Juuken
Juuken
19-09-2024, 10:35 AM
Al fin un día de tranquilidad. Lance y yo habiamos decidido salir a dar una vuelta y relajarnos. El resto de la tripulación habían salido juntos, no sabía dónde estaban, pero resultaba en cierto modo satisfactorio ver que se acababan llevando bien. Éramos, ciertamente,nun grupo de lo más variopinto.
En primer lugar, un gyojin bastante grande. Cuando le conocí fue el primero de su especie que había visto nunca. Nuestro encuentro fue bastante fortuito, y no fue ahí cuando comenzamos a viajar juntos, sino que fue más adelante que nuestros caminos volvieron a cruzarse, fue entonces cuando conoció a Lance y acabamos todos navegando juntos. Al principio pensé que todos los gyojin eran igual, todos serían similares a Qazan, al fin y al cabo entre humanos hay varias diferencias, pero todos tenemos rasgos mas o menos similares, por lo que he visto hasta ahora. Sigo sin ser el mayor experto en cultura del mundo, aunque voy aprendiendo poco a poco.
Después me di cuenta de que no todos eran iguales, de hecho, de uno a otro prácticamente parecía que fueran una raza diferente. La prueba para mi fue conocer aquella chica medusa, al principio pensé que era un sombrero lo que tenía, y me costó mucho relacionar que se trataba de la misma raza que Qazan y solo me di cuenta bastante tarde como para reaccionar al respecto.
Luego teníamos a Shiro. Ese tipo que le encantaba tanto comer que acabó haciéndose cocinero me parecía maravilloso, la verdad. Solo alguien con un gran apetito y gusto por la comida como él podría ser capaz de ser bastante exigente para ir mejorando sus comidas. Y hasta ahora no había día que no sintiera que se superase, aunque seguramente yo sería el peor crítico que pudiera haber. Todo me encantaba. No podía ser de otra forma, durante al menos trece años de mi vida no sabía que la comida podía llegar a tener algún tipo de sabor. El día que Lance y yo conocimos a Shiro participamos en un concurso de comida, aquello fue espectacular, pero después me tiré unos días con malestar de estómago. No era la primera vez que me dolía asi, ni la que más fuerte me dolió, pero prefiero no volver a pasar por eso. Resultó ser una persona muy agradable.
Y por último estaba Gretta, aquella jabalí descomunal. No pude evitar soltar una risa con un deje de ironía. Era curioso, conocí a Gretta de una forma muy extraña y peculiar, al igual que me pasó con el gyojin, no conocía su raza hasta que la ví a ella, y no supe comprender que era en realidad. La risa fue provocada por recordar que, erróneamente, la llamé gorila. Ni siquiera a dia de hoy sabía lo que era un gorila, pero fue algo que me contó Tom en su día, y que me hizo malinterpretar unas palabras de Qazan. Ese día casi tengo un serio problema con un animal que solo con su peso ya podría acabar conmigo si me cayese encima. Por fortuna al final aquello quedó en un malentendido, y hasta me pareció simpática la jabalí. Aunque debo reconocer que no llegué a comprender muchas de lad cosas que dijo.
Allí nos encontrábamos. Los dos primeros sujetos que empezaron a viajar juntos, el origen de todo ese grupo. Aquella vez, Lance me encontró, comenzamos a viajar juntos. No se por qué accedí realmente, no quería tener cercanía con nadie, pero este hombre me hizo confiar cuando parecía algo imposible. Y me sentía gratamente agradecido de que haya podido crear esa sensación en mí. Ahora estábamos en aquella playa. Me encontraba en la orilla, me gustaba sentir el tacto del mar en mis pies, y en las piernas. Me había quitado el calzado y arremangado los camales del pantalón. Pero cada vez que llegaba una ola muy fuerte me echaba hacia atrás, de algún modo temía que me arrastrase la corriente.
El mar me llamaba, me gustaba encontrarme en alta mar, donde era yo quien llevaba y guiaba mi propio rumbo, o al menos esperaba serlo no muy tarde. Había paz, la calma que mecía con suavidad el casco del barco, permitiéndote relajarte. Sentir la brisa en el rostro, saber que hay nuevos horizontes más allá, nuevos lugares que descubrir, nuevas aventuras que vivir. Y debía decir, que me gustaba vivir eso con Lance. En cierto modo sentía gran cercanía a él. Me sentía cómodo y seguro a su lado. Eso me transmitía paz. No sabía por qué, pero sentía que era gracias a él que podía confiar en la gente que me rodeaba.
Mirando al horizonte, hacia el mar, comprobé algo que me llamó la atención. Sin perder de vista aquella pequeña embarcación fui a la orilla a volver a ponerme ese calzado. Me quité la tierra de los pies y volví a calzarme. Miré a Lance un momento y volví a mirar hacia aquel barco. Una figura ondeando unos cabellos, que hasta se me antojaron brillantes como el sol, asomaba por encima. Se le veía apurada mientras la embarcación encallaba con fuerza en la arena.
-¿Y eso? -dije mirando a Lance un momento- Alomejor necesita ayuda, vamos a ver, Lance.
Comencé a avanzar, convencido que el peliblanco, a quien ahora llamaba capitán, me seguía de cerca. Mire aquella mujer directamente. Tenía una cara realmente agradable, buscaba su mirada de vuelta, tratando comprender si pediría ayuda o no. Por si acaso yo me acercaría y le preguntaría directamente, acompañado por mi capitán. Se me hacia extraño llamarle así, por lo general sólo tenían ese apelativo aquellos que dirigían una embarcación, y nosotros todavía no teníamos ninguna.
Quien si tenia una era esa mujer, aunque había que resaltar el hecho de que si estaba sola, como parecía, era un milagro que hubiera logrado llegar ella sola hasta la costa. Llevar un barco, por pequeño que sea, puede ser una tarea imposible para una sola persona. No creo que fuera tan loca esa mujer, debía de haber alguien más a bordo, con lo cual no necesitaría ayuda. A menos que a sus compañeros les haya ocurrido algo en el viaje, lo cual ya si que tendría sentido.
Llegamos a estar prácticamente delante de la embarcación, y sin titubear ni un instante le pregunté.
-Hola. ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?