Lionhart D. Cadmus
Tigre Blanco de la Marina
18-09-2024, 05:01 PM
(Última modificación: 19-09-2024, 02:00 AM por Lionhart D. Cadmus.)
Otro día más, otra asignación que debía acatar. Para Cadmus, quien siempre había tenido una vena rebelde y encontraba difícil seguir órdenes, la vida en la Marina era una constante contradicción. Sin embargo, no todo era negativo; ya había experimentado momentos significativos y había contribuido positivamente en la vida de otros. Incluso, había logrado rescatar un corral de gallinas con astucia y dedicación. Al principio, pensó que todos los soldados de la organización serían cortados con el mismo molde: rígidos, serios, predecibles. La Sargento Bridget parecía encajar perfectamente en esa descripción, fría y severa. Pero aunque él compartía parte de esa rigidez, prefería no encasillarse en ningún grupo. Por ahora, solo era Cadmus, todavía en busca de su lugar en el mundo.
A pesar de sus dudas, la Marina era su hogar, y en su camino había encontrado personas extraordinarias. Además, habría sido el hogar de la figura más influenye en su vida: su abuelo Auron. Fue por él que decidió darle una oportunidad a esta vida y, hasta el momento, no tenía intención de dar marcha atrás.
Suboficial Lionhart D. Cadmus, presente. Realizaría el saludo oficial de la Marina. Levantó el brazo derecho hasta el hombro y extendió los dedos hacia su frente, listo para enfrentar la nueva misión.
Le incomodaba la falta de información que muchas veces acompañaba estas tareas, pero confiaba en la organización que su abuelo tanto había defendido. Creía, o al menos quería creer, que todo tenía un propósito, y que lo que hacía era por el bien común. Sin pensar demasiado en ello, obedecería. Por suerte, estaba en buena compañía: Lovecraft, el ancianito con su voto de silencio; Nagaki, la enigmática medusa; Galhard, el líder de la misión; Anko, la experta médica; y Masao, el comodín masado.
Tras presentarse, Cadmus se apartó ligeramente, cruzando los brazos mientras observaba a su equipo con ojo crítico, esbozando apenas una sonrisa contenida en su habitual seriedad.
Podemos confiar en Galhard. Cumplamos con nuestras obligaciones, sea lo que sea la misión. Diría al resto de los marines.
A pesar de sus dudas, la Marina era su hogar, y en su camino había encontrado personas extraordinarias. Además, habría sido el hogar de la figura más influenye en su vida: su abuelo Auron. Fue por él que decidió darle una oportunidad a esta vida y, hasta el momento, no tenía intención de dar marcha atrás.
Suboficial Lionhart D. Cadmus, presente. Realizaría el saludo oficial de la Marina. Levantó el brazo derecho hasta el hombro y extendió los dedos hacia su frente, listo para enfrentar la nueva misión.
Le incomodaba la falta de información que muchas veces acompañaba estas tareas, pero confiaba en la organización que su abuelo tanto había defendido. Creía, o al menos quería creer, que todo tenía un propósito, y que lo que hacía era por el bien común. Sin pensar demasiado en ello, obedecería. Por suerte, estaba en buena compañía: Lovecraft, el ancianito con su voto de silencio; Nagaki, la enigmática medusa; Galhard, el líder de la misión; Anko, la experta médica; y Masao, el comodín masado.
Tras presentarse, Cadmus se apartó ligeramente, cruzando los brazos mientras observaba a su equipo con ojo crítico, esbozando apenas una sonrisa contenida en su habitual seriedad.
Podemos confiar en Galhard. Cumplamos con nuestras obligaciones, sea lo que sea la misión. Diría al resto de los marines.