Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
19-09-2024, 07:17 AM
No solía buscar trabajos que no fuesen de caza, pero de vez en cuando me llegaban ofertas de trabajo de mercenario. No estoy en una situación en que me pueda permitir simplemente rechazar trabajos. Es decir, el trabajo de cazador de recompensas es peligroso, pero se cobra bien. Había podido saldar la deuda de mi padre en un plazo de tiempo más corto del que esperaba. Sin embargo, gastos en material médico, comprar mejores guantes de combate, ropa nueva, transporte y dinero invertido en asegurar el éxito de algunas cazas habían drenado rápidamente mis ahorros. Así pues, cuando me llegó una oferta para escoltar un cargamento de Syrup a Tequila Wolf, acepté. La paga era buena y no parecía que el encargo ocultase negocios turbios, en un primer vistazo. Debía asegurarme de que un cargamento de joyas llegase intacto, con el peligro de una banda pirata particularmente feroces que rondaba aquellas aguas, los Corsarios de la Niebla. Un nombre curioso, dado que "corsario" designaba a aquel con una patente de corso, una suerte de "pirata legal". Claro estaba, probablemente aquellos piratas no hubiesen leído lo suficiente como para saber la diferencia entre corsario, filibustero y bucanero. Brutos incultos.
Al llegar al punto de reunión, me llevé una grata sorpresa. Conocía a dos de los presentes. Me acerqué con una cálida sonrisa y le di una palmada en el hombro a Shy. Sabía ya lo mal que se le daban las palabras y en general relacionarse, así que decidí no turbarle con preguntas y formalidades innecesarias - Me alegro de volver a verte, amigo - le dije, en un tono sincero y cordial. Entonces me giré hacia el pelirrojo. Había pasado cerca de un mes desde nuestra aventura en Gazia, pero me había dejado una fuerte impresión y le recordaba bien - ¡Hola otra vez, compañero! Ha pasado tiempo. Tu nombre era... ¿Yoshiro, me equivoco? - le sonreí afablemente. Mientras saludaba a mis conocidos, nuestro cuarto compañero, que también parecía conocer al pelirrojo, se presentó. Illyasbabel era una persona notablemente extraña: alto, tuerto, de pelo claro y con grandes alas negras. Había leído en algún momento sobre su tribu, los Lunarian. Una especie rara de ver capaz de volar y con otras habilidades igualmente extrañas. Respondí a su saludo con una inclinación de cabeza - Hyun Yeon, a tu servicio. Espero que tengamos un buen viaje juntos.
Tras las presentaciones, nos dirigimos al lugar donde nuestro contratante, Jeremy Blackmore, nos esperaba. ¿Qué me había imaginado que podía surgir de esta reunión? Muchas cosas, pero no lo que ocurrió. Había oído en mi breve tiempo en el East Blue sobre los Blackmore, por supuesto. Una familia cuya riqueza e influencia en este mar parecía abarcar cada rincón y pequeña isla del mismo. De alguien como él esperaba, como mínimo, un trato profesional y respetable. En su lugar, me encontré con un hombre zafio y burdo con los modales en negocios de un líder pandillero o de un jefe mafioso. Me entraron ganas de pegarle un buen puñetazo en la mandíbula, pero a diferencia de este despojo de hombre, yo sí tenía modales. Admito, sin embargo, que cuando tuvo la mala idea de amenazar a nuestras familias tuve que contenerme para no contestarle. De nada valía entrar en un concurso de medida de egos con alguien como él. Como mi padre siempre decía, "hijo, nunca discutas con un necio, te hará descender a su nivel y ahí te vencerá por experiencia". Simplemente, no volvería a aceptar un contrato de esta familia.
