Camille Montpellier
El Bastión de Rostock
20-09-2024, 05:56 PM
Cuando abandonaron el despacho de la capitana, Camille se pasó una buena parte del trayecto hacia el almacén de pruebas cavilando en su cabeza. Dados los últimos sucesos, no sería la primera ni por desgracia la última vez que tendrían que lidiar con infiltrados en el G-31. Empezaba a dudar sobra la profesionalidad de los mecanismos de filtraje a la hora de contratar a los nuevos reclutas pero, bien pensado, ¿Cómo ibas a filtrar durante alistamientos en masa? No tenía mucho sentido, o al menos no para ella. Quizá sí que podrían implementarse medidas de vigilancia en los recién llegados, pero eso como mucho atrasaría que empezasen a actuar. No parecía un dilema que tuviera fácil solución, aunque seguramente ese tipo de situaciones fueran casos aislados... que por casualidad parecían amontonarse en Loguetown.
La recluta salió de sus pensamientos cuando Octojin se dirigió a ella, dirigiéndole una mirada aún algo perdida en la marea de ideas. A decir verdad, no era el tipo de marine que se acostumbrase a meter en investigaciones. A veces las apariencias engañaban, pero en el caso de Camille no había ninguna duda de que se le daba mejor entrar en acción que trazar planes a seguir. Ni siquiera le gustaba estar al mando de otras personas, no hablemos ya de llevar el liderazgo en la resolución de un crimen. Eso sí, era de mente ágil.
Se encogió un poco de hombros y suspiró, volviendo la vista al frente.
—Sinceramente, no lo tengo claro. Quizá cuando veamos esos registros se me ocurra algo, pero tenemos muy pocos datos como para sacar conclusiones. Es pronto aún —explicó. Lo cierto es que estaba probablemente igual de perdida que su compañero, pero por algún sitio tenían que empezar—. Probablemente tuviera... y supongo que la administración de la base se habrá ocupado de informarles. O algún compañero cercano, tal vez.
Así era la vida de la mayoría de marines, al menos de quienes no llegaban a alcanzar una gran fama y reconocimiento. Eran todo un cuerpo que actuaba a lo largo y ancho de los mares, afrontando peligros que el grueso de la población ni se imaginaba con el objetivo de que siguieran pudiendo vivir sin hacerlo. Por desgracia, conseguir esos resultados se pagaba con sangre y vidas valiosas e irremplazables. Eso era lo que no te contaban al alistarte, y desde luego tampoco se lo decían a la gente de a pie. Servir bajo la bandera de la Marina podía llevar a que se te exigiera dar tu vida para proteger a los demás, algo que casi todos tenían presente, pero a lo que inevitablemente se le daba vueltas en situaciones como aquella. No quería ni imaginarse el dolor que la pérdida de aquel muchacho provocaría en los hogares de sus seres queridos.
No tardaron mucho en llegar hasta los archivos, sitio donde se toparon con el viejo veterano que estaba al cargo de su gestión junto a varios de sus ayudantes. Por lo que hablaban, parecía que llevaba toda la mañana siendo interrogado por otros compañeros suyos. No era para menos después de lo ocurrido.
—Tal vez repitamos alguna pregunta, así que perdón por adelantado —le dijo la oni, sonriendo amablemente al hombre. No era la primera vez que lo veía, ya que era conocido en la base. ¿Cómo no serlo?— Pero intentaremos ir al grano. De todos modos, antes de nada me gustaría revisar los registros. La capitana Montpellier nos ha dado su visto bueno.
Dicho esto, Camille y Octojin se pusieron a revisar los archivos. Repartieron equitativamente la documentación, aunque el hombre-pez recurría casi siempre a ella para asegurarse de que no se le hubiera pasado nada desapercibido. No pudo evitar preguntarse de dónde venía toda esa inseguridad, aunque lo justificó con que el gyojin no estaría habituado a la burocracia, mucho menos a la de un cuartel militar como ese. Lo que seguía sin cuadrarle era que, en algunos de los documentos que compartió con ella, había datos más que evidentes de personas que habían salido y entrado del archivo en horas cercanas al asesinato. ¿Quizá no se sentía cómodo señalando sospechosos tan pronto? Fuera como fuese, tenían a la abogada de oficio de Loguetown y a un tal Brian que no figuraba en ningún otro día de los registros.
La recluta alzó la mirada cuando su compañero se levantó, asintiendo ante su petición.
—Sí, ese cartero es una pista que no podemos ignorar. Igual son solo prejuicios de Gaul, pero no podemos tomarlos como tal sin asegurarnos antes. Búscalo, yo haré algunas preguntas más aquí y seguiré mirando por si encuentro algo más.
Una vez se hubo marchado, Camille se dirigió directamente hacia Gaul y sus dos ayudantes, a quienes miró con una mezcla de suspicacia y confusión. Iba a ser muy complicado referirse a ellos y que entendieran a cuál de los dos se estaba dirigiendo. Supuso que se había visto en situaciones mucho peores que esa.
—Señor —desconocía su rango pero sabía que era su superior, así que lo trató con el respeto que le correspondía—, me temo que voy a tener que hacerle algunas preguntas. Espero que al menos sean nuevas. —Esto último lo dijo con intención de suavizar su carácter, de modo que quizá soltase prenda con mayor facilidad—. En los registros figura un soldado de nombre Brian. Es la primera vez que viene al archivo según los registros y me parece mucha coincidencia. ¿Recuerda para qué vino?
La abogada de momento era la persona menos sospechosa de todas, aunque no se había olvidado de ella. Si no encontraba en el resto de sospechosos ningún hilo del que tirar, seguramente no le quedara más remedio que tratar de buscar alguno en ella. Esperó a que Gaul contestase su pregunta con paciencia, si es que lo hacía, antes de seguir.
