Asradi
Völva
20-09-2024, 05:30 PM
La risa de Asradi tardó un poco en apagarse. ¡Había conseguido hacer sonrojar a Galhard! Con eso ya se daba por satisfecha, de momento. Miró hacia Ubben al cual dedicó una enorme sonrisa. Se lo estaba pasando en grande. Al principio había acudido y estaba algo dudosa de estar con tanta gente que no conocía. Siempre había sido bastante cuidadosa y desconfiada, pero por una razón de peso. Una que llevaba escondida en su espalda, y que conjuntaba con la cola de sirena que, ahora, disimulaba el disfraz.
Se hizo con una jarra de cerveza cuando una bandeja pasó cerca de ella, dando un buen trago. También alzó la mano para saludar al wotan de nuevo. Cuando vió como Galhard se aproximaba para saludar, se le ensanchó ligeramente la sonrisa. Se mantuvo, por su parte, ahí acomodada, bien en el papel de sushi, tal y como iba disfrazada.
— No pensé que te vería por estes lares. — Comentó una vez el pelicastaño estuvo lo suficientemente cerca como para poder entablar conversación de manera cómoda. Sin mucho reparo, Asradi le miró de arriba a abajo. Se le escapó una nueva risita, aunque esta vez mucho más comedida.
El disfraz de plátano era una verdadera joyita y, lo peor de todo, es que le sentaba de maravilla. La sirena sonrió de nuevo, esta vez con un aire juguetón en su mirada.
— Y mucho menos con esta pinta. Pero te queda bien. Espero no haberte avergonzado mucho. — En realidad lo decía por decir, porque se lo estaba pasando teta de haber hecho sonrojar al marine. Luego miró un poco más allá, a ver si veía a más marines disfrazados como Galhard, pero ahora era el pelicastaño quien tenía toda su atención.
— Hacía tiempo que no nos veíamos. ¿Cómo te ha id-...? — Asradi no terminó la frase.
Sintió la sombra de una mole a sus espaldas, y cuando echó un poco la cabeza hacia atrás y la mirada hacia arriba, vió y reconoció a Ragnheidr, con Airgid colgada de su hombro. Sonrió.
— ¡Hey! — Dijo, a modo de saludo. Incluso alzó una mano para quitarle a Ragn, de la bandeja, un pequeño tentempié, muy gustosamente. — ¡Come antes de hablar, animal! — Le regañó al gigantón rubio, sobre todo cuando algún trocito le cayó en el medio y medio de la cabeza.
La sirena bufó un poco en descontento, pasándose la mano por la zona para retirar las migajas. Luego miró de reojo y alternativamente a sus amigos y a Galhard.
— Os presento: Gal, estos son Airgid y Ragnheidr, son unos amigos que he conocido hace poco. — Le guiñó un ojo a ambos, aunque le encantaba el disfraz de piruleta de la rubia. — Chicos, él es Galhard. Un marine que conocí en Kilombo hace ya... ¿Cuánto ha pasado? — Miró al pelicastaño. — Un año ya.
Sonrió levemente. Había sido un encuentro corto, pero agradable.
— Y no, no “ser novio”. — Corrigió a Ragn, dándole una palmadita en el muslo. O donde llegase, vaya.
Se hizo con una jarra de cerveza cuando una bandeja pasó cerca de ella, dando un buen trago. También alzó la mano para saludar al wotan de nuevo. Cuando vió como Galhard se aproximaba para saludar, se le ensanchó ligeramente la sonrisa. Se mantuvo, por su parte, ahí acomodada, bien en el papel de sushi, tal y como iba disfrazada.
— No pensé que te vería por estes lares. — Comentó una vez el pelicastaño estuvo lo suficientemente cerca como para poder entablar conversación de manera cómoda. Sin mucho reparo, Asradi le miró de arriba a abajo. Se le escapó una nueva risita, aunque esta vez mucho más comedida.
El disfraz de plátano era una verdadera joyita y, lo peor de todo, es que le sentaba de maravilla. La sirena sonrió de nuevo, esta vez con un aire juguetón en su mirada.
— Y mucho menos con esta pinta. Pero te queda bien. Espero no haberte avergonzado mucho. — En realidad lo decía por decir, porque se lo estaba pasando teta de haber hecho sonrojar al marine. Luego miró un poco más allá, a ver si veía a más marines disfrazados como Galhard, pero ahora era el pelicastaño quien tenía toda su atención.
— Hacía tiempo que no nos veíamos. ¿Cómo te ha id-...? — Asradi no terminó la frase.
Sintió la sombra de una mole a sus espaldas, y cuando echó un poco la cabeza hacia atrás y la mirada hacia arriba, vió y reconoció a Ragnheidr, con Airgid colgada de su hombro. Sonrió.
— ¡Hey! — Dijo, a modo de saludo. Incluso alzó una mano para quitarle a Ragn, de la bandeja, un pequeño tentempié, muy gustosamente. — ¡Come antes de hablar, animal! — Le regañó al gigantón rubio, sobre todo cuando algún trocito le cayó en el medio y medio de la cabeza.
La sirena bufó un poco en descontento, pasándose la mano por la zona para retirar las migajas. Luego miró de reojo y alternativamente a sus amigos y a Galhard.
— Os presento: Gal, estos son Airgid y Ragnheidr, son unos amigos que he conocido hace poco. — Le guiñó un ojo a ambos, aunque le encantaba el disfraz de piruleta de la rubia. — Chicos, él es Galhard. Un marine que conocí en Kilombo hace ya... ¿Cuánto ha pasado? — Miró al pelicastaño. — Un año ya.
Sonrió levemente. Había sido un encuentro corto, pero agradable.
— Y no, no “ser novio”. — Corrigió a Ragn, dándole una palmadita en el muslo. O donde llegase, vaya.