Umibozu
El Naufragio
19-09-2024, 11:49 AM
Mi presencia pareció pasar bastante inadvertida, cosa que me sorprendió y agradecí a partes iguales. Generalmente ver a un coloso de dimensiones cuasi gigantes era suficiente para alterar y/o asustar a más de uno, pero esta vez no pareció ser el caso. No tardaría en comprender por qué. Un grito a pleno pulmón hizo que mirase en esa dirección. ¿Eso era una sirena? El disfraz era de la habitante del mar era tremendamente conveniente, arrancándome una sonora carcajada, pues inicialmente yo había tenido la misma idea. Además, el disfraz estaba increíblemente logrado y disimulaba perfectamente lo que para mí era evidente. Quizás los humanos creyeran que aquella cola no era más que otra parte muy conseguida del disfraz, sin embargo para un wotan era más que evidente que no. Devolví el saludo con efusividad.
Gente hablando aparentemente sola, alcohol a raudales, sirenas, marines, una bestia marina… ¿Qué clase de persona era Tofun? ¡Aquella boda parecía el capricho de un Dragón celestial! ¿No sería…? No. Descartado que no. El humano hormonado que hablaba solo y sangraba por la boca supuse que debía estar o muy drogado a estas alturas o hablando con diminutos seres de la raza del Nanoplancton. A juzgar por sus reacciones y tiempos de espera, supuse que sería lo segundo. Además, era lo más lógico pues el viejo y legendario tontatta no se casaría y dejaría fuera a sus compañeros de los que tanto me había hablado. Y hablando de tontattas.
-¡Gracias-lurk! – extendí la palma de la mano para que el enano me pusiera la bebida - ¿De verdad-lurk? – sin embargo la realidad fue algo muy distinta y bizarra. Tofun se acercó a mi boca y extendió su dedo. Ya sabía que tenía la capacidad de generar alcohol, así que recogí la mano al ver que no habría vaso para mí, sino que tendría que beber directamente del manantial, saqué la lengua y envolví con ella a mi diminuto amigo, haciendo presión. Me lo llevé a la boca y comencé a exprimirlo haciendo una ligera presión con la lengua contra el paladar, igual que lo haría un alevín humano con el pezón del pecho de su madre. ¡El se lo había buscado al ofrecerse como fuente primaria de mi vicio! ¿Acaso no pensaría que con su minúsculo dedo podría beber directamente, no?
-¡Delicioso-lurk! – la mezcla de sabor del ron dulce con el suave sake, aromatizado con el toque de algas marinas era increíble - ¡MUY delicioso-lurk! – apreté con algo más de fuerza. Quizás demasiada y pudiera hacerle algo de daño, pero quería exprimir aquel sabor al máximo. Rápidamente sentí como el líquido generaba el típico calor alcohólico allá por donde pasaba, revigorizando y haciéndome sentir más enérgico y vigoroso. Exprimí un poco más para saborear las últimas gotas y cesé la presión, abrí la boca y sacando la lengua liberaría de nuevo al alambique humano sobre la palma de la mano, la cual llevaría hasta el suelo para Tofun descendiese y pudiera seguir atendiendo al resto de invitados. Completamente babeado, sí, pero mejor eso que devorado, ¿no?
Permanecí en el acantilado dejando que tan solo mi cabeza y parte del cuerpo se viera. Me resultaba más cómodo eso que no subir donde el resto y terminar pisando a alguno de aquellos pequeños seres. Bailaba desde mi posición, recordando como había destrozado ese mismo acantilado días antes en mi combate contra Tofun cuando el mar, caprichoso, nos unió de aquella manera tan peculiar. Ahora a plena luz del día el destrozo era más grande de lo que había pensado en un primer momento.
-¡Yeeeeeee pescao!
Miré al suelo, pero no había nadie. Sentí un terrible deja vu que me dejó ligeramente desconcertado. Unos instantes más tarde caí en la cuenta que debía tratarse de alguno de los tontattas amigos de Tofun. Me agaché y acerqué el rostro al suelo lo máximo posible. Allí estaba. Otro enano de tamaño diminuto que saludaba enérgicamente. Dada su edad, era posible que se quebrase algún hueso si no controlaba un poco el entusiasmo
– Así que tú debes ser la bestia marina de la que Tofun nos ha hablado – asentí.
-¡Ay…
-… va!
-¡Pero si era verdad!