—Dice usted que este cartero, aunque aparente ser amable, se escabulle a escondidas sin ser visto. ¿Esto se lo han contado o lo ha visto con sus propios ojos? Y... ¿Sabría darme más detalles al respecto?
No esperaba que los prejuicios de Gaul fueran a conducirle tan fácilmente hacia el culpable, pero no perdía nada por conseguir algo más de información.
La recluta salió de sus pensamientos cuando Octojin se dirigió a ella, dirigiéndole una mirada aún algo perdida en la marea de ideas. A decir verdad, no era el tipo de marine que se acostumbrase a meter en investigaciones. A veces las apariencias engañaban, pero en el caso de Camille no había ninguna duda de que se le daba mejor entrar en acción que trazar planes a seguir. Ni siquiera le gustaba estar al mando de otras personas, no hablemos ya de llevar el liderazgo en la resolución de un crimen. Eso sí, era de mente ágil.
Se encogió un poco de hombros y suspiró, volviendo la vista al frente.
—Sinceramente, no lo tengo claro. Quizá cuando veamos esos registros se me ocurra algo, pero tenemos muy pocos datos como para sacar conclusiones. Es pronto aún —explicó. Lo cierto es que estaba probablemente igual de perdida que su compañero, pero por algún sitio tenían que empezar—. Probablemente tuviera... y supongo que la administración de la base se habrá ocupado de informarles. O algún compañero cercano, tal vez.
Así era la vida de la mayoría de marines, al menos de quienes no llegaban a alcanzar una gran fama y reconocimiento. Eran todo un cuerpo que actuaba a lo largo y ancho de los mares, afrontando peligros que el grueso de la población ni se imaginaba con el objetivo de que siguieran pudiendo vivir sin hacerlo. Por desgracia, conseguir esos resultados se pagaba con sangre y vidas valiosas e irremplazables. Eso era lo que no te contaban al alistarte, y desde luego tampoco se lo decían a la gente de a pie. Servir bajo la bandera de la Marina podía llevar a que se te exigiera dar tu vida para proteger a los demás, algo que casi todos tenían presente, pero a lo que inevitablemente se le daba vueltas en situaciones como aquella. No quería ni imaginarse el dolor que la pérdida de aquel muchacho provocaría en los hogares de sus seres queridos.
No tardaron mucho en llegar hasta los archivos, sitio donde se toparon con el viejo veterano que estaba al cargo de su gestión junto a varios de sus ayudantes. Por lo que hablaban, parecía que llevaba toda la mañana siendo interrogado por otros compañeros suyos. No era para menos después de lo ocurrido.
—Tal vez repitamos alguna pregunta, así que perdón por adelantado —le dijo la oni, sonriendo amablemente al hombre. No era la primera vez que lo veía, ya que era conocido en la base. ¿Cómo no serlo?— Pero intentaremos ir al grano. De todos modos, antes de nada me gustaría revisar los registros. La capitana Montpellier nos ha dado su visto bueno.
Dicho esto, Camille y Octojin se pusieron a revisar los archivos. Repartieron equitativamente la documentación, aunque el hombre-pez recurría casi siempre a ella para asegurarse de que no se le hubiera pasado nada desapercibido. No pudo evitar preguntarse de dónde venía toda esa inseguridad, aunque lo justificó con que el gyojin no estaría habituado a la burocracia, mucho menos a la de un cuartel militar como ese. Lo que seguía sin cuadrarle era que, en algunos de los documentos que compartió con ella, había datos más que evidentes de personas que habían salido y entrado del archivo en horas cercanas al asesinato. ¿Quizá no se sentía cómodo señalando sospechosos tan pronto? Fuera como fuese, tenían a la abogada de oficio de Loguetown y a un tal Brian que no figuraba en ningún otro día de los registros.
La recluta alzó la mirada cuando su compañero se levantó, asintiendo ante su petición.
—Sí, ese cartero es una pista que no podemos ignorar. Igual son solo prejuicios de Gaul, pero no podemos tomarlos como tal sin asegurarnos antes. Búscalo, yo haré algunas preguntas más aquí y seguiré mirando por si encuentro algo más.
Una vez se hubo marchado, Camille se dirigió directamente hacia Gaul y sus dos ayudantes, a quienes miró con una mezcla de suspicacia y confusión. Iba a ser muy complicado referirse a ellos y que entendieran a cuál de los dos se estaba dirigiendo. Supuso que se había visto en situaciones mucho peores que esa.
—Señor —desconocía su rango pero sabía que era su superior, así que lo trató con el respeto que le correspondía—, me temo que voy a tener que hacerle algunas preguntas. Espero que al menos sean nuevas. —Esto último lo dijo con intención de suavizar su carácter, de modo que quizá soltase prenda con mayor facilidad—. En los registros figura un soldado de nombre Brian. Es la primera vez que viene al archivo según los registros y me parece mucha coincidencia. ¿Recuerda para qué vino?
La abogada de momento era la persona menos sospechosa de todas, aunque no se había olvidado de ella. Si no encontraba en el resto de sospechosos ningún hilo del que tirar, seguramente no le quedara más remedio que tratar de buscar alguno en ella. Esperó a que Gaul contestase su pregunta con paciencia, si es que lo hacía, antes de seguir.
—Dice usted que este cartero, aunque aparente ser amable, se escabulle a escondidas sin ser visto. ¿Esto se lo han contado o lo ha visto con sus propios ojos? Y... ¿Sabría darme más detalles al respecto?
No esperaba que los prejuicios de Gaul fueran a conducirle tan fácilmente hacia el culpable, pero no perdía nada por conseguir algo más de información.