Asradi
Völva
21-09-2024, 05:35 PM
Era complicado manipularla cuando se trataba de dinero. Si había algo por lo que Asradi fuese complicada ese era, precisamente, el dinero. Podía ser muy irritante si se lo proponía. O muy manipuladora. El caso era realmente el mismo. Y, ahora, se había encontrado con alguien del que, creía, podía sacar una buena tajada. Solo tenía que jugar bien sus cartas.
Los ojos azules y preciosos de Asradi se mantuvieron en el chico, de manera coqueta y encantadora. Incluso mordiéndose sutilmente el labio inferior cuando la mano de él rozó, sutilmente, su frente al apartar parte de su oscuro flequillo. Ambos se habían enzarzado en una batalla silenciosa por ver quien sacaba mejor tajada del otro. Asradi era orgullosa, terriblemente orgullosa, no tenía pensado perder, a ser posible. Y utilizaría todo lo que estuviese a su alcance para conseguirlo.
— ¿Tú crees? Tú podrías ser uno especial si tan solo... — Le sonrió con un deje de dulzura cuando, posteriormente, alzó el monto del precio que el muchacho había ofrecido de manera inicial.
Asradi no era tonta. Siempre iba a usar sus artimañas en cuanto tuviese la menor oportunidad. Por eso había cambiado el tono de su voz, la forma de vibrar para que otros la escuchasen de tal forma que resultase ser irresistible.
Cuando el muchacho pareció aceptar el precio, la sonrisa de la joven pelinegra se ensanchó. Ya estaba hecho. No creía que hubiese sido tan fácil, pero había merecido la pena. Sobre todo cuando se vió con el dinero, guardado en sendos saquitos, en sus manos. El brillo azul de la sirena se tornó ligeramente codicioso, pero también satisfecho. Como si nada, resguardó el monto de dinero en su mochila, a buen recaudo.
— Entonces es un buen trato. Ten. — Sin más, le hizo entrega de la espada que, todavía, se encontraba sobre el mostrador. Lo sentía por el tendero, pero había encontrado una mejor oferta y que sí le satisfacía.
Ahora bien, no se esperaba que lo siguiente que fuese a formular el chico fuese una invitación, directamente, a una cita.
Asradi enarcó una ceja, sin poder evitarlo. Y sin poder disimularlo tampoco.
— ¿Un paseo? — No era algo que le llamase la atención, todo sea dicho. Mucho menos con aires románticos y con alguien a quien no conocía de nada.
Pero llevaba todo el día dando vueltas buscando un lugar donde pudiese vender la espada. Y ahora estaba hambrienta y cansada. Miró de reojo al chico. Había pensado en negarse y dejarle ahí, con dos palmos de narices, pero...
— Si incluyes una buena cena, quizás me lo piense. — Le sonrió de forma esplendorosa.
Aprovechada no. Lo siguiente.
Los ojos azules y preciosos de Asradi se mantuvieron en el chico, de manera coqueta y encantadora. Incluso mordiéndose sutilmente el labio inferior cuando la mano de él rozó, sutilmente, su frente al apartar parte de su oscuro flequillo. Ambos se habían enzarzado en una batalla silenciosa por ver quien sacaba mejor tajada del otro. Asradi era orgullosa, terriblemente orgullosa, no tenía pensado perder, a ser posible. Y utilizaría todo lo que estuviese a su alcance para conseguirlo.
— ¿Tú crees? Tú podrías ser uno especial si tan solo... — Le sonrió con un deje de dulzura cuando, posteriormente, alzó el monto del precio que el muchacho había ofrecido de manera inicial.
Asradi no era tonta. Siempre iba a usar sus artimañas en cuanto tuviese la menor oportunidad. Por eso había cambiado el tono de su voz, la forma de vibrar para que otros la escuchasen de tal forma que resultase ser irresistible.
Cuando el muchacho pareció aceptar el precio, la sonrisa de la joven pelinegra se ensanchó. Ya estaba hecho. No creía que hubiese sido tan fácil, pero había merecido la pena. Sobre todo cuando se vió con el dinero, guardado en sendos saquitos, en sus manos. El brillo azul de la sirena se tornó ligeramente codicioso, pero también satisfecho. Como si nada, resguardó el monto de dinero en su mochila, a buen recaudo.
— Entonces es un buen trato. Ten. — Sin más, le hizo entrega de la espada que, todavía, se encontraba sobre el mostrador. Lo sentía por el tendero, pero había encontrado una mejor oferta y que sí le satisfacía.
Ahora bien, no se esperaba que lo siguiente que fuese a formular el chico fuese una invitación, directamente, a una cita.
Asradi enarcó una ceja, sin poder evitarlo. Y sin poder disimularlo tampoco.
— ¿Un paseo? — No era algo que le llamase la atención, todo sea dicho. Mucho menos con aires románticos y con alguien a quien no conocía de nada.
Pero llevaba todo el día dando vueltas buscando un lugar donde pudiese vender la espada. Y ahora estaba hambrienta y cansada. Miró de reojo al chico. Había pensado en negarse y dejarle ahí, con dos palmos de narices, pero...
— Si incluyes una buena cena, quizás me lo piense. — Le sonrió de forma esplendorosa.
Aprovechada no. Lo siguiente.