Galhard
Gal
21-09-2024, 01:05 AM
(Última modificación: 21-09-2024, 01:45 AM por Galhard.
Razón: posteamos sin estar atento el uno al otro.
)
Galhard - A bordo del barco, rumbo al Reino de Goa, 7 horas después del zarpe
El día había comenzado lleno de formalidades, tensiones y algún que otro desplante, pero lo cierto es que la misión seguía su curso sin demasiados contratiempos. O, al menos, así había sido hasta el momento. Mientras observaba el horizonte desde el timón, agradecía la paz temporal que el mar nos brindaba. La brisa salada era constante, y el golpeteo de las olas contra el casco del barco daba una sensación engañosa de tranquilidad. Incluso los delfines habían decidido acompañarnos un tramo, algo que normalmente habría sido motivo de disfrute, pero mi mente estaba demasiado enfocada en la misión.
Al final, había decidido no intervenir cuando Lovecraft se adelantó para corregir el trato descortés de la Sargento Bridget hacia Nagaki y Masao. Aunque por dentro compartía el descontento de Lovecraft, lo último que quería era crear fricciones innecesarias con la sargento. Los soldados que cargaron las maletas, incluido Masao, lo hicieron con discreción y sin quejas, lo que demostró que el equipo sabía trabajar en conjunto, aunque las órdenes fueran menos que honorables.Con la partida de Bridget y la llegada de la misteriosa carga a bordo, sabía que la responsabilidad total ahora recaía en él. El equipo, aunque diverso en personalidades, compartía un objetivo común: llevar la carga sana y salva. Había observado cómo Nagaki abordó la situación con diplomacia, y cómo los demás, como Anko y Cadmus, se mantenían vigilantes y comprometidos.
Ahora, tras siete horas de viaje y tras haber conocido al peculiar soldado Masao y haber recibido una estampita religiosa del mismo accedió a la petición del mismo de querer encargarse de los fogones como en su brigada de Logue Town.
—Anko, me gustaría que te quedases cerca de la mercancía, de todos nosotros eres la que más pericia puede tener en esta situación de pelea en un lugar reducido— Le dijo a su compañera con decisión, confiando plenamente en la fuerza de Anko sí ella era quien vigilaba la mercancía del maletín estaría algo más a salvo de cualquier persona que se hubiera podido infiltrar entre los marines o civiles.
El barco seguía su curso sin incidentes. El mar parecía habernos brindado su favor, y todo marchaba con una calma que, por alguna razón, me resultaba inquietante. Sabía lo suficiente para desconfiar de los viajes sin complicaciones.
Los pensamientos de Galhard fueron interrumpidos por un grito desde el puesto de guardia:
—¡Barco a babor! ¡Barco a babor!—
El corazón le dio un vuelco, pero sus manos no temblaron sobre el timón. El viaje había sido demasiado tranquilo. Inmediatamente, actuó con la rapidez que la situación demandaba.
—¡Todos a sus puestos! —gritó, haciendo que la tripulación se pusiera en alerta.
Sin perder tiempo, Galhard miró hacia la cofa, donde dos de los marines a los que había enviado más temprano ya escudriñaban el horizonte. Era esencial saber más antes de actuar precipitadamente. Podía ver cómo los demás comenzaban a movilizarse; algunos hacia la sala de cañones, tal como había organizado previamente, y otros hacia la cubierta, preparados para lo que pudiera venir. Lo primero que debía decidir era si abrir fuego o no.
Galhard se acercó al borde de la cubierta, intentando evaluar el barco enemigo. ¿Era un simple mercader, un pirata o algo peor? Por el momento, el navío desconocido no había disparado, pero tampoco hacía nada por detener su curso hacia la posición de los marines.
—No sabemos quiénes son, pero no podemos esperar a que nos disparen primero. —Su voz, aunque firme, no mostraba la temeridad de abrir fuego sin razón.
Galhard volvió al timón, listo para maniobrar.
—Vamos a ponernos en posición —ordenó — Haremos que el barco esté en un ángulo donde los cañones laterales puedan ser utilizados si es necesario. No abriremos fuego todavía, pero si esto se torna hostil, debemos ser los primeros en actuar. Que nadie dispare sin mi orden.—
Mientras hablaba, supervisaba cómo sus órdenes se cumplían con rapidez y eficiencia. Sabía que podía confiar en ellos para seguir sus instrucciones al pie de la letra. El poder de un equipo no radica solo en las órdenes que recibe, sino en la confianza que tienen entre ellos.
Galhard Volvió su atención al barco enemigo, ahora más cercano. ¿Qué tramaban? Aún dudaba en abrir fuego, pero no tenía dudas de que deberían estar preparados para cualquier eventualidad.
—Lovecraft, Cadmus —llamó, con la vista aún en el horizonte — Manteneos atentos. Si veis algo sospechoso, avisadme de inmediato. Y que alguien avise al soldado Masao de la situación... — ordenó a los marines que estaban con él para que uno de ellos fuera a buscar a Masao e hizo una pausa, recordando el comentario que había hecho antes sobre los "tronos blancos"— no pierdan de vista a los cañones. No queremos sorpresas desagradables.— Finalizó mientras achinaba aún más los ojos centrándose en el barco no identificado.
Al alrededor de Galhard, todo el equipo estaba en posición, preparado para lo que pudiera venir. Sabían que cualquier movimiento en falso podría desatar un conflicto que intentaban evitar, pero si debía pasar, estarían listos para enfrentarlo. La misión dependía no solo de la fuerza bruta, sino también de la inteligencia con la que actuasen.
El marine miró a sus compañeros y sintió una chispa de confianza. Sabía que podían superar cualquier obstáculo, siempre y cuando permaneciera claro su propósito: completar la misión y volver a salvo.
—Haced señas al barco enemigo, si no cesan su avance tenéis permiso para abrir fuego, Nuestro navío no será rápido o potente como un Galeón de la Marina pero eso no implica que no tengamos potencia de fuego... ¡Disparad la bala del cañón de Proa a modo de advertencia!— Ordenó con decisión mientras seguía con sus manos fijas en el timón, tratando de girar el barco, sabía que el mejor escenario sería un abordaje ya que reduciría los posibles daños a la mercancía pero no podía permitir el lujo de perder valiosos segundos y las salvas de cañón que podía disparar con el barco en su costado a estribor.