Jun Gunslinger
Nagaredama
16-09-2024, 06:33 PM
La luz temblorosa de las numerosas antorchas iluminaba la amplitud de aquella sala, revelando un misterio antiguo y olvidado. Las paredes de piedra, imponentes y rugosas, estaban talladas con intrincados relieves que evocaban tiempos perdidos.
El agujero por el que la tripulación había caído se cerró, emitiendo un crujido ensordecedor. Las rocas temblaron, y el suelo bajo los pies de todos vibró con la fuerza, sacudiéndose violentamente. Jun buscó con la mirada, pero a simple vista no podría encontrar puertas, ventanas, ni aberturas. La aparentemente única entrada y salida de aquel recinto se había sellado. Alrededor de todos los presentes, no existía más que roca pura. Afortunadamente sus compañeros habían sobrevivido a la caída y estaban bien, lo que suponía un gran alivio para la tripulación, pero Jun presentía el peligro al acecho.
Sus ojos amatistas exploraron la sala con sagacidad, rastreando la ubicación de cada uno de sus compañeros, dispersos entre tanto extraño, y haciendo un escaneo del panorama general. Aquel vistazo la llevó a identificar unas curiosas marcas en el suelo, las que se distribuían por el recinto a lo largo de los laterales. Desde su lugar no podía apreciarlas todas, pero cada baldosa llevaba grabados tallados en la piedra.
Lo que alertó a la Gunslinger fue la advertencia hecha por el anciano. La muchacha permanecería quietita en su lugar, observando con desconfianza, tratando de comprender lo que sucedía.
A su derecha, muy cerquita de ella, había caído un oso panda. Era un animal enorme y majestuoso, pero que parecía estar completamente aterrado, sus grandes ojos negros y redondos reflejando el miedo. Cerca del panda, habían aterrizado un hombre y un conejo bípedo. Más lejos, Jun divisó una gigantesca jabalí, la más grande que había visto jamás, y más atrás, al otro lado de semejante zoológico, estaba su querido y enigmático compañero Bonez. Jun agitó la mano para él, intentando llamar su atención en medio del tumulto.
Al mirar hacia el frente, cerca del centro, identificó a Muken y del otro lado a Vesper. Por donde ellos estaban había un círculo central, donde otro símbolo alzaba en su núcleo. Lo rodeaban dos circunferencias: una de color rojo oscuro, amplia e irregular, que a simple vista parecía sangre seca; la otra, tallada con precisión, contenía una secuencia de símbolos que Jun seria incapaz de identificar. Dentro del circulo más pequeño, rodeando aquel solitario pilar, había una Oni gigantesca, aún más alta que Drake, y otro muchacho de estatura normal. Ahí también estaba el anciano, desplomado y exhausto.
A la izquierda de Jun, estaban Kael y Gavyn. Un poco más allá, dentro del círculo rojo, estaba Drake, y más atrás estaba el mejor Pato del mundo en compañía del carismático capitán Byron, evaluando la situación. El Pato fue uno de los primeros que se atrevió a actuar, y se acercó al centro de la sala para entablar comunicación con el anciano. Jun prestó su oído atentamente, para no perderse de nada, en especial cuando el plumífero lo solicitó a grito pelado. "Hay que colaborar", dijo, y como era un pato muy inteligente, que ya había demostrado ser capaz de leer aquellas misteriosas inscripciones de las que Jun no tenía ni la menor idea, decidió que confiaría plenamente en él.
La joven desvió sus ojos hacia Kael, que se había movido hacia el centro de la sala, donde estaba el anciano. El papá del grupo ya había chequeado que todo estuviese en orden, levantando el pulgar hacia Jun en un gesto al que ella respondió asintiendo con la cabeza. Al momento de hablar, apoyó lo dicho por el pato, lo cual solo dio más sentido a las palabras del animal pues Kael también era capaz de leer y traducir extraños símbolos. Después, con la amabilidad que lo caracterizaba, se preocupó y ocupó de asistir al anciano y proveerle de agua y comida para ayudarle a reponer energías.
Un lobo bípedo, miembro de otro grupo, también se acercó. Su apariencia intimidante, sin dudas, llamó la atención de Jun, pero sus formas eran cuidadosas y sus palabras amables. Vesper no se quedó atrás, y llamó a Bonez para que le acompañara. Este último parecía saber quien era aquel extraño cánido.
Jun finalmente decidió moverse, pero solo cuando vio que Drake acababa de transformar su cuerpo en roca sólida, delante de todos. Su apariencia era, cuanto menos, impresionante, y se valió de ella para advertir a todos los peludos de que no intentaran nada loco.
La joven Hafugyo pasó cerca de Gavyn, que ya había despegado sus pies del suelo elevándose con sus majestuosas alas. Desde arriba, seguro lo veía todo mejor. Atravesó sin miedo el círculo rojo y se apresuró a alcanzar a Drake. Con habilidad felina y sin pedir permiso, la muchacha se le aventó y comenzó a trepar por su cuerpo como un gatito aferrado con sus cuatro patas al tronco de un árbol. En la altura se sentiría menos vulnerable y tendría una mejor visión general del recinto, de las misteriosas baldosas, y de todos los presentes, lo que esperaba le facilitara las cosas al momento de apuntar y disparar, si acaso necesitaba hacerlo. No podía fiarse de todos aquellos desconocidos, que al fin y al cabo estaban allí por la misma razón que los simpatiquísimos Piratas Hizashi: Encontrar el tesoro.
