Umibozu
El Naufragio
17-09-2024, 06:14 PM
21 de verano del 724 a las 10:08,
Alta mar,
East Blue.
Alta mar,
East Blue.
La fiesta se había extendido hasta la noche anterior. Me sorprendía que aquellos humanos hubieran podido resistir tanto. Cierto era que a partir del segundo día ya apenas bebían y se arrastraban más que andaban, pero había sido toda una proeza. Yo, sin embargo, hasta la noche del tercer día no había caído bajo el influjo del alcohol a esos niveles. Tofun era una despensa inagotable de alcohol, pero no tenía la capacidad para emborracharme rápidamente. Menos aún si tenía que compartir con más personas. Sin embargo esa mañana hasta el ruido de las olas chocando contra el casco del Alborada me molestaba. Aquello era un martilleo constante en mi embotada cabeza - ¡Grrrr! - me llevé las manos a las sienes en el medio gruñido, medio bufido. El sonido grave y gutural volaría por toda la cubierta de la embarcación; quizás alguno de mis nuevos compañeros me hubiera escuchado puesto que ya empezaban a despertar.
El primero en aparecer sería Tofun. Aquel nanoplancton era tremendamente resistente para su pequeño tamaño y una gran caja de sorpresas. Su diminuto tamaño estaba a la par de su gigantesca leyenda. Jamás nadie pensó que un cuerpo tan pequeño pudiera albergar un personaje tan grande. A las palabras del tontatta siguieron las de Asradi, la sirena del grupo. Recordé haberla reconocido al instante en la boda. A pesar de su más que elaborado y bien disimulado disfraz, esa cola era un distintivo muy peculiar para alguien de mi raza. De alguna manera, podía decirse que éramos primos. Y ya se sabe lo que reza el dicho de los primos…Me giré para meter dentro del rango visual al grupo, quizás con ellos consiguiera distraerme y olvidarme del dolor de cabeza. No era el peor de mi vida, pero seguía siendo molesto. Nada que ver con el estado del resto del grupo, a excepción de Tofun que parecía completamente inmune a los efectos del alcohol, que parecían medusas dejándose llevar por la vida más que seres autónomos. El vikingo de nombre impronunciable, al final las veces que había tenido que dirigirme a él había sido por el nombre acortado de Rag, estaba desnudo en posición estrellita de mar en la cubierta. Llevaba desnudo día y medio ya. Como siguiera así pasaría a ser la gamba más grande que había visto en mi vida cuando el Astro Rey atizara con fuerza y castigara con vehemencia su nívea y paliducha piel. Me levanté y avancé un par de pasos, ventajas de ser tan grande, hasta donde estaba el resto del grupo. El barco a pesar de su tamaño se tambaleó ligeramente por la falta de contrapeso - ¡Yeeeee pescao! ¡Ten cuidao! - gritó El Chino con fuerza desde la boca de Pepe. El pobre perro se había resbalado y chocado contra el mástil de la vela mayor. El golpe había hecho que El Chino se clavase un colmillo el cánido y diera contra su paladar - ¡Pepe! - el cuadrúpedo escupió al enano.
Puse la palma de la mano para que nuestro barman particular colocase el chupito que nos ofrecía. Todos ellos todavía me debían tres días de fiesta, pues claramente se lo habían pasado mejor que yo. Acompañando a la rubia y al vikingo, pero a diferencia de ellos, lancé el recipiente a la boca y tragué sin preocuparme de los vidrios. Era algo completamente insignificante. Inmediatamente los ojos comenzaron a hacerme cosas raras. Y mi fuero interno sentí como crecía y dominaba la idea de que todo este tiempo había vivido una mentira. ¿Un Wotan? ¿Un monstruo marino? ¡Ja! ¡Y un tentáculo de medusa! La verdad ahora se presentaba ante mí nítida y clara. ¡Era un alga! Me puse a cuatro patas y comencé a mecerme suavemente al delicioso vaivén de las corrientes marinas al tiempo que con la boca hacía el sonido del mar - Juiiiish…. Huuughhh… Jujs… - las membranas de mi cuerpo bailaban también independientes unas de las otras.
