Airgid Vanaidiam
Metalhead
18-09-2024, 12:24 PM
Airgid se bebió su cola más pancha que ancha mientras observaba los diferentes rostros que habían acudido a la boda. Se dio cuenta de que allí conocía a alguien al que no había esperado ver en un acontecimiento como ese. Se trataba de Nagaki, esa chica medusa que conoció hace unos días y que le vendió esa página tan valiosa. La gyojin le saludó con la mano, un poco tímida, como si por alguna fuerza mayor no pudiera acercarse a ella a saludarla con propiedad. Fue en ese momento cuando se dio cuenta, joder, era marine. No tenía buenas experiencias con los marines... no es como si Airgid fuera una criminal buscada ni nada parecido, pero siempre había tirado más hacia el lado rebelde, más que la rectitud de la autoridad, ya me entendéis. Aún así, aquella mujer le caía bien... bah, menuda tontería. La rubia levantó el brazo entero en el aire, zarandeándolo y devolviéndole el saludo a la medusita. — ¡NAGAKIIII! — Le gritó, pues estaba algo lejos de ella. Ahora parecía ocupada con el curro, así que un poco más tarde se acercaría a saludarla como debía. Qué más da que fuera marine.
También llegaron por fin Ubben y Asradi con disfrazes conjuntados, una iba de sushi con su colita de sirena y el otro de salsa de soja. La rubia se echó una buena carcajada viéndoles, coño, si es que parecía que lo tenían entrenado incluso. Pensó en acercarse a ellos, pero la verdad es que tenía más ganas de ir donde Ragnheidr, sobre todo cuando vio que el novio había aparecido y estaba ahí con él. Dejó su regalo en la mesa donde se encontraban los demás y se acercó al grupo de Ragn y los enanos, con la mala pata de que Tofun tenía que pirarse ya camino al altar. Llegó solo a despedirle suavemente con la mano mientras se largaba. De todas formas no importaba mucho, la postboda sabía que iba a ser increíble. El gigantón estaba que no cabía en sí de gozo, tirando enanitos por los aires, bebiendo de su chupito y con su nuevo amigo Pepe. Al acercarse, la rubia hizo una pose típica de concurso de culturismo, mostrando los buenos músculos de sus brazos de piruleta. — ¿Qué? ¿Te gusta mi disfraz, pollito? — Le preguntó con la coña. Pasó un chico con una bandeja de huevos rellenos así que con descaro tomó uno de ellos y se lo zampó. Joder, que divertidas eran las bodas, era la primera vez que iba a una pero si podía comer sin pagar nada ya valía la pena. Asradi y Ubben se acercaron también, aunque no estuvieron mucho rato antes de dirigirse a la zona de los invitados. Parecía que no iban a despegarse durante toda la boda y tenía sentido, pues iban a juego y además era él el encargado de llevarla a todos lados.
Entonces comenzó la ceremonia como tal. Toda la atención se centró en el pequeño Tofun y Gertrudis, que desafiando todas las expectativas, también se había colocado un disfraz de coco. Se escucharon risillas, gritos de ánimo, de ilusión, opacaban un poco esos susurros de decepción que provenían de la parte de la familia de la mujer. Vaya unos estirados, no dejaban divertirse ni a una mujer a la que le quedaba un telediario. Casi le dio dolor de cabeza cuando escuchó hablar a ese tío que no paraba, no paraba, no paraba. Debía tener los pulmones más poderosos de todo el East Blue. Pero finalmente, los novios se besaron y el público explotó en aplausos, silbidos, gritos. — ¡¡VIVAN LOS NOVIOOOOOO!! — Airgid cómo no, se sumó al caos, lanzando un fuerte silbido y aplaudiendo con todas sus ganas. Se lanzaron fuegos artificiales, las bebidas volaron, si es que había de todo. Ahora comenzaría el desmadre como tal. Apareció un wotan, Asradi se emocionó que flipas, había un marine vestido de plátano, en fin, muchas cosas. También se acercó Tofun para saludarles y presentarse a los amigos de Ragn que aún no conocía, ella incluída. — ¡Airgid Vanaidiam! ¡Felicidade por cierto! — Se presentó por su parte, dándole también la enhorabuena por aquella unión. — ¿Rondita de chupitos? ¡A beber a bebeerrrrr! — Tenía ganas de marcha.
