Sowon
Luna Sangrienta
21-09-2024, 08:38 PM
Aquello había sido una pérdida de tiempo, mientras ella aguardaba los maleantes se dieron un festín con otros puestos, creyó que su camuflaje había sido bueno pero los comentarios de los tenderos le habían hecho darse cuenta de su error. Pecaba de destacar en exceso, a lo mejor podían contratarla como una especie de guardia para mantener lejos a cualquier interesado pero si su tarea era capturarlos no llegarían a nada en caso de seguir así. Estaba molesta pero prefirió ignorar el asunto de perder un día, ahora tenían información valiosa que podrían utilizar para finalmente dar con el resultado más esperado. Siguió escuchando a los tenderos, cada quien ofrecía alguna solución al asunto tanto como disfrazarla, ocultarla mejor o intentar hacerle pasar como una tendera más. Los planes eran buenos, cada uno a su manera, pero la Oni no veía claridad en ninguno, más que nada porque todos tenían alguna falla que ella ya había experimentado al creer que una sábana sería suficiente para ocultarle. Si se vestía como una tendera igualmente sus cuernos y su enorme tamaño espantarían no solo a los jóvenes, si se esforzaban en ocultarla tras cajas o mercancía solo llamarían más la atención. Ojalá pudiera ser como ese perro en la esquina, que estaba ahí pero nadie notaba porque era normal, reflexionó la frase nuevamente saboreando su simbolismo. Algo comenzaba a trabajar en su cabeza, llevó su mano al mentón volviendo a repetir la frase como un murmullo para sí misma, luego lo dijo con más entusiasmo en un rugido casi catártico. Lo tenía, sabía un camuflaje mucho mejor que los que le habían propuesto y reunió a los tenderos a su alrededor para comentar su idea, esta vez no intentarían ocultarla si no mostrarla a la vista de todos.
―Intentar hacerme pasar por hormigas humanas solo llamaría la atención, estos cuernos no son decoración y tampoco ustedes llegan a medir más que la mitad de mis piernas. Pero tengo una solución, en lugar de ocultarme debemos exponerme como ese perro de ahí. Mírenlo, es grandote, se ve rudo, imponente pero pese a todo eso nadie le presta atención más que para no pisarlo. Tengo una idea que nos beneficiará a todos, observen esto...―
Tomó su espada y comenzó a dibujar en la tierra, primero hizo un círculo representando la plaza, luego trazó una línea en el lugar donde quería representar los puestos y luego clavó la enorme punta en el centro de la plaza. Tenía un plan en mente, incluso si parecía una tonta por fuera este plan le resultaba infalible. Intentaba usar su carisma para comunicar la idea, pero también era una gran oportunidad de exponer su belleza y destacar entre aquellos seres diminutos a sus ojos, claro que el hecho de haberles dicho hormigas como una forma amigable a algunos tenderos no les hizo mucha gracia pero la rubia prosiguió con el plano trazado.
―Primero deberemos colocar los puestos en una medialuna alrededor del centro de la plaza, así podré verlos a todos mientras las personas pasean, pero eso no serviría de nada si yo estoy en el centro. La viejita patachueca lo ha dicho bien, me ven como un arma de guerra, pero nadie le prestaría atención a una estatua más que si fuese de oro o bronce. ¿Tú vendes pinturas métalicas no es así? Vas a pintarme y dejarme bien bella, de dorado o cobre. El chico que vende sillas también hará una silla para ser pintada, tenemos dos días para dejar todo listo. Luego de pintarme y sentarme en el centro de la plaza destaparán las sábanas y dirán que soy una... ¿Estatua dijo el hombrecillo? Sí, una estatua en honor a algún cuento de niños como pulgarcito. Con eso mataremos dos pájaros de un espadazo, primero yo podré vigilar todo lo que ocurra al mismo tiempo sin necesidad de esconderme y segundo que estaré en guardia para aproximarme sin muchas sorpresas. Incluso podrán decir que era eso lo que había bajo las sábanas hoy. Tenemos mucho que hacer, en especial encontrar una postura que no me resulte incómoda, vamos a aplastar a esos niñatos.―
El plan parecía adecuado pese a las formas de plantearlo, la rudeza de comunicarlo y algunos gestos entre los tenderos todos conocían la estrategia de la estatua humana. Algunos habían trabajado algunos años como estatuas para ganar dinero con el cual comprarse el puesto y podían ofrecerle consejos a la enorme Oni como las posturas más sencillas de mantener y los trucos para que nada le picase que partían desde una buena pintura corporal. Codo con codo, los comerciantes trabajaron en los siguientes dos días para convertir a su salvadora en una verdadera estatua de bronce y lo más costoso era trasladarle hasta el centro de la plaza para no levantar las sospechas. Sowon era una mujer que aunque atlética era bastante pesada para los estándares humanos, tuvieron que trasladarla sobre troncos y hacer que la silla rodase hasta el centro de la plaza. Un trabajo costoso pero que se logró, coronando la inauguración de la estatua con gran ilusión, todos parecían recordar a alguien cuando veían a la Oni dorada pero nadie era consciente de que de hecho estaba vigilando.
