de la cámara, parecían plataformas… Me acerqué a la que estaba en paralelo a la más cercana a nosotros, allí había… ¿Un Panda? Parpadeé, manteniendo en mi línea de visión a los desconocidos mientras revoloteaba alrededor de la roca y luego me detuve, posándome sobre ella con cuidado.
Me daba mala espina, pero el que no arriesga no gana ¿No?