-Creíamos que…
-… se lo estaba inventando
-Tofun el Grande nunca inventa-lurk – respondí al trío tirando de ironía. Los cuatro reímos a carcajadas. Entre los tontattas había un par de gemelos que habían llegado la conexión fraternal a otro nivel. Se completaban las frases el uno al otro y cuando no, ¡decían exactamente lo mismo al unísono! Mágico. Poco después se presentaron como El Chino y los gemelos Piki y Miki. Faltaba un cuarto tontatta, el Máquina.
-¡Bebamos-lurk! ¡Kampai-lurk!
Gente hablando aparentemente sola, alcohol a raudales, sirenas, marines, una bestia marina… ¿Qué clase de persona era Tofun? ¡Aquella boda parecía el capricho de un Dragón celestial! ¿No sería…? No. Descartado que no. El humano hormonado que hablaba solo y sangraba por la boca supuse que debía estar o muy drogado a estas alturas o hablando con diminutos seres de la raza del Nanoplancton. A juzgar por sus reacciones y tiempos de espera, supuse que sería lo segundo. Además, era lo más lógico pues el viejo y legendario tontatta no se casaría y dejaría fuera a sus compañeros de los que tanto me había hablado. Y hablando de tontattas.
-¡Gracias-lurk! – extendí la palma de la mano para que el enano me pusiera la bebida - ¿De verdad-lurk? – sin embargo la realidad fue algo muy distinta y bizarra. Tofun se acercó a mi boca y extendió su dedo. Ya sabía que tenía la capacidad de generar alcohol, así que recogí la mano al ver que no habría vaso para mí, sino que tendría que beber directamente del manantial, saqué la lengua y envolví con ella a mi diminuto amigo, haciendo presión. Me lo llevé a la boca y comencé a exprimirlo haciendo una ligera presión con la lengua contra el paladar, igual que lo haría un alevín humano con el pezón del pecho de su madre. ¡El se lo había buscado al ofrecerse como fuente primaria de mi vicio! ¿Acaso no pensaría que con su minúsculo dedo podría beber directamente, no?
-¡Delicioso-lurk! – la mezcla de sabor del ron dulce con el suave sake, aromatizado con el toque de algas marinas era increíble - ¡MUY delicioso-lurk! – apreté con algo más de fuerza. Quizás demasiada y pudiera hacerle algo de daño, pero quería exprimir aquel sabor al máximo. Rápidamente sentí como el líquido generaba el típico calor alcohólico allá por donde pasaba, revigorizando y haciéndome sentir más enérgico y vigoroso. Exprimí un poco más para saborear las últimas gotas y cesé la presión, abrí la boca y sacando la lengua liberaría de nuevo al alambique humano sobre la palma de la mano, la cual llevaría hasta el suelo para Tofun descendiese y pudiera seguir atendiendo al resto de invitados. Completamente babeado, sí, pero mejor eso que devorado, ¿no?
Permanecí en el acantilado dejando que tan solo mi cabeza y parte del cuerpo se viera. Me resultaba más cómodo eso que no subir donde el resto y terminar pisando a alguno de aquellos pequeños seres. Bailaba desde mi posición, recordando como había destrozado ese mismo acantilado días antes en mi combate contra Tofun cuando el mar, caprichoso, nos unió de aquella manera tan peculiar. Ahora a plena luz del día el destrozo era más grande de lo que había pensado en un primer momento.
-¡Yeeeeeee pescao!
Miré al suelo, pero no había nadie. Sentí un terrible deja vu que me dejó ligeramente desconcertado. Unos instantes más tarde caí en la cuenta que debía tratarse de alguno de los tontattas amigos de Tofun. Me agaché y acerqué el rostro al suelo lo máximo posible. Allí estaba. Otro enano de tamaño diminuto que saludaba enérgicamente. Dada su edad, era posible que se quebrase algún hueso si no controlaba un poco el entusiasmo
– Así que tú debes ser la bestia marina de la que Tofun nos ha hablado – asentí.
-¡Ay…
-… va!
-¡Pero si era verdad!
-Creíamos que…
-… se lo estaba inventando
-Tofun el Grande nunca inventa-lurk – respondí al trío tirando de ironía. Los cuatro reímos a carcajadas. Entre los tontattas había un par de gemelos que habían llegado la conexión fraternal a otro nivel. Se completaban las frases el uno al otro y cuando no, ¡decían exactamente lo mismo al unísono! Mágico. Poco después se presentaron como El Chino y los gemelos Piki y Miki. Faltaba un cuarto tontatta, el Máquina.
-¡Bebamos-lurk! ¡Kampai-lurk!