Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
19-09-2024, 01:20 AM
Lo cierto es que, desde aquel trágico día en que Hanami escapó de las garras del cielo junto a un pequeño grupo de esclavos en aquel extraño vehículo, lo que más quedó grabado en su corazón de aquella travesía fue el repentino impacto y la posterior imagen de todos ellos en aquella caja metálica, saliendo del mar blanco de nubes y precipitándose hacia una inmensidad infinita azulada, que, segundo tras segundo, iba revelando en su tapiz otros pequeños trazados dispersos. No todos sobrevivieron, y los que lo hicieron, a duras penas. Igual uno pensaría que una caída tan grande se haría larga, pero fue notoriamente menos de un minuto. Poco tiempo, sí, pero cada uno de esos malditos segundos y cada sensación que tuvo en ellos quedaron grabados en la chica para siempre. A raíz de aquellos hechos trágicos, la muchacha ya tiene respeto e incluso algo de miedo cuando está a más de 30 metros de altura... Imaginad cómo se encontraba ahora que, de golpe, se precipitó hacia un abismo oscuro que transmitía una sensación de infinitud en su profundidad.
Literalmente, la chica casi sufrió una explosión mental; su único soporte era la presencia de su capitán, que le había tomado la mano para que no se perdiera en el camino, y le pidió que se la tomara con firmeza. Pero cuando Hanami más lo necesitaba, Lance se soltó... - ¡LANCE, CÓMO TE ATREVES A SOLTARTE! ¡TE JURO QUE TE MATARÉ! - Fue un grito a pleno pulmón, algo agudo y dramático, sorprendentemente sin ningún gallo. La mente de la oni procesó opciones a toda velocidad, pero la única viable realmente era tomar su dial sonoro y grabar su testamento, por si alguien recuperaba lo que quedara de ella "Ni dejaré un hermoso cuerpo si me estampo, qué trágico..." pensó en un instante, pero cuando su mano quiso deslizarse hacia su bolsillo se dio cuenta de que todo su cuerpo se había paralizado por el shock.
Solo quedaba la joven oni mirando hacia la oscuridad infinita de forma totalmente impotente. Primero, sus lágrimas desaparecerían; luego, el brillo de sus ojos. Para ella, el tiempo se había dilatado y nada tenía sentido, solo un vistazo al infinito vacío. Pero cuando miras al abismo, el abismo te devuelve la mirada. Aun en suspensión, toda vida desde que la llevaron a ese horrible lugar fue apareciendo como fotogramas ante ella, reviviendo cada instante de esos horribles días. Hasta que la mente de la oni colapsó del todo y se apagó.
El suelo se presentó de forma abrupta, pero Hanami ya no reaccionó, cayendo de cabeza contra él. Aunque sería más correcto indicar que cayó de cuernos, puesto que fueron los primeros en chocar, hundiéndose en la piedra y clavándose en ella, para que ahora sí la cabeza de la chica estrellara; por suerte, no era nada que su fisionomía no le permitiera aguantar. Así que, lejos de ser como un mosquito contra la mesa, solo un pequeño hilo de sangre se perdió entre su cabello y cayó de espaldas, dejando expuesto su hermoso rostro, pero su mente aún seguía sin reconectar.
Su estado catatónico era una fortuna, dado que Juuken, su vicecapitán, no tardaría en interceptarla y sacarla de allí. Dando inicio a una confusa danza en la que el joven pirata caminaba sin rumbo, tratando de comunicarse con los demás, y el cuerpo de Hanami era balanceado de un lado a otro como un hermoso muñeco de trapo que se deslizaba por la sala, controlado por su marionetista. Comenzó así una danza entre ese cuerpo inerte y su mente dispersa que buscaban volver a encontrarse y conectar en aquel caos y escalera de confusión. Logrando finalmente dicho contacto y reconexión.