El agujero por el que la tripulación había caído se cerró, emitiendo un crujido ensordecedor. Las rocas temblaron, y el suelo bajo los pies de todos vibró con la fuerza, sacudiéndose violentamente. Jun buscó con la mirada, pero a simple vista no podría encontrar puertas, ventanas, ni aberturas. La aparentemente única entrada y salida de aquel recinto se había sellado. Alrededor de todos los presentes, no existía más que roca pura. Afortunadamente sus compañeros habían sobrevivido a la caída y estaban bien, lo que suponía un gran alivio para la tripulación, pero Jun presentía el peligro al acecho.
Sus ojos amatistas exploraron la sala con sagacidad, rastreando la ubicación de cada uno de sus compañeros, dispersos entre tanto extraño, y haciendo un escaneo del panorama general. Aquel vistazo la llevó a identificar unas curiosas marcas en el suelo, las que se distribuían por el recinto a lo largo de los laterales. Desde su lugar no podía apreciarlas todas, pero cada baldosa llevaba grabados tallados en la piedra.
Lo que alertó a la Gunslinger fue la advertencia hecha por el anciano. La muchacha permanecería quietita en su lugar, observando con desconfianza, tratando de comprender lo que sucedía.
A su derecha, muy cerquita de ella, había caído un oso panda. Era un animal enorme y majestuoso, pero que parecía estar completamente aterrado, sus grandes ojos negros y redondos reflejando el miedo. Cerca del panda, habían aterrizado un hombre y un conejo bípedo. Más lejos, Jun divisó una gigantesca jabalí, la más grande que había visto jamás, y más atrás, al otro lado de semejante zoológico, estaba su querido y enigmático compañero Bonez. Jun agitó la mano para él, intentando llamar su atención en medio del tumulto.
Al mirar hacia el frente, cerca del centro, identificó a Muken y del otro lado a Vesper. Por donde ellos estaban había un círculo central, donde otro símbolo alzaba en su núcleo. Lo rodeaban dos circunferencias: una de color rojo oscuro, amplia e irregular, que a simple vista parecía sangre seca; la otra, tallada con precisión, contenía una secuencia de símbolos que Jun seria incapaz de identificar. Dentro del circulo más pequeño, rodeando aquel solitario pilar, había una Oni gigantesca, aún más alta que Drake, y otro muchacho de estatura normal. Ahí también estaba el anciano, desplomado y exhausto.
A la izquierda de Jun, estaban Kael y Gavyn. Un poco más allá, dentro del círculo rojo, estaba Drake, y más atrás estaba el mejor Pato del mundo en compañía del carismático capitán Byron, evaluando la situación. El Pato fue uno de los primeros que se atrevió a actuar, y se acercó al centro de la sala para entablar comunicación con el anciano. Jun prestó su oído atentamente, para no perderse de nada, en especial cuando el plumífero lo solicitó a grito pelado. "Hay que colaborar", dijo, y como era un pato muy inteligente, que ya había demostrado ser capaz de leer aquellas misteriosas inscripciones de las que Jun no tenía ni la menor idea, decidió que confiaría plenamente en él.
La joven desvió sus ojos hacia Kael, que se había movido hacia el centro de la sala, donde estaba el anciano. El papá del grupo ya había chequeado que todo estuviese en orden, levantando el pulgar hacia Jun en un gesto al que ella respondió asintiendo con la cabeza. Al momento de hablar, apoyó lo dicho por el pato, lo cual solo dio más sentido a las palabras del animal pues Kael también era capaz de leer y traducir extraños símbolos. Después, con la amabilidad que lo caracterizaba, se preocupó y ocupó de asistir al anciano y proveerle de agua y comida para ayudarle a reponer energías.
Un lobo bípedo, miembro de otro grupo, también se acercó. Su apariencia intimidante, sin dudas, llamó la atención de Jun, pero sus formas eran cuidadosas y sus palabras amables. Vesper no se quedó atrás, y llamó a Bonez para que le acompañara. Este último parecía saber quien era aquel extraño cánido.
Jun finalmente decidió moverse, pero solo cuando vio que Drake acababa de transformar su cuerpo en roca sólida, delante de todos. Su apariencia era, cuanto menos, impresionante, y se valió de ella para advertir a todos los peludos de que no intentaran nada loco.
La joven Hafugyo pasó cerca de Gavyn, que ya había despegado sus pies del suelo elevándose con sus majestuosas alas. Desde arriba, seguro lo veía todo mejor. Atravesó sin miedo el círculo rojo y se apresuró a alcanzar a Drake. Con habilidad felina y sin pedir permiso, la muchacha se le aventó y comenzó a trepar por su cuerpo como un gatito aferrado con sus cuatro patas al tronco de un árbol. En la altura se sentiría menos vulnerable y tendría una mejor visión general del recinto, de las misteriosas baldosas, y de todos los presentes, lo que esperaba le facilitara las cosas al momento de apuntar y disparar, si acaso necesitaba hacerlo. No podía fiarse de todos aquellos desconocidos, que al fin y al cabo estaban allí por la misma razón que los simpatiquísimos Piratas Hizashi: Encontrar el tesoro.