Rocket Raccoon
Rocket
19-09-2024, 04:15 AM
Dos sujetos en medio de la nada, dialogando sobre sus vidas y demás. Ataviados con atuendos algo comunes y corrientes, podrían parecer unos simples pueblerinos que se encontraban para ahogar sus penas o charlar sobre el paso del día que hayan tenido cada uno por su cuenta. Dos viejos camaradas que se reúnen, parar, socializar, simplemente. Esto era lo que podría parecer para un usuario random que los viese al pasar, y quizás también lo hubiese sido para mí mismo, si fuese uno de esos transeúntes que vagan de aquí para allá un día tras otro. Pero, por fortuna, no era uno de esos tantos a los que me refería. Tenía un objetivo, la persona que seguía se había encontrado con otra, no parecía estar en peligro, así que respire profundo, volví a colocar el seguro de mi enorme arma y me la guardé detrás. 'Qué alivio... no parece ser el criminal.'
Un sujeto de tez blanca como la nieve era el que se había acercado a mí ''presa'' esa noche, parecía, por su postura y sus sin fin de cicatrices, que era alguien a tener en cuenta. ¿Por qué un simple mendigo del montón, tendría interés en esta persona? O incluso al revés. Era algo que me intrigaba, y quería llegar al final de todo este embrollo. Los vi por última vez dirigirse hacia la taberna que tenía cerca, una vez más el Trago del Marinero sería la fuente del inicio de una aventura, de una misión. 'Tendré que encariñarme un poco más con este lugar... pero verga, debo traer un tapón de nariz, malditos olores.' Maldecía un poco el hedor de la zona, pero también recordaba que por esto mismo, no mucha gente frecuentaba el caminar por estos senderos, y esto era, lo me permitía pasar desapercibido por aquí y por allá. Y bueno, si me descubrían, pues igual puedo hacerme pasar por un mapache. Estaba todo cubierto, eso creía.
Oculte mi arma cubriéndola con una capa en mi espalda, y decidí entrar a la taberna un par de minutos luego de que aquel dúo que vigilaba entrase. Supongo que sería tiempo suficiente para no perderme la charla, aunque estaba pensando algo atrevido. ¿Y si me les acercaba sin más, y me presentaba como un compañero? De momento era algo bastante imprudente, y hacer eso podría quizás arruinar la única pista que podía tener, si es que aquello era una pista. Dos vagabundos bebiendo en una taberna. Cualquiera diría que estoy loco y me dejase de aquello. Pero tenía un instinto mapachil que me decía que este era el camino a seguir, y mi corazón me hacía seguir los pasos de esos dos.
Me senté en la barra, pidiendo un vaso de cerveza a la hermosa camarera que esa noche hacía su laburo en el lugar. La bebida no era más que una fachada, quería parecer un simple borracho, más que venía a hogar sus penas, como todos los demás. No la bebería, tan solo la menearía una y otra vez. Mi objetivo era la conversación de esos dos, y estaba atento a ello. Pero mis oídos y mis ojos también estuvieron atentos a las demás personas que frecuentaban la taberna del Trago del Marinero, y era con una intención bastante clara. Llevaba ya mucho tiempo viniendo aquí, quizás alguno ya sabia del mapache parlanchín. ¿Conocería a alguien? Quizás no resultaba de gran importancia, pero estaba en una ciudad donde la presencia del Gobierno Mundial era muy elevada. Así que me interese en saber si había alguien de sus fuerzas aquí, o si entre la gente había algún descontento. Todo servía, todo era útil.
-Eh señorita. ¡Joder eh!- Quizás esto llamara mucho la atención de los demás, pero joder, ¿era un simple cliente más no? Todos gritan, y yo también. Le llamaba la atención a la muchacha, quien se acercó amigable. -¿Esos dos, sabes quienes son? Joder eh- Esta vez bajaba la voz, esto último si no quería que nadie más lo escuchase.
Un sujeto de tez blanca como la nieve era el que se había acercado a mí ''presa'' esa noche, parecía, por su postura y sus sin fin de cicatrices, que era alguien a tener en cuenta. ¿Por qué un simple mendigo del montón, tendría interés en esta persona? O incluso al revés. Era algo que me intrigaba, y quería llegar al final de todo este embrollo. Los vi por última vez dirigirse hacia la taberna que tenía cerca, una vez más el Trago del Marinero sería la fuente del inicio de una aventura, de una misión. 'Tendré que encariñarme un poco más con este lugar... pero verga, debo traer un tapón de nariz, malditos olores.' Maldecía un poco el hedor de la zona, pero también recordaba que por esto mismo, no mucha gente frecuentaba el caminar por estos senderos, y esto era, lo me permitía pasar desapercibido por aquí y por allá. Y bueno, si me descubrían, pues igual puedo hacerme pasar por un mapache. Estaba todo cubierto, eso creía.
Oculte mi arma cubriéndola con una capa en mi espalda, y decidí entrar a la taberna un par de minutos luego de que aquel dúo que vigilaba entrase. Supongo que sería tiempo suficiente para no perderme la charla, aunque estaba pensando algo atrevido. ¿Y si me les acercaba sin más, y me presentaba como un compañero? De momento era algo bastante imprudente, y hacer eso podría quizás arruinar la única pista que podía tener, si es que aquello era una pista. Dos vagabundos bebiendo en una taberna. Cualquiera diría que estoy loco y me dejase de aquello. Pero tenía un instinto mapachil que me decía que este era el camino a seguir, y mi corazón me hacía seguir los pasos de esos dos.
Me senté en la barra, pidiendo un vaso de cerveza a la hermosa camarera que esa noche hacía su laburo en el lugar. La bebida no era más que una fachada, quería parecer un simple borracho, más que venía a hogar sus penas, como todos los demás. No la bebería, tan solo la menearía una y otra vez. Mi objetivo era la conversación de esos dos, y estaba atento a ello. Pero mis oídos y mis ojos también estuvieron atentos a las demás personas que frecuentaban la taberna del Trago del Marinero, y era con una intención bastante clara. Llevaba ya mucho tiempo viniendo aquí, quizás alguno ya sabia del mapache parlanchín. ¿Conocería a alguien? Quizás no resultaba de gran importancia, pero estaba en una ciudad donde la presencia del Gobierno Mundial era muy elevada. Así que me interese en saber si había alguien de sus fuerzas aquí, o si entre la gente había algún descontento. Todo servía, todo era útil.
-Eh señorita. ¡Joder eh!- Quizás esto llamara mucho la atención de los demás, pero joder, ¿era un simple cliente más no? Todos gritan, y yo también. Le llamaba la atención a la muchacha, quien se acercó amigable. -¿Esos dos, sabes quienes son? Joder eh- Esta vez bajaba la voz, esto último si no quería que nadie más lo escuchase.