Lobo Jackson
Moonwalker
17-09-2024, 06:39 PM
Tras despedirse de una malhumorada Karina, Hato y Lobo partieron. Antes de separarse, el mink se aseguró de explicarle a su compañera cómo funcionaba el den den mushi.
- Seguramente has usado alguno antes-gara, pero nunca viene mal repasar lo básico antes de comenzar-gara. Todo lo que tienes que hacer es tomarlo entre tus manos y apretar el botoncito que tiene encima del caparazón cuando empiece a hacer ruido-gara, y él solito sabrá lo que tiene que hacer-gara. Guárdalo en un sitio seguro y no te olvides de él-gara. - Le dijo con una encantadora sonrisa antes de encaminarse carretera abajo, hacia donde la miseria se había apoderado de las casas y sus habitantes.
Sus pasos le llevaron hasta una zona de edificios bajos de apenas dos pisos de altura, donde la pintura había sido roída por el salitre del mar y la inclemencia del tiempo, dándole un aspecto grisáceo y plateado a la madera de cedro de sus paredes, similar a chorros desiguales de pintura blanca de mala calidad.
De manera extraña, aquella calle que esperaba encontrar ocupada por el gentío matutino se mantenía sumida en un silencio inusual. Sabía que los balleneros y pescadores estarían trabajando, pues se había cruzado con la gran mayoría en dirección al puerto, pero apenas se veía actividad en los hogares, con sus puertas y ventanas cerradas, y sus chimeneas apagadas; además, no se oía el típico ruido de los hogares: sillas moviéndose, cubiertos chocando contra los platos del desayuno, o tan siquiera el llanto de un niño.
Mientras se encaminaba hacia la presa, sus pensamientos daban vueltas a la información que Karina les había proporcionado.
- Así que ese tal Avery es quien corta el bacalao por aquí, ¿eh? No es difícil sumar dos más dos para comprender el motivo que le llevó a subvencionar la presa: crear una fuente de energía barata para hundir el aceite de ballena, lo que explica la repentina caída en picado de su precio. -
- Si nadie compra el aceite de ballena, los balleneros se quedarán sin sustento. Y sin sustento, la hambruna llamará a sus puertas. No les quedará más remedio que aceptar cualquier trabajo que encuentren. Y ese tal Avery necesita obreros para sus telares… - Pensaba el mink. - Cuando todos los balleneros regresen a los puestos que abandonaron durante la temporada de caza, Avery los tendrá sometidos bajo la suela de su zapato con un sueldo miserable. Entonces, la economía de Oykot estará a su merced. -
A pesar de ir encadenando ideas, no podía evitar observar el panorama que le rodeaba. Allá donde mirase todo parecía siniestro, miserable y hasta espeluznante, como si una horda de fantasmas vengativos se hubieran alojado entre las callejuelas de Bajo Oykot, ululando y chillando con cada ráfaga de aire que los recorría. Creyó ver algunas siluetas que atribuyó a su creciente paranoia.
- Este sitio da pena, pero sobre todo me preocupa el bienestar de Harold y su familia, que podrían acabar en la misma situación si la cosa no cambia a mejor… - Negó con la cabeza y siguió caminando.
Cuando de la nada, sin que su oído le advirtiera con el tiempo suficiente, se encontró rodeado por un grupo de trúhanes cubiertos con telas harapientas que empuñaban navajas desgastadas. Sólo podía ver al que tenía delante, quien habló con una voz que delataba no solo su género femenino sino también su garganta en mal estado; y tras él, pudo percibir el movimiento de los otros dos a quienes echó un vistazo de reojo.
Pero Lobo Jackson no se sintió intimidado, mucho menos asustado. Sus ojos, que habían percibido el ligero temblor de la mano que empuñaba la daga, reflejaban la melancolía que le invadía. Aquel paseo había reforzado su determinación en ayudar a la gente más desdichada del reino.
Dando un paso al frente, con ademán tranquilo pero firme, se dirigió con calma a la mujer a sabiendas de que tenía que demostrar sus buenas intenciones.
