10:11 , 21 de Verano del año 724
Alta mar.
Me desperté entre sudores. Tardé unos segundos en recomponerme y ubicarme. La primera noche en mi nuevo hogar no había sido tan tranquila como esperaba. Había soñado que Pepe devoraba a mis cuatro amigos tontattas, quienes inexplicablemente estaban vestidos de uvas. ¿Por qué Pepe se comía a mis amigos? Todavía tenía los recuerdos cruzados, fruto de la frenética boda y los cientos de litros de alcohol que había consumido. Rizzo se desmayó, la orquesta tocaba con dos de sus miembros vomitando en sus gaitas, y no hablemos de cómo terminó el pastel… ¡Menuda fiesta!
Me giré de un lado al otro en la cama. ¡Joder! No podía creer lo cómoda que era esa cama. El colchón parecía hecho de nubes rellenas de algodón. Lo cierto es que todo en el barco era extremadamente lujoso. Gregoria, con sus 104 años, no había escatimado en gastos. Todo lo había dispuesto tal como le había pedido.
Lo mejor de todo era que Gregoria estaba a bordo, decía que para los días que le quedaban, que quería vivir aventuras. Claro, ella no sabía que la misión en el Reino de Oykot era un poco más peligrosa de lo que le había contado. Pensaba que íbamos en una especie de viaje turístico con “ligero contacto revolucionario”... Quizás omití mencionar lo de la destrucción de una presa o el asalto al castillo.
— ¿Qué son esos planos que hay en el barco? — me preguntó antes de embarcar. — Eh… Decoración. Para ambientar, ya sabes. Todo de lo más chic —Respondí, con la mayor cara de póker que pude poner mientras me preguntaba si a los 104 años las preguntas no deberían ir dirigidas a cosas como "¿Dónde están mis gafas?".
No habíamos dormido juntos esa noche. Yo quería acostumbrarme a mi nuevo cuarto. ¡Tremendo cuarto me había preparado Gregoria! Estaba en un espacio secreto dentro del palo mayor del barco. Tenía un piso que conectaba con el puesto de vigía, mi trabajo abordo, y que bajaba hasta la bodega, mi próximo lugar favorito. No sé cuántas veces haría ese trayecto… pero apuesto que en la mitad estaría borracho.
Mi habitación era un paraíso tontatta: una cama cómoda (que me tragaba literalmente, pero en el buen sentido), lugares donde guardar mi dinero y mis pertenencias y lo mejor, una bañera de vino. ¡Sí, una bañera de vino! ¿Qué más podía pedir? Comida, por supuesto. La habitación estaba equipada con comida de sobra y barriles de alcoholes variados. También había una mesa para comer, porque soy un tontatta civilizado. Ah, y no olvidemos las macetas decorativas. Sí, porque uno siempre necesita macetas cuando se está en una misión peligrosa disfrazada de luna de miel. La habitación también tenía ventanas en los lugares más estratégicos. Una junto a la bañera, así podía relajarme mientras miraba al horizonte, y otra junto a la cama para ver si había algo interesante afuera mientras dormía. También había una puerta que daba a una especie de pasillo exterior. Ahí es donde podía salir, estirar las piernas y comunicarme con la tripulación.
Me levanté con cuidado, tratando de no tropezar con la torre de botellas vacías que había acumulado anoche. Me quité el pijama de ositos blancos que me regaló Gertrudis en la boda. Era un detalle bonito… un tanto perturbador, pero bonito. Me dirigí a la bañera de vino. Me sumergí de inmediato y, tras un relajante baño, donde aproveché para beber lo que quedaba de vino a sorbos, me sentí renovado. Listo para la acción. Era el momento de vestirme. El atuendo de barman que uno de mis amigos tontattas me regaló en la boda me esperaba colgado con elegancia. Mientras me lo ponía, sonreí al recordar las palabras de Gregoria: "Sigues igual de feo pero vas tan elegante que pareces mi mayordomo…" A lo que respondí: "Sí, pero con más estilo."
Nos dirigíamos al Reino de Oykot, en una misión secreta con el Ejército Revolucionario. Claro, todo el mundo creía que íbamos en una luna de miel, y yo no iba a ser quien les quitara esa ilusión. Salí a mi pasarela de un salto, sintiéndome más vivo que nunca. Respiré hondo, dejando que el aire fresco me despejara lo último de la resaca. Miré a mi alrededor, sin saber quién estaba por allí, y grité con toda la energía que pude reunir:
—¡¡¡¿¿¿Quién quiere unos chupitos???!!!
En la boda no pude mostrarlo, ya que quería evitar cualquier percance con la Marina, pero hoy era el día perfecto para revelarlo. Mi obra maestra, el destructor de hígados, el azote de estómagos, el rompe-esfínteres, el destroza-caries… El Ascensor.
Uso ajeno: Si un personaje accede a tomarse "El ascensor" tendrá un pequeño viaje Astral y se pasará 3 turnos teniendo todo tipo de alucinaciones. Da igual el tipo de resistencia o virtudes que este tenga. Solo si el usuario accede, es para roles sociales y de risas.