―Todo ha salido bien, deberemos esperar pero esta vez tenemos a todos los puestos vigilados y nadie se para a pensar en que hay una gigantesca criatura aguardando por su presa...―
Intuyó para sí misma la mujer permaneciendo quieta, tal como le habían enseñado a controlar su respiración y mover muy lentamente los ojos para camuflar sus parpadeos cuando nadie estuviera mirando. El hecho de tener los puestos frente a ella le facilitaba la complicidad de los tenderos, apenas esos dos chicos se dignasen a aparecer podría abordarlos desde la retaguardia, además de que habían estado practicando el día anterior sobre la mejor manera para intervenir sin que el sonido le delatase. Su espada, estaba sobre su regazo, facilitando que con solo un movimiento pudiese apuntar a la cabeza de cualquier delincuente sospechoso. Lo habían planeado bien, lo que el ingenio humano y la picardía de una Oni amante de la atención podían planificar para ocultarse literalmente frente a las narices de todo el mundo.
―Intentar hacerme pasar por hormigas humanas solo llamaría la atención, estos cuernos no son decoración y tampoco ustedes llegan a medir más que la mitad de mis piernas. Pero tengo una solución, en lugar de ocultarme debemos exponerme como ese perro de ahí. Mírenlo, es grandote, se ve rudo, imponente pero pese a todo eso nadie le presta atención más que para no pisarlo. Tengo una idea que nos beneficiará a todos, observen esto...―
Tomó su espada y comenzó a dibujar en la tierra, primero hizo un círculo representando la plaza, luego trazó una línea en el lugar donde quería representar los puestos y luego clavó la enorme punta en el centro de la plaza. Tenía un plan en mente, incluso si parecía una tonta por fuera este plan le resultaba infalible. Intentaba usar su carisma para comunicar la idea, pero también era una gran oportunidad de exponer su belleza y destacar entre aquellos seres diminutos a sus ojos, claro que el hecho de haberles dicho hormigas como una forma amigable a algunos tenderos no les hizo mucha gracia pero la rubia prosiguió con el plano trazado.
―Primero deberemos colocar los puestos en una medialuna alrededor del centro de la plaza, así podré verlos a todos mientras las personas pasean, pero eso no serviría de nada si yo estoy en el centro. La viejita patachueca lo ha dicho bien, me ven como un arma de guerra, pero nadie le prestaría atención a una estatua más que si fuese de oro o bronce. ¿Tú vendes pinturas métalicas no es así? Vas a pintarme y dejarme bien bella, de dorado o cobre. El chico que vende sillas también hará una silla para ser pintada, tenemos dos días para dejar todo listo. Luego de pintarme y sentarme en el centro de la plaza destaparán las sábanas y dirán que soy una... ¿Estatua dijo el hombrecillo? Sí, una estatua en honor a algún cuento de niños como pulgarcito. Con eso mataremos dos pájaros de un espadazo, primero yo podré vigilar todo lo que ocurra al mismo tiempo sin necesidad de esconderme y segundo que estaré en guardia para aproximarme sin muchas sorpresas. Incluso podrán decir que era eso lo que había bajo las sábanas hoy. Tenemos mucho que hacer, en especial encontrar una postura que no me resulte incómoda, vamos a aplastar a esos niñatos.―
El plan parecía adecuado pese a las formas de plantearlo, la rudeza de comunicarlo y algunos gestos entre los tenderos todos conocían la estrategia de la estatua humana. Algunos habían trabajado algunos años como estatuas para ganar dinero con el cual comprarse el puesto y podían ofrecerle consejos a la enorme Oni como las posturas más sencillas de mantener y los trucos para que nada le picase que partían desde una buena pintura corporal. Codo con codo, los comerciantes trabajaron en los siguientes dos días para convertir a su salvadora en una verdadera estatua de bronce y lo más costoso era trasladarle hasta el centro de la plaza para no levantar las sospechas. Sowon era una mujer que aunque atlética era bastante pesada para los estándares humanos, tuvieron que trasladarla sobre troncos y hacer que la silla rodase hasta el centro de la plaza. Un trabajo costoso pero que se logró, coronando la inauguración de la estatua con gran ilusión, todos parecían recordar a alguien cuando veían a la Oni dorada pero nadie era consciente de que de hecho estaba vigilando.
―Todo ha salido bien, deberemos esperar pero esta vez tenemos a todos los puestos vigilados y nadie se para a pensar en que hay una gigantesca criatura aguardando por su presa...―
Intuyó para sí misma la mujer permaneciendo quieta, tal como le habían enseñado a controlar su respiración y mover muy lentamente los ojos para camuflar sus parpadeos cuando nadie estuviera mirando. El hecho de tener los puestos frente a ella le facilitaba la complicidad de los tenderos, apenas esos dos chicos se dignasen a aparecer podría abordarlos desde la retaguardia, además de que habían estado practicando el día anterior sobre la mejor manera para intervenir sin que el sonido le delatase. Su espada, estaba sobre su regazo, facilitando que con solo un movimiento pudiese apuntar a la cabeza de cualquier delincuente sospechoso. Lo habían planeado bien, lo que el ingenio humano y la picardía de una Oni amante de la atención podían planificar para ocultarse literalmente frente a las narices de todo el mundo.