Dia 13 de Verano, Diario de Kael
Las horas en la taberna el día anterior habían pasado lentas pero por suerte el día había terminado. Me ajusté la capa sobre los hombros antes de abrir la puerta, dejando atrás el fresco de la tarde cuando ya empezaba a oscurecer. No era la primera vez que este lugar me recibía, llevaba ya un día aquí después de todo echando una mano por las noches. El tabernero, un hombre robusto con una barba densa, me observó con un aire de curiosidad, pero se dedicó a servir a los escasos clientes.Las conversaciones a mi alrededor eran una mezcla entre murmullos de borrachos y risas escandalosas, y al mismo tiempo se entrelazaban con los clac clac clac de las cartas, aumentando la sensación de que aquí en este bar no había prisa, la noche era joven. Cada vez que podía observaba los mapas en la pared, cada trozo de historia grabado en madera, hablaba de grandes viajes y aventuras, un tema que siempre me había gustado.
Me puse el delantal para ayudar al tabernero, mientras aprovechaba para tomarme algo yo también. Sorbo tras sorbo, el amargo consuelo comenzó a calar. Cada trago era un recordatorio de que estaba lejos de Oykot, lejos de las preocupaciones que había dejado a mis espaldas. Mientras mi bebida se reducía, iba aprovechando y limpiando el suelo, y las mesas a medida que los clientes iban llegando y yéndose. Un hombre de voz ronca entonó una canción sobre el Sake de Binks, y las risas fueron la respuesta que marcó la conexión entre desconocidos, mientras que otros decían que desafinaba mucho y mendrugos de pan llovieron por el local. Mendrugos que después tuve que limpiar, obviamente.
Pasó la primera parte de mi turno, en un batiburrillo lleno de entregas, intercambio de historias a medias, y una broma aquí y allá. La sensación de pertenencia creció mientras aprendía el arte del oficio, y en cierta manera me sentía bien conmigo mismo con cada sonrisa de satisfacción a medida que iba entregando las bebidas a los clientes. El ritmo de la vida aquí era diferente, definitivamente.