La sala estalló en caos. Los personajes corrían de un lado a otro, las voces se alzaban por encima de otras en un mar de conversaciones cruzadas. Era el desorden inevitable que acompañaba al gran volumen de personas reunidas en aquel lugar. Sin embargo, afortunadamente, el caos no derivó en un derramamiento de sangre, un camino que habría significado una muerte rápida para todos los presentes.
Alexander fue el primero en acercarse al célebre arqueólogo. Indiana D. Jones no estaba muerto ni inconsciente, pero su cuerpo mostraba signos de una profunda debilidad. Cualquier médico que lo viera sabría que que necesitaba era comer y beber, aunque con sumo cuidado.
— Gr... gracias. ¿Hoy es el día 43, verdad? —preguntó el arqueólogo con la voz rota pero consciente. — Debemos avanzar... no sería bueno si alguien...
Antes de que pudiera terminar su frase, Gavyn se aproximó a uno de los cuadrados que marcaban el suelo, mientras el grupo formado por Gretta, Qazan, Shiro y Goku se posicionaba en otro. De repente, un enorme mecanismo se activó. La sala tembló y, en un abrir y cerrar de ojos, los cinco participantes fueron prácticamente succionados por el suelo, que se abrió bajo ellos y se cerró de inmediato, tragándoselos. No fue el único cambio: el techo comenzó a descender lentamente, amenazando con aplastar a todos los presentes. Al ritmo que bajaba, tardaría unos 90 segundos en convertir la sala en una trampa mortal.
En el estrecho ascensor donde viajaban Gretta, Qazan, Shiro y Goku, el aire era tan escaso que apenas podían respirar. Estaban apretados como en una lata de sardinas, sus cuerpos retorcidos en posiciones incómodas. Pero justo cuando parecía que la falta de oxígeno los iba a vencer, el ascensor los expulsó con violencia, arrojándolos a una pequeña explanada de piedra del mismo tono marrón-anaranjado que la sala anterior. Sin embargo, la nueva estancia presentaba un contenido muy diferente.
Aquellos que descendían por los ascensores llegarían a una cámara iluminada por antorchas. Frente a ellos, una pared abierta revelaba un largo puente de piedra suspendido a 15 metros sobre un lago oscuro cuyo fondo no podía discernirse. El puente, de unos cinco metros de ancho y 400 de largo, se extendía hacia una pequeña habitación al final. Varios puentes similares, separados por 15 metros, conectaban con habitaciones similares. En cada uno, una escalera en espiral descendía hacia las profundidades. En el suelo de las salas iniciales de este nivel se repetía el símbolo tallado en la sala superior, acompañado de una nueva inscripción misteriosa.
Alexander fue el primero en acercarse al célebre arqueólogo. Indiana D. Jones no estaba muerto ni inconsciente, pero su cuerpo mostraba signos de una profunda debilidad. Cualquier médico que lo viera sabría que que necesitaba era comer y beber, aunque con sumo cuidado.
— Gr... gracias. ¿Hoy es el día 43, verdad? —preguntó el arqueólogo con la voz rota pero consciente. — Debemos avanzar... no sería bueno si alguien...
Antes de que pudiera terminar su frase, Gavyn se aproximó a uno de los cuadrados que marcaban el suelo, mientras el grupo formado por Gretta, Qazan, Shiro y Goku se posicionaba en otro. De repente, un enorme mecanismo se activó. La sala tembló y, en un abrir y cerrar de ojos, los cinco participantes fueron prácticamente succionados por el suelo, que se abrió bajo ellos y se cerró de inmediato, tragándoselos. No fue el único cambio: el techo comenzó a descender lentamente, amenazando con aplastar a todos los presentes. Al ritmo que bajaba, tardaría unos 90 segundos en convertir la sala en una trampa mortal.
En el estrecho ascensor donde viajaban Gretta, Qazan, Shiro y Goku, el aire era tan escaso que apenas podían respirar. Estaban apretados como en una lata de sardinas, sus cuerpos retorcidos en posiciones incómodas. Pero justo cuando parecía que la falta de oxígeno los iba a vencer, el ascensor los expulsó con violencia, arrojándolos a una pequeña explanada de piedra del mismo tono marrón-anaranjado que la sala anterior. Sin embargo, la nueva estancia presentaba un contenido muy diferente.
Aquellos que descendían por los ascensores llegarían a una cámara iluminada por antorchas. Frente a ellos, una pared abierta revelaba un largo puente de piedra suspendido a 15 metros sobre un lago oscuro cuyo fondo no podía discernirse. El puente, de unos cinco metros de ancho y 400 de largo, se extendía hacia una pequeña habitación al final. Varios puentes similares, separados por 15 metros, conectaban con habitaciones similares. En cada uno, una escalera en espiral descendía hacia las profundidades. En el suelo de las salas iniciales de este nivel se repetía el símbolo tallado en la sala superior, acompañado de una nueva inscripción misteriosa.