- Sé por qué estáis aquí-gara, sé lo que os impulsa a intentar robar en plena madrugada-gara. He visto lo que la necesidad puede obligar a hacer a la gente más humilde-gara, asaltados por el hambre, la pobreza y la desesperación-gara. - Su tono no invitaba a la violencia, sino que sonaba carismático y sincero.
Hizo una pausa, esperando algún movimiento repentino por parte de los ladrones, pero al sentirse seguro continuó hablando.
- Sé lo difícil que puede ser-gara, ¡de veras-gara! Yo también me he visto atacado por el hambre y la necesidad-gara… Pero este camino, el del robo y la violencia-gara, no os llevará a ninguna parte-gara. Al final sólo encontraréis dolor, más miseria y quizás, la muerte-gara. - Su discurso había adoptado un tono más grave, intentando apelar a sus corazones.
- No creo que seáis malas personas-gara. - Continuó. - He conocido a la gente dedicada a la pesca y la caza de ballenas de Oykot-gara, he vivido en el hogar de una de sus familias más humildes y trabajadoras-gara. Todos están luchando para sobrevivir en estos tiempos tan difíciles-gara. -
Entonces, llevándose la mano al pecho sobre el corazón con un aura de determinación sobrehumana, llegó al auge de su discurso. - Por eso yo os prometo que llegará algo diferente-gara, porque he elegido luchar por un futuro mejor-gara, uno donde esta isla no esté sometida por los caprichos de una élite egoísta-gara. -
Pensativo, tomó una pequeña decisión. - Os pido vuestra cooperación-gara, ayudadme y todos saldremos ganando-gara. -
- No os pido que hagáis lo mismo que yo-gara, ni tampoco tenéis por qué ayudarme-gara, pero recordad lo que os he dicho-gara. La violencia nacida de la desesperación sólo puede traer desgracia-gara. - Apartando la mano de su pecho, la colocó frente a la mujer y, de pronto, ésta brilló con pequeños relámpagos que recorrieron sus dedos de uñas afiladas. - Y nunca termina bien-gara. -
- Seguramente has usado alguno antes-gara, pero nunca viene mal repasar lo básico antes de comenzar-gara. Todo lo que tienes que hacer es tomarlo entre tus manos y apretar el botoncito que tiene encima del caparazón cuando empiece a hacer ruido-gara, y él solito sabrá lo que tiene que hacer-gara. Guárdalo en un sitio seguro y no te olvides de él-gara. - Le dijo con una encantadora sonrisa antes de encaminarse carretera abajo, hacia donde la miseria se había apoderado de las casas y sus habitantes.
Sus pasos le llevaron hasta una zona de edificios bajos de apenas dos pisos de altura, donde la pintura había sido roída por el salitre del mar y la inclemencia del tiempo, dándole un aspecto grisáceo y plateado a la madera de cedro de sus paredes, similar a chorros desiguales de pintura blanca de mala calidad.
De manera extraña, aquella calle que esperaba encontrar ocupada por el gentío matutino se mantenía sumida en un silencio inusual. Sabía que los balleneros y pescadores estarían trabajando, pues se había cruzado con la gran mayoría en dirección al puerto, pero apenas se veía actividad en los hogares, con sus puertas y ventanas cerradas, y sus chimeneas apagadas; además, no se oía el típico ruido de los hogares: sillas moviéndose, cubiertos chocando contra los platos del desayuno, o tan siquiera el llanto de un niño.
Mientras se encaminaba hacia la presa, sus pensamientos daban vueltas a la información que Karina les había proporcionado.
