Atlas
Nowhere | Fénix
18-09-2024, 09:53 PM
Paprika va avanzando frente a ti, aunque mostrándote su espalda. No te dice nada, pero va avanzando sin mostrar señales de ir a hacer nada raro en todo el camino. Simplemente camina siguiendo tus instrucciones. De vez en cuando da algún sorbo de su jarra, que si no me equivoco es la... ¿sexta? No sé, he perdido la cuenta. Los árboles se van sucediendo a vuestro alrededor mientras os encamináis hacia el pueblo, que tras un rato comienza a ser distinguible a lo lejos gracias a la luminosidad que arrojan las viviendas a través de sus ventanas.
Apenas sois distinguibles desde la distancia, puedes escuchar cómo alguien da la voz de alarma a pleno pulmón. Un "ahí vienen" precede a la apertura de puertas de los hogares de los lugareños, que dan forma a una suerte de pasillo que conduce hasta las dependencias a las que quieres llevar a Paprika. Parece que todo va bien, pero si miras con atención verás que el pepino de mar ya no anda tan bien como antes, sino que se tambalea suavemente de un lado a otro. Tanto alcohol tenía que hacer efecto en algún momento, ¿no?
Súbitamente, iniciando como un murmullo que va creciendo hasta convertirse en un clamoroso estruendo, la muchedumbre estalla en insultos hacia el habitante del mar. Los lesionados en la reyerta, sus familiares y allegados insultan sin descanso al pepino de mar y realizan gestos obscenos y amenazantes en su dirección, si bien nadie se atreve a dar un paso y aproximarse a él.
De repente, un trozo de pan duro sale volando de entre la muchedumbre y aterriza justo delante de vosotros. El pepino de mar, que aún sigue dándote la espalda, se agacha con dificultad —está a punto de caerse de boca— y lo coge. Tras mirarlo unos segundos, se voltea en la dirección desde la que se lo han tirado y lo arroja con más violencia de la recibida.
—¿¡Quién ha sido el hijo de puta!? —clama, preso de la furia y la agresividad. Puedes apreciar cómo su voz se ha tornado más grave, además de que arrastra las palabras y alguna que otra letra se le atraganta. Lleva el monóculo en el otro ojo, aunque no te has podido dar cuenta de cuándo se lo ha cambiado—. ¡Sal aquí si tienes huevos, que te parto la cara!
La multitud se calienta aún más, profiriendo amenazas sin descanso al tiempo que, paradójicamente, recula para no estar demasiado cerca de él. Muy valientes en grupo, pero individualmente no dan demasiado de sí. Entonces el gyojin se vuelve hacia ti, mirándote de arriba a abajo y arqueando una ceja:
—¿Y tú quién demonios eres, si se puede saber?
Apenas sois distinguibles desde la distancia, puedes escuchar cómo alguien da la voz de alarma a pleno pulmón. Un "ahí vienen" precede a la apertura de puertas de los hogares de los lugareños, que dan forma a una suerte de pasillo que conduce hasta las dependencias a las que quieres llevar a Paprika. Parece que todo va bien, pero si miras con atención verás que el pepino de mar ya no anda tan bien como antes, sino que se tambalea suavemente de un lado a otro. Tanto alcohol tenía que hacer efecto en algún momento, ¿no?
Súbitamente, iniciando como un murmullo que va creciendo hasta convertirse en un clamoroso estruendo, la muchedumbre estalla en insultos hacia el habitante del mar. Los lesionados en la reyerta, sus familiares y allegados insultan sin descanso al pepino de mar y realizan gestos obscenos y amenazantes en su dirección, si bien nadie se atreve a dar un paso y aproximarse a él.
De repente, un trozo de pan duro sale volando de entre la muchedumbre y aterriza justo delante de vosotros. El pepino de mar, que aún sigue dándote la espalda, se agacha con dificultad —está a punto de caerse de boca— y lo coge. Tras mirarlo unos segundos, se voltea en la dirección desde la que se lo han tirado y lo arroja con más violencia de la recibida.
—¿¡Quién ha sido el hijo de puta!? —clama, preso de la furia y la agresividad. Puedes apreciar cómo su voz se ha tornado más grave, además de que arrastra las palabras y alguna que otra letra se le atraganta. Lleva el monóculo en el otro ojo, aunque no te has podido dar cuenta de cuándo se lo ha cambiado—. ¡Sal aquí si tienes huevos, que te parto la cara!
La multitud se calienta aún más, profiriendo amenazas sin descanso al tiempo que, paradójicamente, recula para no estar demasiado cerca de él. Muy valientes en grupo, pero individualmente no dan demasiado de sí. Entonces el gyojin se vuelve hacia ti, mirándote de arriba a abajo y arqueando una ceja:
—¿Y tú quién demonios eres, si se puede saber?