Lo primero que realmente vio la oni cuando Juuken la dejó sobre aquella losa de piedra con un tres grabado fue la sala de piedra, pero, al agachar un poco la cabeza, vio la cara de Lance. La cual la hizo reaccionar al instante con una bofetada, con todas sus fuerzas, de su diestra hacia la mejilla izquierda del albino - ¿Por qué me soltaste...? - Un golpe que se llevó todas sus fuerzas y una pregunta que le salió entrecortada y ahogada. Tras lo cual, brotarían por el rostro de la oni unas lágrimas que surgían de sus ojos, que ahora brillaban con un resplandor cristalino y cautivador.
Literalmente, la chica casi sufrió una explosión mental; su único soporte era la presencia de su capitán, que le había tomado la mano para que no se perdiera en el camino, y le pidió que se la tomara con firmeza. Pero cuando Hanami más lo necesitaba, Lance se soltó... - ¡LANCE, CÓMO TE ATREVES A SOLTARTE! ¡TE JURO QUE TE MATARÉ! - Fue un grito a pleno pulmón, algo agudo y dramático, sorprendentemente sin ningún gallo. La mente de la oni procesó opciones a toda velocidad, pero la única viable realmente era tomar su dial sonoro y grabar su testamento, por si alguien recuperaba lo que quedara de ella "Ni dejaré un hermoso cuerpo si me estampo, qué trágico..." pensó en un instante, pero cuando su mano quiso deslizarse hacia su bolsillo se dio cuenta de que todo su cuerpo se había paralizado por el shock.
Solo quedaba la joven oni mirando hacia la oscuridad infinita de forma totalmente impotente. Primero, sus lágrimas desaparecerían; luego, el brillo de sus ojos. Para ella, el tiempo se había dilatado y nada tenía sentido, solo un vistazo al infinito vacío. Pero cuando miras al abismo, el abismo te devuelve la mirada. Aun en suspensión, toda vida desde que la llevaron a ese horrible lugar fue apareciendo como fotogramas ante ella, reviviendo cada instante de esos horribles días. Hasta que la mente de la oni colapsó del todo y se apagó.
El suelo se presentó de forma abrupta, pero Hanami ya no reaccionó, cayendo de cabeza contra él. Aunque sería más correcto indicar que cayó de cuernos, puesto que fueron los primeros en chocar, hundiéndose en la piedra y clavándose en ella, para que ahora sí la cabeza de la chica estrellara; por suerte, no era nada que su fisionomía no le permitiera aguantar. Así que, lejos de ser como un mosquito contra la mesa, solo un pequeño hilo de sangre se perdió entre su cabello y cayó de espaldas, dejando expuesto su hermoso rostro, pero su mente aún seguía sin reconectar.
Su estado catatónico era una fortuna, dado que Juuken, su vicecapitán, no tardaría en interceptarla y sacarla de allí. Dando inicio a una confusa danza en la que el joven pirata caminaba sin rumbo, tratando de comunicarse con los demás, y el cuerpo de Hanami era balanceado de un lado a otro como un hermoso muñeco de trapo que se deslizaba por la sala, controlado por su marionetista. Comenzó así una danza entre ese cuerpo inerte y su mente dispersa que buscaban volver a encontrarse y conectar en aquel caos y escalera de confusión. Logrando finalmente dicho contacto y reconexión.
Lo primero que realmente vio la oni cuando Juuken la dejó sobre aquella losa de piedra con un tres grabado fue la sala de piedra, pero, al agachar un poco la cabeza, vio la cara de Lance. La cual la hizo reaccionar al instante con una bofetada, con todas sus fuerzas, de su diestra hacia la mejilla izquierda del albino - ¿Por qué me soltaste...? - Un golpe que se llevó todas sus fuerzas y una pregunta que le salió entrecortada y ahogada. Tras lo cual, brotarían por el rostro de la oni unas lágrimas que surgían de sus ojos, que ahora brillaban con un resplandor cristalino y cautivador.