Airgid Vanaidiam
Metalhead
18-09-2024, 03:14 AM
Con cada cosa nueva que escuchaba se quedaba más a cuadros. Domsdey le pareció increíblemente avispado para la edad que tenía, quiero decir, no es que pensase que por ser anciano fuera a ser estúpido, pero tenía como un tono de sarcasmo que no se lo esperaba. Empezó hablando sobre Ragnheidr, confirmando así sus sospechas de que realmente se trataba del mismo Domsdey que ella creía, del que el rubio le había hablado. Dijo que había visto "potencial" en él, uno que aún no había contemplado en ella. Eso no le importó, a fin de cuentas no se conocían de nada, pero también mencionó algo que supuestamente había dicho su madre, y también algo sobre su padre. ¿Jaleíto? ¿El qué exactamente?
No le dio tiempo a preguntarle más, el anciano cambiaba de un tema a otro con una soltura y rapidez increíble. Se acercó a la mesa, y ella hizo lo mismo, quedando frente a él, un poco sin palabras. Estaba todavía aturdida por todo lo que estaba descubriendo. Comenzó a tachar cosas mientras iba soltando una de datos de los que había sido completamente ajena durante toda su vida. De repente era como si fuera una persona... diferente, como si el conocimiento de cuestiones sobre su pasado la hubiera cambiado. No de forma real, ella seguía siendo la misma, pero desde luego era una sensación muy extraña averigüar de esa forma cosas sobre tus orígenes, tus raíces. Airgid se preguntaba hasta que punto se parecería a ellos.
Domsdey le habló sobre la revolución, la mujer se quedó de nuevo embobada, solo reaccionó cuando le preguntó si estaba enfadada. — No, no. — Lo raro que era ver así de cortada a Airgid, una tía normalmente tan extrovertida, que tenía una palabra para cualquier cosa... no sabía ni qué decir. — Perdona, es que, mi madre, no me esperaba nada de esto. — Decía la verdad, enfadada no estaba, aunque fuera raro que un hombrecillo se encontrara debajo de su casa durante tanto tiempo... pero tampoco era suya del todo, o eso había dicho.
Sonrió levemente al escuchar los nombres de sus padres y cómo aquel anciano les llamaba "amigos", abandonando así esa expresión de sorpresa que había mantenido durante ya un rato. Lilyd y Morthus. Aunque antes de que pudiera perderse en pensamientos sobre sus padres, Domsdey volvió a mencionar algo tremendamente curioso. — ¿Buccaner? — ¿Qué raza era esa? A Airgid no le sonaba de nada, pero la verdad es que tenía sentido que no fuera del todo humano. Su forma de hablar, su único carácter, aquel enorme tamaño... estaba claro que no era como los demás, como nadie que hubiera conocido antes. O eso que recordase. Domsdey le dijo que si tenía más preguntas tendría que hacérselas de camino al faro, así que despejó su mente de aquellos pensamientos y procedió a seguirle lo más rápida que pudo. El huequito por el que pasaban era bastante estrecho, sobre todo para los músculos de la rubia, pero por suerte también era bastante ágil. No pudo evitar soltar una carcajada cuando escuchó a Domsdey quejarse de su tamaño. — ¡Gracias! — Se lo tomó como un cumplido, esbozando aquella característica sonrisa suya.
Aprovechó el momento para hacer algunas de esas preguntas que el anciano ya había asumido que tendría. — Mis padres... ¿están muertos? — Sacó aquella pregunta de una forma quizás repentina, pasando de un tono divertido a uno más serio de repente. — Tenía asumido que sí, pero ahora ya no tengo idea de nada. ¿Cómo eran? En las fotos parecían... quererse mucho. Y eran revolucionarios... ahí, luchando por una causa justa... coño. No sé, nunca lo hubiera imaginao. — Desvarió un poquito en voz alta, pero la verdad es que no era para menos, acababa de descubrir tantas cosas que aún tenía que asimilarlo. — ¿Cómo sabes la raza de Ragn? — Ella también pasaba de un tema a otro con bastante facilidad, en eso se sentía un poco identificada con el anciano.
No le dio tiempo a preguntarle más, el anciano cambiaba de un tema a otro con una soltura y rapidez increíble. Se acercó a la mesa, y ella hizo lo mismo, quedando frente a él, un poco sin palabras. Estaba todavía aturdida por todo lo que estaba descubriendo. Comenzó a tachar cosas mientras iba soltando una de datos de los que había sido completamente ajena durante toda su vida. De repente era como si fuera una persona... diferente, como si el conocimiento de cuestiones sobre su pasado la hubiera cambiado. No de forma real, ella seguía siendo la misma, pero desde luego era una sensación muy extraña averigüar de esa forma cosas sobre tus orígenes, tus raíces. Airgid se preguntaba hasta que punto se parecería a ellos.
Domsdey le habló sobre la revolución, la mujer se quedó de nuevo embobada, solo reaccionó cuando le preguntó si estaba enfadada. — No, no. — Lo raro que era ver así de cortada a Airgid, una tía normalmente tan extrovertida, que tenía una palabra para cualquier cosa... no sabía ni qué decir. — Perdona, es que, mi madre, no me esperaba nada de esto. — Decía la verdad, enfadada no estaba, aunque fuera raro que un hombrecillo se encontrara debajo de su casa durante tanto tiempo... pero tampoco era suya del todo, o eso había dicho.
Sonrió levemente al escuchar los nombres de sus padres y cómo aquel anciano les llamaba "amigos", abandonando así esa expresión de sorpresa que había mantenido durante ya un rato. Lilyd y Morthus. Aunque antes de que pudiera perderse en pensamientos sobre sus padres, Domsdey volvió a mencionar algo tremendamente curioso. — ¿Buccaner? — ¿Qué raza era esa? A Airgid no le sonaba de nada, pero la verdad es que tenía sentido que no fuera del todo humano. Su forma de hablar, su único carácter, aquel enorme tamaño... estaba claro que no era como los demás, como nadie que hubiera conocido antes. O eso que recordase. Domsdey le dijo que si tenía más preguntas tendría que hacérselas de camino al faro, así que despejó su mente de aquellos pensamientos y procedió a seguirle lo más rápida que pudo. El huequito por el que pasaban era bastante estrecho, sobre todo para los músculos de la rubia, pero por suerte también era bastante ágil. No pudo evitar soltar una carcajada cuando escuchó a Domsdey quejarse de su tamaño. — ¡Gracias! — Se lo tomó como un cumplido, esbozando aquella característica sonrisa suya.
Aprovechó el momento para hacer algunas de esas preguntas que el anciano ya había asumido que tendría. — Mis padres... ¿están muertos? — Sacó aquella pregunta de una forma quizás repentina, pasando de un tono divertido a uno más serio de repente. — Tenía asumido que sí, pero ahora ya no tengo idea de nada. ¿Cómo eran? En las fotos parecían... quererse mucho. Y eran revolucionarios... ahí, luchando por una causa justa... coño. No sé, nunca lo hubiera imaginao. — Desvarió un poquito en voz alta, pero la verdad es que no era para menos, acababa de descubrir tantas cosas que aún tenía que asimilarlo. — ¿Cómo sabes la raza de Ragn? — Ella también pasaba de un tema a otro con bastante facilidad, en eso se sentía un poco identificada con el anciano.