Marvolath
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22-09-2024, 02:28 PM
(Última modificación: 23-09-2024, 02:19 AM por Marvolath.
Razón: Añadir bonus de comida al daño y gasto de energía
)
- Gracias, Marvolath.
Aquel susurró resonó con una f uerza inesperada. Marvolath entrecerró los ojos, estudiando con desconfianza a Balagus y a esa respuesta que rara vez escuchaba tras curar a alguien. Las palabras no son más que sonidos que asociábamos a ideas y conceptos que usamos para comunicarnos. Sabía que las palabras podían hacer daño si uno no estaba debidamente protegido, pero estas palabras tenían otro efecto, alguna clase de medicina que él no había experimentado... hacían que se sintiera... ¿bien? Ya lo estudiaría. Miró a Balagus, y un destello cruzó la máscara de sus ojos. Asintió con la cabeza antes de retomar su labor.
Tiempo después, cuando ya hubieron comido y recuperado energías, despachado a los gorrones, y tratado a los heridos, sólo quedó esperar. Médico y paciente descansaban, el uno apoyado en un barril, revisando con decepción la colección de frasquitos, botitos, y saquitos que llenaban su mochila de aire, porque poco más contenían a estas alturas. El otro, tumbado en la improvisada camilla aparentemente más relajado, quizá por los calmantes o quizá por la promesa de acceder a nuevos fármacos.
Unos gritos de alarma, seguidos por un rápido redoble de pasos en todas direcciones y crujir de madera sobre su cabeza le hizo saber que se había acabado la espera. Recogió rápidamente sus pertenencias, dudando brevemente antes de guardar también el pequeño bote con restos de polvos azules.
- Parece que esa criatura que debíamos encontrar nos ha encontrado antes a nosotros. Quizá sea tu día de suerte, después de todo.
Aún no había llegado a las escaleras que subían a cubierta cuando una explosión en el exterior sacudió el barco, haciéndole perder el equilibrio. Los gritos en cubierta incrementaron en cantidad, intensidad, y terror. Unos cañones rugieron en cubierta, sacudiendo nuevamente el barco. Subió torpemente los escalones, agarrándose con fuerza al sentirse caer. La tormenta de voces y pasos, fruto y semilla del caes que reinaba en la tripulación, llenaba su cabeza y no le dejaba pensar. Cómo médico, siempre había considerado una suerte el no haber encontrado grandes peligros en sus años en el mar. Ahora que había llegado uno se sentía perdido y abrumado, sin saber qué hacer.
Vio a la criatura, grande como dos barcos y terrible como... como nada que hubiese visto anteriormente. Llegó a tiempo de ver a Balagus saltar sobre la criatura, sin ningún miedo o vacilación, sobre un arpón que tenía clavado el monstruo. Su propia voz resonó en su cabeza: "Yo no puedo hacer eso... caería al mar y quién sabe cuántos más habrá..."
Un viento sopló en medio de la tormenta, amainándola: la voz de Silver resonó, imponiéndose a todas las voces, comandando a la tripulación para que retomase sus puestos. "Puedo hacerlo". El barco se acercaba rápidamente a la criatura, y no dudó: cuanto estuvo lo suficientemente cerca saltó con la misma determinación que había visto segundos antes en Balagus, golpeando el mango del arpón con su bastón como si clavase un clavo. A este ritmo, sería carpintero sin proponérselo.
Fue como golpear una pared. Una pared que no estaba dispuesta a ser empujada y que, ofendida, lo empujó a él, devolviéndolo. Aterrizó en la cubierta, y una inesperada capa de grasa - no quiso pensar en los detalles - le hizo resbalar.
La voz de Silver resonó nuevamente, esta vez a su lado. Pedía un rifle, y recordó el arma de fuego que él llevaba desde hacía tiempo sin saber bien por qué. Él no usaba pistolas - eran letales y no tenía puntería -, y ni siquiera llevaba munición. La sacó y la lanzó.
- No tiene munición, pero seguro que consigues algo por aquí.
