Hay rumores sobre…
... una isla del East Blue donde existen dos escuelas de combate enfrentadas. Estas escuelas hacen especial referencia a dos personajes de la obra original.
[Aventura] [Aventura T.3.] La reconstrucción del pueblo
Atlas
Nowhere
La verdad es que el recibimiento no fue demasiado cálido o agradable. De hecho, dudaba que aquello pudiese considerarse un saludo siquiera. Tampoco podía culpar a aquel hombre, que en un breve periodo de tiempo había asistido al descorazonador espectáculo de ver su vida poniéndose patas arriba. Su pueblo, asediado por unos criminales y con unos habitantes que iban de un lado a otro sin pena ni gloria. Su mujer, secuestrada por los mismos criminales. El hombre tardó unos segundos en decidir que había llegado el momento de cederme temporalmente su atención. En cierto modo, me pareció percibir una interacción en la que él me obsequiaba con algo valioso. Aquello me sentó bastante mal, para qué mentir, pero no dije nada. Al fin y al cabo, era simplemente una percepción subjetiva y podría estar completamente equivocado. Allí había cosas mucho más importantes que tratar.

No obstante, en cuanto comenté mis inquietudes acerca del estado de los habitantes del pueblo, su atención y su actitud hacia mí se volvieron mucho más... ¿amigables? No sé si ésa sería la palabra más indicada para lo que quiero expresar, pero me pareció percibir que mis dudas me hacían más interesante a sus ojos. Tal vez, en un mundo donde la mayoría se ponía la orejeras y seguía al rebaño, alguien que se molestase en ver más allá de donde le señalaban pudiese resultar, al menos, de utilidad. Lautaro se presentó como alcalde, médico y, sobre todo, suspicaz. Sospechaba que eran esas extrañas plantas las que estaban detrás de la actitud tan rara de los vecinos de la zona. Asimismo, llamaba la atención que no se hubiese informado a la partida de marines enviada para llevar a cabo la misión de detalles como aquél. Ya estaba trabajando en una cura y, si bien no transmitía demasiada amabilidad, sí que rezumaba seguridad y aparente experiencia. No dudaba de que aquel tipo sería capaz de dar forma a una cura más pronto que tarde, pero había más asunto que resolver. ¿Cuáles? Vamos a ello.

En primer lugar, resultaba tremendamente conveniente que aquellas plantas capaces de, aparentemente, modificar la actitud de las personas hasta ese semejante punto hubiesen aparecido poco antes de que el lugar fuese atacado. Sólo un estúpido no se plantearía la posibilidad —a menos plantearla y, por tanto, descartarla— de que hubiese sido introducida en la isla por los mismos malhechores para allanarse el camino. De ser así, debía haber alguien en el pueblo que se encargase de recibir y repartir el material a cuantos más mejor. Podía ser bien algún miembro del grupo que se hubiese infiltrado o alguien que ya fuese de allí a quien hubiesen sobornado o amenazado. De un modo u otro, era prioritario seguir el rastro, buscar a esa persona y arrestarla para obtener información.

Del mismo modo, llamaba la atención que justo información tan crucial como las sospechas y teorías de alguien inteligente como Lautaro no hubiese llegado al grueso de marines implicados en la operación. En situaciones como aquélla, hasta el más mínimo detalle podía resultar decisivo y cuantas más cabezas pensasen en torno a lo mismo más fácil sería encajar las piezas del rompecabezas. ¿Que podía tratarse de una negligencia o un despiste? Por supuesto. De hecho, casi que era lo más probable. Aun así, había que ponerse en lo peor y abordar la posibilidad de que hubiese alguien en la Marina que convenientemente estuviese filtrando la información de la que disponíamos.

Con esa y mil preguntas más flotando en mi mente, me despedí de Lautaro con educación y me dirigí al exterior de la vivienda. Desde allí, emprendí el camino hacia el lugar donde estaba el hombre que había encontrado mascando hierba. Antes de hacerlo, me detuve en el centro de mando para informar a mis superiores al respecto. Por el momento procuré no advertir de cuál sería mi siguiente paso, cabeceando afirmativamente cuando me mandaron de nuevo a construir empalizadas. El que tiene la idea no dobla el lomo, ¿no? Al menos en mi barrio siempre había sido así.

Una vez hube explicado mis disquisiciones internas y sospechas a los mandos, me fui en busca del sujeto que mascaba el dichoso vegetal. ¿Que qué pretendía? Abordarle e insistirle para que me dijera de dónde había sacado esa cosa o quien se la había regalado o vendido —sospechaba que la segunda, salvo que la estuviese probando por primera vez—. En caso de que no me respondiese, reformularía la pregunta de la manera más sencilla posible para que su mente aparentemente aturdida pudiese trabajar con ella. Fuera como fuese, no dejaría de insistir hasta obtener alguna respuesta. En caso de encontrar un hilo del que tirar, me dirigiría a la zona que se me revelase o en busca del sujeto potencialmente desenmascarado.
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RE: [Aventura T.3.] La reconstrucción del pueblo - por Atlas - 17-09-2024, 01:37 AM

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