No digné a este babuino con traje con una respuesta, no tras esa falta de modales y profesionalidad. Mantuve, dentro de lo que pude, la fachada de calma y cogí mi parte de la paga inicial sin aspavientos innecesarios. Cumpliría mi parte del contrato con la eficacia habitual y eso sería todo. Una vez nos hubimos separado de Blackmore, dejé de contenerme y no oculté mi cara de malas pulgas. Aquel tipo había logrado encontrarme las cosquillas. Nadie amenazaba a mi familia si podía evitarlo. Y por desgracia, en este caso no podía si quería comer. Cuando Illyasbabel nos ofreció un brindis, pese a que muy rara vez tomaba algo más fuerte que el café, acepté y bebí un sorbo - A nuestra salud y la de ese tipo, no se le atraganten mucho las joyas - comenté, con sorna y una carcajada cáustica. A continuación, con menos sarcasmo y algo más de calma, añadí - Supongo que deberíamos ir yendo, ¿no? Tenemos un cargamento que proteger.
Al llegar al punto de reunión, me llevé una grata sorpresa. Conocía a dos de los presentes. Me acerqué con una cálida sonrisa y le di una palmada en el hombro a Shy. Sabía ya lo mal que se le daban las palabras y en general relacionarse, así que decidí no turbarle con preguntas y formalidades innecesarias - Me alegro de volver a verte, amigo - le dije, en un tono sincero y cordial. Entonces me giré hacia el pelirrojo. Había pasado cerca de un mes desde nuestra aventura en Gazia, pero me había dejado una fuerte impresión y le recordaba bien - ¡Hola otra vez, compañero! Ha pasado tiempo. Tu nombre era... ¿Yoshiro, me equivoco? - le sonreí afablemente. Mientras saludaba a mis conocidos, nuestro cuarto compañero, que también parecía conocer al pelirrojo, se presentó. Illyasbabel era una persona notablemente extraña: alto, tuerto, de pelo claro y con grandes alas negras. Había leído en algún momento sobre su tribu, los Lunarian. Una especie rara de ver capaz de volar y con otras habilidades igualmente extrañas. Respondí a su saludo con una inclinación de cabeza - Hyun Yeon, a tu servicio. Espero que tengamos un buen viaje juntos.
Tras las presentaciones, nos dirigimos al lugar donde nuestro contratante, Jeremy Blackmore, nos esperaba. ¿Qué me había imaginado que podía surgir de esta reunión? Muchas cosas, pero no lo que ocurrió. Había oído en mi breve tiempo en el East Blue sobre los Blackmore, por supuesto. Una familia cuya riqueza e influencia en este mar parecía abarcar cada rincón y pequeña isla del mismo. De alguien como él esperaba, como mínimo, un trato profesional y respetable. En su lugar, me encontré con un hombre zafio y burdo con los modales en negocios de un líder pandillero o de un jefe mafioso. Me entraron ganas de pegarle un buen puñetazo en la mandíbula, pero a diferencia de este despojo de hombre, yo sí tenía modales. Admito, sin embargo, que cuando tuvo la mala idea de amenazar a nuestras familias tuve que contenerme para no contestarle. De nada valía entrar en un concurso de medida de egos con alguien como él. Como mi padre siempre decía, "hijo, nunca discutas con un necio, te hará descender a su nivel y ahí te vencerá por experiencia". Simplemente, no volvería a aceptar un contrato de esta familia.
No digné a este babuino con traje con una respuesta, no tras esa falta de modales y profesionalidad. Mantuve, dentro de lo que pude, la fachada de calma y cogí mi parte de la paga inicial sin aspavientos innecesarios. Cumpliría mi parte del contrato con la eficacia habitual y eso sería todo. Una vez nos hubimos separado de Blackmore, dejé de contenerme y no oculté mi cara de malas pulgas. Aquel tipo había logrado encontrarme las cosquillas. Nadie amenazaba a mi familia si podía evitarlo. Y por desgracia, en este caso no podía si quería comer. Cuando Illyasbabel nos ofreció un brindis, pese a que muy rara vez tomaba algo más fuerte que el café, acepté y bebí un sorbo - A nuestra salud y la de ese tipo, no se le atraganten mucho las joyas - comenté, con sorna y una carcajada cáustica. A continuación, con menos sarcasmo y algo más de calma, añadí - Supongo que deberíamos ir yendo, ¿no? Tenemos un cargamento que proteger.