Silver D. Syxel
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17-09-2024, 02:22 PM
El mendigo dio un paso hacia atrás, nervioso, su mirada vagando por los callejones oscuros que los rodeaban. A pesar de la familiaridad en los ojos de Dharkel, había algo que le pesaba profundamente. El tiempo había pasado, y con él, la confianza en cualquiera que no fuera un rostro que viera todos los días.
— Tú... has cambiado —murmuró el hombre, casi en un susurro. Sus manos temblaban ligeramente mientras mantenía los brazos cruzados, como si intentara protegerse de un viento inexistente—. Pero sé que... no habrías vuelto si no fuera por algo importante. —Sus ojos se detuvieron en los de Dharkel, buscando una verdad que no estuviera en las palabras, sino en la intención de su antiguo compañero.
Las luces de los faroles proyectaban sombras intermitentes, y el murmullo de las calles cercanas se mezclaba con los recuerdos de viejas noches, compartidas entre botellas vacías y promesas rotas. Pero el pasado no podía ser más importante que el presente. Dharkel lo sabía. El mendigo lo sabía.
— No podemos hablar aquí —susurró al fin, con voz más decidida. Su mirada se movió brevemente hacia uno de los callejones cercanos, como si temiera que oídos invisibles los estuvieran escuchando—. No es seguro. Te contaré lo que sé, pero no aquí. Vamos al Trago del Marinero... Allí es más fácil perderse entre el ruido y las miradas de los borrachos.
El hombre le hizo una señal discreta a Dharkel para que lo siguiera, dirigiéndose hacia la taberna, donde el bullicio de los bebedores ya comenzaba a llenar las calles.
Mientras tanto, Rocket, aún en las sombras, observaba la interacción desde la distancia. El mendigo parecía conocer al espadachín; eso era claro, y aunque la conversación no había sido audible para él, la tensión en los gestos de ambos le dejaba entrever que algo importante estaba a punto de revelarse. Rocket tenía que tomar una decisión: ¿Seguirlos en silencio y descubrir más sobre lo que estos dos sabían? ¿O esperar para ver si la situación ofrecía una mejor oportunidad?
El Trago del Marinero era, como siempre, un hervidero de sonidos y olores. La puerta de madera gastada chirrió al abrirse, y el aire pesado de la taberna golpeó a Dharkel y su acompañante como una ola tibia de alcohol rancio y sudor de marineros. Las mesas estaban llenas de hombres y mujeres tambaleándose entre rondas de cervezas mal servidas, y el eco de risas roncas se mezclaba con la música desafinada de un músico local.
— Tú... has cambiado —murmuró el hombre, casi en un susurro. Sus manos temblaban ligeramente mientras mantenía los brazos cruzados, como si intentara protegerse de un viento inexistente—. Pero sé que... no habrías vuelto si no fuera por algo importante. —Sus ojos se detuvieron en los de Dharkel, buscando una verdad que no estuviera en las palabras, sino en la intención de su antiguo compañero.
Las luces de los faroles proyectaban sombras intermitentes, y el murmullo de las calles cercanas se mezclaba con los recuerdos de viejas noches, compartidas entre botellas vacías y promesas rotas. Pero el pasado no podía ser más importante que el presente. Dharkel lo sabía. El mendigo lo sabía.
— No podemos hablar aquí —susurró al fin, con voz más decidida. Su mirada se movió brevemente hacia uno de los callejones cercanos, como si temiera que oídos invisibles los estuvieran escuchando—. No es seguro. Te contaré lo que sé, pero no aquí. Vamos al Trago del Marinero... Allí es más fácil perderse entre el ruido y las miradas de los borrachos.
El hombre le hizo una señal discreta a Dharkel para que lo siguiera, dirigiéndose hacia la taberna, donde el bullicio de los bebedores ya comenzaba a llenar las calles.
Mientras tanto, Rocket, aún en las sombras, observaba la interacción desde la distancia. El mendigo parecía conocer al espadachín; eso era claro, y aunque la conversación no había sido audible para él, la tensión en los gestos de ambos le dejaba entrever que algo importante estaba a punto de revelarse. Rocket tenía que tomar una decisión: ¿Seguirlos en silencio y descubrir más sobre lo que estos dos sabían? ¿O esperar para ver si la situación ofrecía una mejor oportunidad?
El Trago del Marinero era, como siempre, un hervidero de sonidos y olores. La puerta de madera gastada chirrió al abrirse, y el aire pesado de la taberna golpeó a Dharkel y su acompañante como una ola tibia de alcohol rancio y sudor de marineros. Las mesas estaban llenas de hombres y mujeres tambaleándose entre rondas de cervezas mal servidas, y el eco de risas roncas se mezclaba con la música desafinada de un músico local.