Takahiro
La saeta verde
20-09-2024, 02:35 PM
(Última modificación: 20-09-2024, 03:01 PM por Takahiro.)
Y de golpe, todo terminó. El fuego se había extinguido, y tan solo el sonido del crepitar de la madera se podía escuchar durante un instante que se hizo eterno, tan largo como el primer beso entre dos amantes, pero al mismo tiempo tan corto como un suspiro. Algunos marines se abrazaban entre sí, mientras otros parecían estar llorando de alegría al saber que aquel infierno se había acabado. Sin embargo, Takahiro era uno de los pocos marines allí presentes que era consciente de que todo aquello acababa de empezar. Su fracaso en la anterior misión los había había llevado a la venganza del hombre de chocolate, haciendo que el peso que recaía sobre sus hombros fuera aún mayor. ¿Lo peor? Que de su boca habían salido palabras buenas hacia Shawn; y eso le repugnaba.
Algunos marines se acercaron a él para agradecerles su labor organizativa, siendo un sargento de la escuela del palo en el culo como Shawn el que fue más efusivo.
—Muchas gracias, Sargento Kenshin —le dijo el marine—. No sé que habríamos hecho sin sus indicaciones y sin la ayuda de vuestro escuadrón. Tengo que acercarme a los suboficiales Raimond y Monogusa para agradecerles también por su grandiosa actuación. ¡Ah! —exclamó—. Y a la recluta Camille. Ha sido un espectáculo verla.
—Ha sido un placer —le dijo, con gesto de circunstancia.
Sin más fuerzas, agotado por el cansancio y la tensión del tiempo que había estado buscando la manera de apagar el fuego, se dejó caer de culo sobre el suelo, cerca del lugar donde se encontraba la Oni, aunque sus compañeros tampoco tardaron mucho en situarse junto a ellos.
—Esto solo acaba de empezar —le dijo, mientras su mirada estaba en los escombros que se encontraba en frente, humeando—. Si hay alguna rata en el cuartel es muy probable que siga con nosotros para informar a sus jefes de nuestros pasos. A fin de cuentas, si ha ocurrido esto por mi incompetencia. De haber sido más hábil en aquel momento… —hizo una pausa, suspirando—, habríamos podido acabar antes con el trajeado.
Con mucha impotencia el peliverde golpeó el suelo, notando como la piel de sus nudillos se rasgaban con la dura tierra del suelo. Un pequeño hilo de sangre emergió de ellos, pero nada que no curara un poco de desinfectante y agua. Entonces, pasado un rato, completamente cubierto de hollín apareció Shawn, que se quedó a su lado. Durante un momento pensó en que iba a reñirlos de alguna forma, pero las palabras que salieron de su boca sorprendieron al peliverde.
—No lo habéis hecho tan mal —soltó con cierto desdén, sin tan siquiera atreverse a mirarlos directamente—. Pero no os confiéis.
Y tras esas palabras se marchó.
Takahiro no pudo evitar reírse después, aunque tras escuchar a sus compañeros cayó en una cuestión muy importante:
—¿Por qué no nos habías dicho que eras un pajarraco ardiente? —le preguntó al rubio, clavando los ojos sobre él con asombro—. ¡Es increíble!
Algunos marines se acercaron a él para agradecerles su labor organizativa, siendo un sargento de la escuela del palo en el culo como Shawn el que fue más efusivo.
—Muchas gracias, Sargento Kenshin —le dijo el marine—. No sé que habríamos hecho sin sus indicaciones y sin la ayuda de vuestro escuadrón. Tengo que acercarme a los suboficiales Raimond y Monogusa para agradecerles también por su grandiosa actuación. ¡Ah! —exclamó—. Y a la recluta Camille. Ha sido un espectáculo verla.
—Ha sido un placer —le dijo, con gesto de circunstancia.
Sin más fuerzas, agotado por el cansancio y la tensión del tiempo que había estado buscando la manera de apagar el fuego, se dejó caer de culo sobre el suelo, cerca del lugar donde se encontraba la Oni, aunque sus compañeros tampoco tardaron mucho en situarse junto a ellos.
—Esto solo acaba de empezar —le dijo, mientras su mirada estaba en los escombros que se encontraba en frente, humeando—. Si hay alguna rata en el cuartel es muy probable que siga con nosotros para informar a sus jefes de nuestros pasos. A fin de cuentas, si ha ocurrido esto por mi incompetencia. De haber sido más hábil en aquel momento… —hizo una pausa, suspirando—, habríamos podido acabar antes con el trajeado.
Con mucha impotencia el peliverde golpeó el suelo, notando como la piel de sus nudillos se rasgaban con la dura tierra del suelo. Un pequeño hilo de sangre emergió de ellos, pero nada que no curara un poco de desinfectante y agua. Entonces, pasado un rato, completamente cubierto de hollín apareció Shawn, que se quedó a su lado. Durante un momento pensó en que iba a reñirlos de alguna forma, pero las palabras que salieron de su boca sorprendieron al peliverde.
—No lo habéis hecho tan mal —soltó con cierto desdén, sin tan siquiera atreverse a mirarlos directamente—. Pero no os confiéis.
Y tras esas palabras se marchó.
Takahiro no pudo evitar reírse después, aunque tras escuchar a sus compañeros cayó en una cuestión muy importante:
—¿Por qué no nos habías dicho que eras un pajarraco ardiente? —le preguntó al rubio, clavando los ojos sobre él con asombro—. ¡Es increíble!