Aquel susurró resonó con una f uerza inesperada. Marvolath entrecerró los ojos, estudiando con desconfianza a Balagus y a esa respuesta que rara vez escuchaba tras curar a alguien. Las palabras no son más que sonidos que asociábamos a ideas y conceptos que usamos para comunicarnos. Sabía que las palabras podían hacer daño si uno no estaba debidamente protegido, pero estas palabras tenían otro efecto, alguna clase de medicina que él no había experimentado... hacían que se sintiera... ¿bien? Ya lo estudiaría. Miró a Balagus, y un destello cruzó la máscara de sus ojos. Asintió con la cabeza antes de retomar su labor.
Tiempo después, cuando ya hubieron comido y recuperado energías, despachado a los gorrones, y tratado a los heridos, sólo quedó esperar. Médico y paciente descansaban, el uno apoyado en un barril, revisando con decepción la colección de frasquitos, botitos, y saquitos que llenaban su mochila de aire, porque poco más contenían a estas alturas. El otro, tumbado en la improvisada camilla aparentemente más relajado, quizá por los calmantes o quizá por la promesa de acceder a nuevos fármacos.
Unos gritos de alarma, seguidos por un rápido redoble de pasos en todas direcciones y crujir de madera sobre su cabeza le hizo saber que se había acabado la espera. Recogió rápidamente sus pertenencias, dudando brevemente antes de guardar también el pequeño bote con restos de polvos azules.
- Parece que esa criatura que debíamos encontrar nos ha encontrado antes a nosotros. Quizá sea tu día de suerte, después de todo.
Aún no había llegado a las escaleras que subían a cubierta cuando una explosión en el exterior sacudió el barco, haciéndole perder el equilibrio. Los gritos en cubierta incrementaron en cantidad, intensidad, y terror. Unos cañones rugieron en cubierta, sacudiendo nuevamente el barco. Subió torpemente los escalones, agarrándose con fuerza al sentirse caer. La tormenta de voces y pasos, fruto y semilla del caes que reinaba en la tripulación, llenaba su cabeza y no le dejaba pensar. Cómo médico, siempre había considerado una suerte el no haber encontrado grandes peligros en sus años en el mar. Ahora que había llegado uno se sentía perdido y abrumado, sin saber qué hacer.
Vio a la criatura, grande como dos barcos y terrible como... como nada que hubiese visto anteriormente. Llegó a tiempo de ver a Balagus saltar sobre la criatura, sin ningún miedo o vacilación, sobre un arpón que tenía clavado el monstruo. Su propia voz resonó en su cabeza: "Yo no puedo hacer eso... caería al mar y quién sabe cuántos más habrá..."
Un viento sopló en medio de la tormenta, amainándola: la voz de Silver resonó, imponiéndose a todas las voces, comandando a la tripulación para que retomase sus puestos. "Puedo hacerlo". El barco se acercaba rápidamente a la criatura, y no dudó: cuanto estuvo lo suficientemente cerca saltó con la misma determinación que había visto segundos antes en Balagus, golpeando el mango del arpón con su bastón como si clavase un clavo. A este ritmo, sería carpintero sin proponérselo.
CON101
CONTUNDENTE
Ofensiva Activa
Tier 1
No Aprendida
17
1
Dando un firme paso en el que el usuario buscará generar toda la potencia de impulso y una cierta inercia con la que golpeara con su arma sin compasión a su objetivo causando un [Empuje] de 5 metros.
Golpe Básico + [FUEx2] de [Daño contundente]
Fue como golpear una pared. Una pared que no estaba dispuesta a ser empujada y que, ofendida, lo empujó a él, devolviéndolo. Aterrizó en la cubierta, y una inesperada capa de grasa - no quiso pensar en los detalles - le hizo resbalar.
La voz de Silver resonó nuevamente, esta vez a su lado. Pedía un rifle, y recordó el arma de fuego que él llevaba desde hacía tiempo sin saber bien por qué. Él no usaba pistolas - eran letales y no tenía puntería -, y ni siquiera llevaba munición. La sacó y la lanzó.
- No tiene munición, pero seguro que consigues algo por aquí.