Fueron pasando las horas, Airgid cada vez más jodidamente borracha, ya le costaba incluso dar saltitos con su única pierna sin caerse de morros contra el suelo. — ¡RAAAGN, CÓGEME! Que me canso, nene. — Se lanzó sobre él y le escaló hasta alcanzar sus hombros, sentándose en uno de ellos, ya harta de tanto salto y tanta tontería. Desde esa nueva y enorme altura podía ver mucho más allá de lo que se imaginaba, podía verlo TODO. — ¡Mira Tofun encima de Pepe! — Señaló en su dirección y estalló en carcajadas, sin poder creerse lo que estaba viendo. Ahí subida sobre los hombros del buccaner, se pudo a peinarle el pelillo y a hacerle pequeñas trencitas, agradeciendo un poco de descanso. Gracias a que se movía con una sola pierna había conseguido tenerla increíblemente musculosa y fuerte, pero al final todo el mundo tenía un límite, y es que dar saltos era un absoluto coñazo.
También llegaron por fin Ubben y Asradi con disfrazes conjuntados, una iba de sushi con su colita de sirena y el otro de salsa de soja. La rubia se echó una buena carcajada viéndoles, coño, si es que parecía que lo tenían entrenado incluso. Pensó en acercarse a ellos, pero la verdad es que tenía más ganas de ir donde Ragnheidr, sobre todo cuando vio que el novio había aparecido y estaba ahí con él. Dejó su regalo en la mesa donde se encontraban los demás y se acercó al grupo de Ragn y los enanos, con la mala pata de que Tofun tenía que pirarse ya camino al altar. Llegó solo a despedirle suavemente con la mano mientras se largaba. De todas formas no importaba mucho, la postboda sabía que iba a ser increíble. El gigantón estaba que no cabía en sí de gozo, tirando enanitos por los aires, bebiendo de su chupito y con su nuevo amigo Pepe. Al acercarse, la rubia hizo una pose típica de concurso de culturismo, mostrando los buenos músculos de sus brazos de piruleta. — ¿Qué? ¿Te gusta mi disfraz, pollito? — Le preguntó con la coña. Pasó un chico con una bandeja de huevos rellenos así que con descaro tomó uno de ellos y se lo zampó. Joder, que divertidas eran las bodas, era la primera vez que iba a una pero si podía comer sin pagar nada ya valía la pena. Asradi y Ubben se acercaron también, aunque no estuvieron mucho rato antes de dirigirse a la zona de los invitados. Parecía que no iban a despegarse durante toda la boda y tenía sentido, pues iban a juego y además era él el encargado de llevarla a todos lados.
Entonces comenzó la ceremonia como tal. Toda la atención se centró en el pequeño Tofun y Gertrudis, que desafiando todas las expectativas, también se había colocado un disfraz de coco. Se escucharon risillas, gritos de ánimo, de ilusión, opacaban un poco esos susurros de decepción que provenían de la parte de la familia de la mujer. Vaya unos estirados, no dejaban divertirse ni a una mujer a la que le quedaba un telediario. Casi le dio dolor de cabeza cuando escuchó hablar a ese tío que no paraba, no paraba, no paraba. Debía tener los pulmones más poderosos de todo el East Blue. Pero finalmente, los novios se besaron y el público explotó en aplausos, silbidos, gritos. — ¡¡VIVAN LOS NOVIOOOOOO!! — Airgid cómo no, se sumó al caos, lanzando un fuerte silbido y aplaudiendo con todas sus ganas. Se lanzaron fuegos artificiales, las bebidas volaron, si es que había de todo. Ahora comenzaría el desmadre como tal. Apareció un wotan, Asradi se emocionó que flipas, había un marine vestido de plátano, en fin, muchas cosas. También se acercó Tofun para saludarles y presentarse a los amigos de Ragn que aún no conocía, ella incluída. — ¡Airgid Vanaidiam! ¡Felicidade por cierto! — Se presentó por su parte, dándole también la enhorabuena por aquella unión. — ¿Rondita de chupitos? ¡A beber a bebeerrrrr! — Tenía ganas de marcha.
Fueron pasando las horas, Airgid cada vez más jodidamente borracha, ya le costaba incluso dar saltitos con su única pierna sin caerse de morros contra el suelo. — ¡RAAAGN, CÓGEME! Que me canso, nene. — Se lanzó sobre él y le escaló hasta alcanzar sus hombros, sentándose en uno de ellos, ya harta de tanto salto y tanta tontería. Desde esa nueva y enorme altura podía ver mucho más allá de lo que se imaginaba, podía verlo TODO. — ¡Mira Tofun encima de Pepe! — Señaló en su dirección y estalló en carcajadas, sin poder creerse lo que estaba viendo. Ahí subida sobre los hombros del buccaner, se pudo a peinarle el pelillo y a hacerle pequeñas trencitas, agradeciendo un poco de descanso. Gracias a que se movía con una sola pierna había conseguido tenerla increíblemente musculosa y fuerte, pero al final todo el mundo tenía un límite, y es que dar saltos era un absoluto coñazo.