Ubben Sangrenegra
Loki
16-09-2024, 07:46 AM
Heft se reclinó en su silla, dejando escapar una carcajada sincera cuando Drake, tras revelar un dos y un tres, comentó sobre su mala suerte. —Pues yo tampoco soy el más afortunado, chiquillo— respondió el rubio entre risas, mientras volteaba sus propias cartas, un ocho y un nueve, apenas mejor que las del pelinegro. La sonrisa burlona de Heft no se desvanecía, pero había un matiz de aceptación en su tono, como si el azar no fuera algo que realmente le preocupara. —Entonces, parece que estamos en igualdad de condiciones. Tenemos un trato, chiquillo— concluyó con una seguridad que iba más allá de las cartas en la mesa.
Con un movimiento ágil, Heft se levantó de la silla, dejando caer una pequeña libreta de cuero desgastado sobre la mesa. —Aquí está todo lo que necesitas. Los detalles, los nombres y la ubicación. Sigue esto y todo saldrá bien.— El rubio hizo una pausa, observando a Drake como si intentara leer en su rostro cualquier señal de duda o vacilación. Acto seguido, hizo un gesto de despedida, levantando una mano y asintiendo ligeramente con la cabeza. —Yo me encargaré de esos tipos que te están buscando. No te preocupes por ellos, ahora son asunto mío— dijo con una calma inquietante mientras se giraba para caminar hacia la puerta. En el proceso, el brillo metálico de dos revólveres asomaba por su cinturón, lo que dejaba claro que, además de sus palabras persuasivas, el rubio también sabía cómo defenderse en caso de necesitarlo.
Cuando Heft desapareció por la puerta, Joe, el dueño del bar, comenzó a observar a Drake con especial atención, aunque hacía un esfuerzo evidente por disimularlo. El hombre calvo y tuerto limpiaba la mesa principal, sus movimientos lentos pero constantes. Aunque no cruzaba miradas directas con el pelinegro, su interés en él se percibía en cada uno de sus gestos, como si intentara analizar qué papel jugaría Drake en los eventos que se estaban desarrollando en la isla.
Con un movimiento ágil, Heft se levantó de la silla, dejando caer una pequeña libreta de cuero desgastado sobre la mesa. —Aquí está todo lo que necesitas. Los detalles, los nombres y la ubicación. Sigue esto y todo saldrá bien.— El rubio hizo una pausa, observando a Drake como si intentara leer en su rostro cualquier señal de duda o vacilación. Acto seguido, hizo un gesto de despedida, levantando una mano y asintiendo ligeramente con la cabeza. —Yo me encargaré de esos tipos que te están buscando. No te preocupes por ellos, ahora son asunto mío— dijo con una calma inquietante mientras se giraba para caminar hacia la puerta. En el proceso, el brillo metálico de dos revólveres asomaba por su cinturón, lo que dejaba claro que, además de sus palabras persuasivas, el rubio también sabía cómo defenderse en caso de necesitarlo.
Cuando Heft desapareció por la puerta, Joe, el dueño del bar, comenzó a observar a Drake con especial atención, aunque hacía un esfuerzo evidente por disimularlo. El hombre calvo y tuerto limpiaba la mesa principal, sus movimientos lentos pero constantes. Aunque no cruzaba miradas directas con el pelinegro, su interés en él se percibía en cada uno de sus gestos, como si intentara analizar qué papel jugaría Drake en los eventos que se estaban desarrollando en la isla.