Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
[Común] [C - Pasado] Lo que Gray Terminal esconde. [Percival, Silver, Lobo]
Lobo Jackson
Moonwalker
La llegada al Reino de Goa había sido algo más complicada de lo que al mink le hubiera gustado. Los pasajeros que le acompañaban en aquel buque, o más bien cáscara de nuez que se había mantenido a flote de milagro, habían dedicado la mayor parte de su tiempo a mirarle con ojos curiosos. Pero no con la curiosidad inocente de quienes ven algo nuevo, si no con el corazón podrido por la discriminación que les concede la ilusión de poseer una posición privilegiada, creyéndose por encima de todos los que fueran tan humanos como ellos.

La evidente expresión de asco en sus rostros, cuyo comportamiento altivo y desagradable terminaban de decorar, creaban la estampa perfecta del racismo más puro e ignorante, digno de la definición de una enciclopedia de Ohara. A pesar de todo, el siempre optimista Lobo Jackson les dedicaba una sonrisa encantadora mientras se esforzaba por no vomitar por la borda.

Al fin desembarcaron, más la sensación nauseabunda no abandonó al mink hasta que se alejó del muelle y comenzó a caminar en dirección a las ruinas, sin saber si su mareo era causa del oleaje o de la discriminación humana. Sea como fuere, la única compañía que necesitaba iba atada a su espalda, su querida y fiel guitarra eléctrica "Beatbreaker".

Según se adentraba en aquel desolado lugar, cuyo eco de lo que alguna vez fue todavía perduraba entre la ruina, observó que la miseria no sólo había afectado a los edificios. Había gente que paseaba cabizbaja entre los escombros, mirando bajo sus pies en busca de cualquier cosa de valor, paseándose de aquí para allá con el polvo adherido a su piel. Hasta las ratas que correteaban prestas entre los recovecos de metal y piedra, naturalmente marrones, ahora lucían el grisáceo tinte de la ceniza. Incluso el mink comenzaba a notar cómo el polvo, que levantaba a cada paso que daba, se pegaba a su pelaje.

- Qué desastre... - Pensó. - ¿Y la gente vive aquí? ¿Sin más? ¿Y el Gobierno no les ayuda?

De pronto, un grupo de niños que le habían estado observando desde que llegó se acercaron todos a la vez. El lobo no sintió en ellos la semilla del racismo, y si estaba, todavía no había conseguido arraigar en sus corazones. Sus ojos todavía mantenían ese brillo inocente, aunque algo apagado, que es tan característico de la infancia. 

- ¡Señor! ¡Señor! ¿Qué es? - Preguntó uno de ellos.

- Es un hombre lobo, ¿no lo ves? - Comentó otro.

- ¿Y si es un perro que habla? - Se inventó un tercero.

- ¡Tiene una guitarra! ¿Sabes tocar la guitarra? - Exclamó una niña. 

Lejos de despreciarle, se habían aproximado a él hasta rodearle. Pero Jackson no se incomodó, al contrario, aquel recibimiento era más que suficiente para alegrarle el día.

- ¡Hola-gara! Veo que sois muy curiosos-gara. - Su acento de Zou, tan marcado, consiguió hacer reír a los niños. - No soy un perro que habla, ni tampoco un hombre lobo, soy un mink-gara. - Luego ladeó la cabeza con suavidad hacia la izquierda, y rascándose el mentón con la mano derecha, pensó en voz alta. - Aunque sí que tengo algo de lobo-gara...

- ¡Ualaaaaaa! - Dijeron los niños al unísono. 

- ¿Tus papás también eran lobos como tú? - Preguntó el primero.

- ¡Qué va! Mi madre es una jirafa y mi padre un binturong-gara.

- ¡Una jirafa! ¡Qué raro! - Exclamó el segundo.

- ¿Qué es un binturong? - Curioseó el tercero.

En cuanto a la niña, seguía mirando la guitarra eléctrica con tanta ilusión que parecía que sus ojos se iban a convertir en estrellas. Algo que no pasó desapercibido para el mink, músico apasionado, quien le dio la vuelta y la colocó frente a él para mostrársela.

- ¿Te gusta-gara? Se llama "Beatbreaker" y suena muy bien-gara. - Dijo con alegría. - ¿Os gustaría escuchar cómo suena-gara? -

- ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! - Dijeron todos, siendo la niña quien más énfasis ponía a sus palabras colmadas de emoción.

Lobo Jackson, quien sentía una gran lástima por aquellos niños que vivían en ese panorama tan desolador, supo que las cuerdas podían hacer más que sólo llenar el triste vacío que se extendía a su alrededor. El peso de esas miradas infantiles repletas de ilusión parecían un llamado de la providencia, que hacía vibrar su alma con un propósito superior al de sólo componer música sin más. Quería ayudarles, animarles, darles un motivo para sonreír.

Sus manos se recubrieron de su fuerza electro, que dio vida a la guitarra, y con el primer acorde que tocó con el filo de sus garras llenó el aire de vida. La música empezó a propagarse, haciendo vibrar la esperanza entre los escombros mientras que los niños abrían sus bocas con estupefacción. Era quizás el primer instrumento de ese estilo que habían visto, lejos de la percusión que podían conseguir golpeando tuberías oxidadas contra paredes derruidas.

Sin pensarlo dos veces, Lobo Jackson decidió comenzar a caminar mientras tocaba una canción alegre, y pronto los pequeños pies de los niños se movieron al ritmo de las notas. Las ruinas seguían siendo frías y tristes, pero la música tenía la capacidad de ocultarlas bajo un manto de optimismo que se movía al son del rock and roll. Como si se tratase de un desfile en miniatura, el mink iba en cabeza escoltado por los niños, que bailaban y reían a su alrededor al tiempo que caminaban sin dirección fija. Tampoco importaba dónde fueran, era un momento único en sus vidas y Lobo Jackson lo sabía.

De pronto, tras dejar atrás una casa muy rudimentaria hecha con restos de tela, hojalata y madera astillada mantenida en su sitio con enormes pedruscos, se encontraron de frente con una vista interesante: a unos diez metros de allí, sentada sobre una rueda medio deshecha, había una mujer particularmente llamativa. Quizá fuera por su aire solitario, o quizá por su propia constitución esbelta y de piel morena; pero algo sin duda cautivó la atención del mink. Y al lado de ésta, un hombre le ofrecía una petaca que seguramente contenía algún tipo de licor. 

- Deben de ser visitantes y extranjeros como yo. - Pensó el mink. - ¿Qué mejor ocasión para conocer a alguien que la música? -

Y guiado por el optimismo de la divertida tonadilla se dirigió hacia la pareja, seguido de cerca por los infantes bailarines.
#3


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RE: [C - Pasado] Lo que Gray Terminal esconde. [Percival, Silver] - por Lobo Jackson - 17-09-2024, 12:29 AM

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