Hunter D. Alpha
Kurogami no Alpha
16-09-2024, 06:10 PM
Lo que vez frente a ti, joven pirata, es una de las máximas representaciones de vivir por la lucha. La mujer que esta frente a ti, demuestra un potencial bastante monstruoso. Tu sonríes, aun mirándole con tranquilidad. Lo que ante tus ojos parecía ser alguien que simplemente era una niña llorona, ahora demuestra ser alguien muy parecido a ti, pero con conceptos diferentes. Ella vive la vida según el código de un guerrero fiero, dispuesto a morir en combate. Por tu parte, tu eres alguien que vive y mata por la caza, en búsqueda de alguien que le haga sufrir su momento final.
Ambos… buscan la gloria a su manera.
- Definitivamente me caes muy bien. Serias una gran esposa. – Esquivas el ataque dando un rápido movimiento hacia tu costado derecho. Siente el impacto chocar con la arena. Por un momento, te quedas mirando fijamente la espada de tu oponente para luego fijar la mirada en tu objetivo. – Comando tigre. - Te lanzas hacia el ataque, con mucha más velocidad y fuerza que antes. Saltaste a la altura de su estómago, apretando la mano derecha con fuerza con Sange en ella. Arrojaste un único ataque a la boca de su estómago. Luego caíste en la arena y rápidamente te hiciste a un lado. Probablemente ella tendría que respirar un poco luego del golpe que le acababas de dar. Pero tú sabes que hacer eso era una falta de respeto para una guerrera. Pero, finalmente llegas a la conclusión que este no era ese caso.
Esta persona, no era tu presa.
- He de decir que tienes mucha potencia en esos brazos. Pero te falta velocidad y medir bien el rango de tu ataque. Has fallado por mucho. Recuerda que los oponentes pequeños suelen ser más escurridizos y problemáticos. Lo más importante no es darle donde estén, sino predecir donde estarán y atacar. – Dijiste mientras dabas saltos. – Tú… te has mofado de mi estilo de pelea llamándolo un “baile”. Te has mofado del esfuerzo y sacrificio de alguien que ha tenido que sudar y sangran para siquiera poder salir al mundo. Ese alguien te ha hecho estar de rodillas y vomitar el licor que te tiene mal. – Le dices con cara muy seria. – Y no, no te estoy sermoneando, y lo sabes. – Dejas de saltar y tu mirada vuelva a estar fijamente en ella, mostrando una fiereza digna de un gran depredador. – No me contendré, porque no deseo insultarte.
Te lanzas nuevamente hacia ella. Con la gran intención de lanzar una gran ráfaga de golpes en su rostro. Si ella no se defendía, definitivamente su cara estaría a punto de rebotar en toda dirección. Bueno, somos consiente de que ella no es un hueso duro de roer. Ahora toca ver como reaccionara.
Ambos… buscan la gloria a su manera.
- Definitivamente me caes muy bien. Serias una gran esposa. – Esquivas el ataque dando un rápido movimiento hacia tu costado derecho. Siente el impacto chocar con la arena. Por un momento, te quedas mirando fijamente la espada de tu oponente para luego fijar la mirada en tu objetivo. – Comando tigre. - Te lanzas hacia el ataque, con mucha más velocidad y fuerza que antes. Saltaste a la altura de su estómago, apretando la mano derecha con fuerza con Sange en ella. Arrojaste un único ataque a la boca de su estómago. Luego caíste en la arena y rápidamente te hiciste a un lado. Probablemente ella tendría que respirar un poco luego del golpe que le acababas de dar. Pero tú sabes que hacer eso era una falta de respeto para una guerrera. Pero, finalmente llegas a la conclusión que este no era ese caso.
Esta persona, no era tu presa.
- He de decir que tienes mucha potencia en esos brazos. Pero te falta velocidad y medir bien el rango de tu ataque. Has fallado por mucho. Recuerda que los oponentes pequeños suelen ser más escurridizos y problemáticos. Lo más importante no es darle donde estén, sino predecir donde estarán y atacar. – Dijiste mientras dabas saltos. – Tú… te has mofado de mi estilo de pelea llamándolo un “baile”. Te has mofado del esfuerzo y sacrificio de alguien que ha tenido que sudar y sangran para siquiera poder salir al mundo. Ese alguien te ha hecho estar de rodillas y vomitar el licor que te tiene mal. – Le dices con cara muy seria. – Y no, no te estoy sermoneando, y lo sabes. – Dejas de saltar y tu mirada vuelva a estar fijamente en ella, mostrando una fiereza digna de un gran depredador. – No me contendré, porque no deseo insultarte.
Te lanzas nuevamente hacia ella. Con la gran intención de lanzar una gran ráfaga de golpes en su rostro. Si ella no se defendía, definitivamente su cara estaría a punto de rebotar en toda dirección. Bueno, somos consiente de que ella no es un hueso duro de roer. Ahora toca ver como reaccionara.