Jun Gunslinger
Nagaredama
17-09-2024, 08:41 PM
Tan pronto como se acomodó encima de Drake "La Roca" Longspan, Jun desenfundó su arma de fuego. Quería estar lista y preparada para cualquier situación que pudiera presentarse. Sin embargo, lamentablemente, de inmediato notó que no lo estaba. Al revisar rápidamente sus pertenencias, no podría encontrar las municiones.
—¡¡Mukens!! —le gritó al tirador, tratando de captar su atención—. ¿Tienes balas de sobra?
¿Las había olvidado? ¿Las perdió al momento de la caída, y por el susto no se dio cuenta? ¿Las guardó en otro compartimiento? Ya daba igual, podía buscarlas con más detenimiento luego. Solo esperaba que Mukens, o algún otro compañero, pudiese proveerle de las municiones que necesitaba en la inmediatez.
Al notar que Drake comenzaba a reducir su tamaño, Jun se aseguró con más fuerza para no caerse y quedó colgada de su espalda como un koala azul y rabioso aferrado a su árbol de eucalipto favorito. Las piernas se ajustaron lo suficiente al cuerpo del gigante, lo que le daría la libertad de soltar uno o los dos brazos por un momento, si acaso lo necesitaba.
El pánico se desataría rápido en el recinto. El estruendoso temblor que se llevó a Gavyn y a otros también anunció que el techo sobre sus cabezas había empezado a ceder y, de no detenerse a tiempo, con el ritmo que descendía podría aplastar en cuestión de pocos minutos a todos los presentes.
Las palabras de Drake, su nueva montura épica, no tranquilizaron mucho a Jun. Ella no tenía pensado dejar la vida en ese estúpido lugar, y sin embargo todo alrededor tenía pinta de ser una maldita trampa. Comenzaba a arrepentirse de haber puesto un pie en esa cueva.
—Será mejor que tu idea funcione. Si me muero, te mato.
Fue posterior a su amenaza que, por lo que dijo el gigante, enfocó la vista y pudo reconocer a Lance. No había vuelto a verlo desde aquella vez en la taberna, junto al capitán, pero ese no era momento ni lugar para ponerse al día. Lo más importante era salir del recinto, en lo posible con todos sus compañeros ilesos.
—¡Patito!, ¡Ewa! —llamó, agitando su brazo.
—¡¡Mukens!! —le gritó al tirador, tratando de captar su atención—. ¿Tienes balas de sobra?
¿Las había olvidado? ¿Las perdió al momento de la caída, y por el susto no se dio cuenta? ¿Las guardó en otro compartimiento? Ya daba igual, podía buscarlas con más detenimiento luego. Solo esperaba que Mukens, o algún otro compañero, pudiese proveerle de las municiones que necesitaba en la inmediatez.
Al notar que Drake comenzaba a reducir su tamaño, Jun se aseguró con más fuerza para no caerse y quedó colgada de su espalda como un koala azul y rabioso aferrado a su árbol de eucalipto favorito. Las piernas se ajustaron lo suficiente al cuerpo del gigante, lo que le daría la libertad de soltar uno o los dos brazos por un momento, si acaso lo necesitaba.
El pánico se desataría rápido en el recinto. El estruendoso temblor que se llevó a Gavyn y a otros también anunció que el techo sobre sus cabezas había empezado a ceder y, de no detenerse a tiempo, con el ritmo que descendía podría aplastar en cuestión de pocos minutos a todos los presentes.
Las palabras de Drake, su nueva montura épica, no tranquilizaron mucho a Jun. Ella no tenía pensado dejar la vida en ese estúpido lugar, y sin embargo todo alrededor tenía pinta de ser una maldita trampa. Comenzaba a arrepentirse de haber puesto un pie en esa cueva.
—Será mejor que tu idea funcione. Si me muero, te mato.
Fue posterior a su amenaza que, por lo que dijo el gigante, enfocó la vista y pudo reconocer a Lance. No había vuelto a verlo desde aquella vez en la taberna, junto al capitán, pero ese no era momento ni lugar para ponerse al día. Lo más importante era salir del recinto, en lo posible con todos sus compañeros ilesos.
—¡Patito!, ¡Ewa! —llamó, agitando su brazo.