Lance Turner
Shirogami
21-09-2024, 06:24 PM
A medida que pasaban las horas, la espera se hacía eterna. El aburrimiento era aún mayor de lo habitual, debido a la falta de clientela ante unos productos tan simples y poco llamativos. Durante todo el día habían acudido cientos de personas por las calles de aquel mercado, y un día más, sin éxito alguno en la captura de estos chicos.
Antes del anochecer, los tenderos ya habían recogido todos los puestos. Al terminar, se habían acercado curiosos al puesto donde se encontraba escondida Sowon, para saber cómo les había ido a ella y al tendero, y explicarles a su vez, lo que había sucedido en el resto de puestos.
- ¿Los habéis capturado? – Preguntó con cierta esperanza en el rostro una señora mayor, que había sido víctima de los robos un día más.
- No, no se atrevieron a robar aquí. – Respondió rápido el anciano que atendía aquel puesto falso de baratijas.
- Pues por mi tienda sí que robaron a sus anchas – Dijo el frutero con un claro tono de indignación. Ante su confirmación, se unieron la de varias personas, todas víctimas de uno de los mayores robos que habían sufrido en semanas.
Las miradas de preocupación se cruzaron entre todos los presentes, sintiéndose impotentes por haber vuelto a ser víctimas de ese dúo de chicos, pero con miedo a la ira de Sowon, la cual, pese a no haber sido de utilidad, había perdido un día por completo.
Poniendo en común lo sucedido, resultó que los chicos sí habían estado ejerciendo los robos típicos del día a día, pero al encontrarse frente al puesto falso no hicieron nada más que observar. En palabras del tendero, los jóvenes miraron con mucho recelo aquel sospechoso bulto que era Sowon, decidiendo largarse a varios puestos más adelante sin siquiera hacer amago alguno de robo.
- Señora… se me ocurre un cambio de planes… - Dijo el anciano tendero con voz temblorosa, temiendo provocar la ira de la Oni. – Quizá deba usted pasar más desapercibida… cambiar su aspecto a uno más común y menos llamativo… Tengo que reconocer que su porte, incluso entre las sábanas, hacía ver que era una persona fuerte y armada por la silueta…
El que era tendero del puesto de enfrente tomó la palabra, con menos miedo, pero guardando el respeto para evitar sufrir las consecuencias de enfadar a Sowon.
- Además, la sábana era muy fina para que usted pudiese ver a través de ella… pero en ocasiones, la luz hacía que se pudiese ver a través de la sábana si se quedaba un rato mirando… pero quizá los chicos pensaron que se trataba de una estatua, vaya a saber…
Fue en ese momento, que la anciana de mayor edad en el lugar, madre del tendero que había regentado el puesto falso, tomó la palabra.
- Hija… - Le dijo directamente a Sowon, sin miedo alguno a las represalias de estas. – Así vestida, parece que vas directa a la guerra… pero en el mercado, las personas somos más tranquilas y vestimos mucho más humilde… así vestida, con semejante arma, llamas mucho la atención. – Continuó hablando mientras se sentaba en una silla por lo difícil que le era continuar conversando de pie. – Así que, o te escondemos mucho mejor, o vamos a tener que ayudarte a vestirte para que seas uno de nosotros… ¿Qué prefieres, jovencita? – Dijo con una gran sonrisa amable en su rostro.
El fracaso había sido tan grande, que lo normal es que en los siguientes dos días, no acudiesen a robar los jóvenes, posponiendo el siguiente plan de captura al día 18 de Verano.
Antes del anochecer, los tenderos ya habían recogido todos los puestos. Al terminar, se habían acercado curiosos al puesto donde se encontraba escondida Sowon, para saber cómo les había ido a ella y al tendero, y explicarles a su vez, lo que había sucedido en el resto de puestos.
- ¿Los habéis capturado? – Preguntó con cierta esperanza en el rostro una señora mayor, que había sido víctima de los robos un día más.
- No, no se atrevieron a robar aquí. – Respondió rápido el anciano que atendía aquel puesto falso de baratijas.
- Pues por mi tienda sí que robaron a sus anchas – Dijo el frutero con un claro tono de indignación. Ante su confirmación, se unieron la de varias personas, todas víctimas de uno de los mayores robos que habían sufrido en semanas.
Las miradas de preocupación se cruzaron entre todos los presentes, sintiéndose impotentes por haber vuelto a ser víctimas de ese dúo de chicos, pero con miedo a la ira de Sowon, la cual, pese a no haber sido de utilidad, había perdido un día por completo.
Poniendo en común lo sucedido, resultó que los chicos sí habían estado ejerciendo los robos típicos del día a día, pero al encontrarse frente al puesto falso no hicieron nada más que observar. En palabras del tendero, los jóvenes miraron con mucho recelo aquel sospechoso bulto que era Sowon, decidiendo largarse a varios puestos más adelante sin siquiera hacer amago alguno de robo.
- Señora… se me ocurre un cambio de planes… - Dijo el anciano tendero con voz temblorosa, temiendo provocar la ira de la Oni. – Quizá deba usted pasar más desapercibida… cambiar su aspecto a uno más común y menos llamativo… Tengo que reconocer que su porte, incluso entre las sábanas, hacía ver que era una persona fuerte y armada por la silueta…
El que era tendero del puesto de enfrente tomó la palabra, con menos miedo, pero guardando el respeto para evitar sufrir las consecuencias de enfadar a Sowon.
- Además, la sábana era muy fina para que usted pudiese ver a través de ella… pero en ocasiones, la luz hacía que se pudiese ver a través de la sábana si se quedaba un rato mirando… pero quizá los chicos pensaron que se trataba de una estatua, vaya a saber…
Fue en ese momento, que la anciana de mayor edad en el lugar, madre del tendero que había regentado el puesto falso, tomó la palabra.
- Hija… - Le dijo directamente a Sowon, sin miedo alguno a las represalias de estas. – Así vestida, parece que vas directa a la guerra… pero en el mercado, las personas somos más tranquilas y vestimos mucho más humilde… así vestida, con semejante arma, llamas mucho la atención. – Continuó hablando mientras se sentaba en una silla por lo difícil que le era continuar conversando de pie. – Así que, o te escondemos mucho mejor, o vamos a tener que ayudarte a vestirte para que seas uno de nosotros… ¿Qué prefieres, jovencita? – Dijo con una gran sonrisa amable en su rostro.
El fracaso había sido tan grande, que lo normal es que en los siguientes dos días, no acudiesen a robar los jóvenes, posponiendo el siguiente plan de captura al día 18 de Verano.