Ray
Kuroi Ya
17-09-2024, 06:53 PM
En mitad del ajetreo nadie repara en ti mientras escribes, pues todo el mundo anda ensimismado en sus quehaceres. Tampoco te resulta especialmente fácil una vez has terminado de garabatear tu improvisada nota llamar la atención de alguno de los cocineros, pues el no emitir sonidos lógicamente dificulta bastante la situación. No obstante no pasa demasiado tiempo hasta que uno de ellos mira en tu dirección y te ve. Te acercas para darle la nota y se la entregas, recibiéndola un poco a regañadientes. Parece un poco contrariado por tener que parar su labor unos momentos para leer lo que sea que le acabes de dar, pero lo hace por si acaso se trata de algo importante.
Cuando termina de leer te mira de arriba abajo con gesto de ligera desaprobación. Masculla para sí algo ininteligible para, acto seguido, suspirar. Entonces se encoge de hombros y, aparentemente resignado, dice:
- No tengo muy claro quién habrá pensado que un mimo es la persona más adecuada para ayudarnos, pero bueno, es cierto que ya hay suficiente jaleo aquí.
El chef hace una pequeña pausa y señala después un carro de tamaño pequeño, apenas con espacio para tres o cuatro platos, que se encuentra a unos metros de vuestra posición. Aparenta tener cuatro ruedas y ser hueco salvo por su estructura y la bandeja superior bajo el mantel blanco que lo cubre. Mirándote, te indica con voz dura y seca:
- Teníamos que llevar los dos platos para la decisión del capitán de esta noche, pero puedes encargarte de eso. La tienda de mando está en la otra punta del circo, y cada segundo que perdamos es un momento más que nuestros compañeros tendrán que esperar para comer.
Apenas hubo pronunciado esa frase se alejó un momento y cogió dos platos, uno de ellos con una ración de ensalada y el otro con una ración de pollo. Llevó ambos hacia el carrito y los cubrió con sendas campanas metálicas. Te indicó entonces que cogieras el carrito y te explicó lo que quería de ti.
- Debes llegar hasta la tienda de mando y dejar ambos platos tapados en fila en la mesa grande que hay en el centro. Una vez todos hayamos cenado todos nos dirigiremos allí para ver qué decide el capitán. Es muy importante que no los destapes, no queremos que su aroma se expanda y la decisión se vea afectada por ello. - Te indicó con vehemencia.
Daba la sensación de que el cocinero confiaba realmente en el capitán y en sus decisiones, las tomase del modo que las tomase.
Si decides hacerle caso y coger el carro podrás dirigirte hacia la tienda de mando. La entrada se encuentra protegida por dos vigilantes que exigirán saber por qué quieres entrar allí si lo intentas. Si consigues entrar encontrarás a un cuervo de aspecto totalmente corriente en una jaula de un tamaño algo superior a lo habitual, lo que le permite una ligera libertad de movimientos, pero no lo suficiente como para que una persona no llegue de un extremo a otro con su brazo fácilmente.
Cuando termina de leer te mira de arriba abajo con gesto de ligera desaprobación. Masculla para sí algo ininteligible para, acto seguido, suspirar. Entonces se encoge de hombros y, aparentemente resignado, dice:
- No tengo muy claro quién habrá pensado que un mimo es la persona más adecuada para ayudarnos, pero bueno, es cierto que ya hay suficiente jaleo aquí.
El chef hace una pequeña pausa y señala después un carro de tamaño pequeño, apenas con espacio para tres o cuatro platos, que se encuentra a unos metros de vuestra posición. Aparenta tener cuatro ruedas y ser hueco salvo por su estructura y la bandeja superior bajo el mantel blanco que lo cubre. Mirándote, te indica con voz dura y seca:
- Teníamos que llevar los dos platos para la decisión del capitán de esta noche, pero puedes encargarte de eso. La tienda de mando está en la otra punta del circo, y cada segundo que perdamos es un momento más que nuestros compañeros tendrán que esperar para comer.
Apenas hubo pronunciado esa frase se alejó un momento y cogió dos platos, uno de ellos con una ración de ensalada y el otro con una ración de pollo. Llevó ambos hacia el carrito y los cubrió con sendas campanas metálicas. Te indicó entonces que cogieras el carrito y te explicó lo que quería de ti.
- Debes llegar hasta la tienda de mando y dejar ambos platos tapados en fila en la mesa grande que hay en el centro. Una vez todos hayamos cenado todos nos dirigiremos allí para ver qué decide el capitán. Es muy importante que no los destapes, no queremos que su aroma se expanda y la decisión se vea afectada por ello. - Te indicó con vehemencia.
Daba la sensación de que el cocinero confiaba realmente en el capitán y en sus decisiones, las tomase del modo que las tomase.
Si decides hacerle caso y coger el carro podrás dirigirte hacia la tienda de mando. La entrada se encuentra protegida por dos vigilantes que exigirán saber por qué quieres entrar allí si lo intentas. Si consigues entrar encontrarás a un cuervo de aspecto totalmente corriente en una jaula de un tamaño algo superior a lo habitual, lo que le permite una ligera libertad de movimientos, pero no lo suficiente como para que una persona no llegue de un extremo a otro con su brazo fácilmente.