Rocket Raccoon
Rocket
16-09-2024, 05:58 AM
No tengo ni la más remota idea de como era que había logrado esquivar decenas de veces los ojos de los marines que resguardan esta isla. Hacía ya muchas semanas que me encontraba viviendo justo debajo de sus narices, moviendo de aquí para allá tanto cuidadosamente, como de forma descuidad y bruta, incluso pareciendo llamar la atención. Pero aun con todo eso, la guardia de la ciudad todavía no se había percatado de mi presencia, quizás ni interesaba. A fin de cuentas, ¿qué tan peligroso puede ser un diminuto mapache que habla? Parecía que nada, y ese desinterés hacia una criatura como yo parecía ser mi principal boleto de la suerte para poder seguir pasando desapercibido en una ciudad, lo era Loguetown, donde la mano del gobierno llegaba a cualquier esquina oscura.
Pero comenzaba a emerger cierto interés por mi parte, de querer llamar un poco la atención. Pero no era por algún motivo totalmente personal, ni de ego. Las fuerzas Armadas de la Rebelión esperaban lo mejor de los miembros en sus filas, y yo había pasado a ser uno de ellos de manera oficial hace poco. No sabía exactamente cuál debía de ser la manera correcta de poder sobresalir de entre todos los demás miembros de la organización, pero cierta información había logrado recaudar sobre una serie de desapariciones en los últimos días, y algo frecuente en ellas, es que siempre el tipo de personas de muy escasos recursos. Quizás era mi oportunidad de destacar. Y si un revolucionario investiga este asunto antes de que lo haga el Gobierno Mundial, será una buena fama ganada para nuestra causa, y un demérito más de esa gente, que no hacía nada con estos secuestros que sucedían debajo de sus narices. Supongo que las desapariciones de simples pobretones, no eran de importancia para ellos.
Las pistas me traían una vez más a las cercanías de la taberna que había frecuentado con anterioridad, el Trago del Marinero, un lugar siempre recomendado para los recién llegados y también para los mismos ciudadanos que decidían pasar una buena tarde de unos buenos jarrones de cervezas y demás bebidas de tono alegre y jocoso. Si bien el estofado no era una de sus especialidades, siempre era bien recibido en las mañanas de resaca de la pobre gente que una noche antes venía aquí a aliviar sus penas o el largo día de arduo trabajo.
Me encontraba en uno de los tantos callejones oscuros, si bien el sol no se había puesto del todo aún, no faltaría mucho para que dicho suceso ocurriese. Estaba tras la pista de un vagabundo, lo observaba a la distancia, atento a sus movimientos. El olor a orina y a vómito era frecuente en este tipo de lugares, pero era algo con lo que ya estaba acostumbrado a lidiar. El sujeto parecía acercarse a alguien más, me mantuve atento, observando por la mira de mi rifle. ¿Quizás ese era el responsable de las desapariciones? Será algo que sabremos en el próximo capítulo.