-¡Ha salido sangre! - el Máquina, el lider del escuadrón tontatta, salía sosteniendo un pañuelo manchado de sangre en el hombro de la anciana esposa de Tofun, que sonreía feliz de ver a su nuevo esposo rodeado de sus amigos. Por muy variopinto que fuera el grupo.
El primero en aparecer sería Tofun. Aquel nanoplancton era tremendamente resistente para su pequeño tamaño y una gran caja de sorpresas. Su diminuto tamaño estaba a la par de su gigantesca leyenda. Jamás nadie pensó que un cuerpo tan pequeño pudiera albergar un personaje tan grande. A las palabras del tontatta siguieron las de Asradi, la sirena del grupo. Recordé haberla reconocido al instante en la boda. A pesar de su más que elaborado y bien disimulado disfraz, esa cola era un distintivo muy peculiar para alguien de mi raza. De alguna manera, podía decirse que éramos primos. Y ya se sabe lo que reza el dicho de los primos…Me giré para meter dentro del rango visual al grupo, quizás con ellos consiguiera distraerme y olvidarme del dolor de cabeza. No era el peor de mi vida, pero seguía siendo molesto. Nada que ver con el estado del resto del grupo, a excepción de Tofun que parecía completamente inmune a los efectos del alcohol, que parecían medusas dejándose llevar por la vida más que seres autónomos. El vikingo de nombre impronunciable, al final las veces que había tenido que dirigirme a él había sido por el nombre acortado de Rag, estaba desnudo en posición estrellita de mar en la cubierta. Llevaba desnudo día y medio ya. Como siguiera así pasaría a ser la gamba más grande que había visto en mi vida cuando el Astro Rey atizara con fuerza y castigara con vehemencia su nívea y paliducha piel. Me levanté y avancé un par de pasos, ventajas de ser tan grande, hasta donde estaba el resto del grupo. El barco a pesar de su tamaño se tambaleó ligeramente por la falta de contrapeso - ¡Yeeeee pescao! ¡Ten cuidao! - gritó El Chino con fuerza desde la boca de Pepe. El pobre perro se había resbalado y chocado contra el mástil de la vela mayor. El golpe había hecho que El Chino se clavase un colmillo el cánido y diera contra su paladar - ¡Pepe! - el cuadrúpedo escupió al enano.
Puse la palma de la mano para que nuestro barman particular colocase el chupito que nos ofrecía. Todos ellos todavía me debían tres días de fiesta, pues claramente se lo habían pasado mejor que yo. Acompañando a la rubia y al vikingo, pero a diferencia de ellos, lancé el recipiente a la boca y tragué sin preocuparme de los vidrios. Era algo completamente insignificante. Inmediatamente los ojos comenzaron a hacerme cosas raras. Y mi fuero interno sentí como crecía y dominaba la idea de que todo este tiempo había vivido una mentira. ¿Un Wotan? ¿Un monstruo marino? ¡Ja! ¡Y un tentáculo de medusa! La verdad ahora se presentaba ante mí nítida y clara. ¡Era un alga! Me puse a cuatro patas y comencé a mecerme suavemente al delicioso vaivén de las corrientes marinas al tiempo que con la boca hacía el sonido del mar - Juiiiish…. Huuughhh… Jujs… - las membranas de mi cuerpo bailaban también independientes unas de las otras.
-¡Ha salido sangre! - el Máquina, el lider del escuadrón tontatta, salía sosteniendo un pañuelo manchado de sangre en el hombro de la anciana esposa de Tofun, que sonreía feliz de ver a su nuevo esposo rodeado de sus amigos. Por muy variopinto que fuera el grupo.