- Así que ese tal Avery es quien corta el bacalao por aquí, ¿eh? No es difícil sumar dos más dos para comprender el motivo que le llevó a subvencionar la presa: crear una fuente de energía barata para hundir el aceite de ballena, lo que explica la repentina caída en picado de su precio. -
- Si nadie compra el aceite de ballena, los balleneros se quedarán sin sustento. Y sin sustento, la hambruna llamará a sus puertas. No les quedará más remedio que aceptar cualquier trabajo que encuentren. Y ese tal Avery necesita obreros para sus telares… - Pensaba el mink. - Cuando todos los balleneros regresen a los puestos que abandonaron durante la temporada de caza, Avery los tendrá sometidos bajo la suela de su zapato con un sueldo miserable. Entonces, la economía de Oykot estará a su merced. -
A pesar de ir encadenando ideas, no podía evitar observar el panorama que le rodeaba. Allá donde mirase todo parecía siniestro, miserable y hasta espeluznante, como si una horda de fantasmas vengativos se hubieran alojado entre las callejuelas de Bajo Oykot, ululando y chillando con cada ráfaga de aire que los recorría. Creyó ver algunas siluetas que atribuyó a su creciente paranoia.
- Este sitio da pena, pero sobre todo me preocupa el bienestar de Harold y su familia, que podrían acabar en la misma situación si la cosa no cambia a mejor… - Negó con la cabeza y siguió caminando.
Cuando de la nada, sin que su oído le advirtiera con el tiempo suficiente, se encontró rodeado por un grupo de trúhanes cubiertos con telas harapientas que empuñaban navajas desgastadas. Sólo podía ver al que tenía delante, quien habló con una voz que delataba no solo su género femenino sino también su garganta en mal estado; y tras él, pudo percibir el movimiento de los otros dos a quienes echó un vistazo de reojo.
Pero Lobo Jackson no se sintió intimidado, mucho menos asustado. Sus ojos, que habían percibido el ligero temblor de la mano que empuñaba la daga, reflejaban la melancolía que le invadía. Aquel paseo había reforzado su determinación en ayudar a la gente más desdichada del reino.
Dando un paso al frente, con ademán tranquilo pero firme, se dirigió con calma a la mujer a sabiendas de que tenía que demostrar sus buenas intenciones.
- Sé por qué estáis aquí-gara, sé lo que os impulsa a intentar robar en plena madrugada-gara. He visto lo que la necesidad puede obligar a hacer a la gente más humilde-gara, asaltados por el hambre, la pobreza y la desesperación-gara. - Su tono no invitaba a la violencia, sino que sonaba carismático y sincero.
Hizo una pausa, esperando algún movimiento repentino por parte de los ladrones, pero al sentirse seguro continuó hablando.
- Sé lo difícil que puede ser-gara, ¡de veras-gara! Yo también me he visto atacado por el hambre y la necesidad-gara… Pero este camino, el del robo y la violencia-gara, no os llevará a ninguna parte-gara. Al final sólo encontraréis dolor, más miseria y quizás, la muerte-gara. - Su discurso había adoptado un tono más grave, intentando apelar a sus corazones.
- No creo que seáis malas personas-gara. - Continuó. - He conocido a la gente dedicada a la pesca y la caza de ballenas de Oykot-gara, he vivido en el hogar de una de sus familias más humildes y trabajadoras-gara. Todos están luchando para sobrevivir en estos tiempos tan difíciles-gara. -
Entonces, llevándose la mano al pecho sobre el corazón con un aura de determinación sobrehumana, llegó al auge de su discurso. - Por eso yo os prometo que llegará algo diferente-gara, porque he elegido luchar por un futuro mejor-gara, uno donde esta isla no esté sometida por los caprichos de una élite egoísta-gara. -
Pensativo, tomó una pequeña decisión. - Os pido vuestra cooperación-gara, ayudadme y todos saldremos ganando-gara. -
- No os pido que hagáis lo mismo que yo-gara, ni tampoco tenéis por qué ayudarme-gara, pero recordad lo que os he dicho-gara. La violencia nacida de la desesperación sólo puede traer desgracia-gara. - Apartando la mano de su pecho, la colocó frente a la mujer y, de pronto, ésta brilló con pequeños relámpagos que recorrieron sus dedos de uñas afiladas. - Y nunca termina bien-gara. -