Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
22-09-2024, 03:19 PM
La imponente figura mecánica no se movió ni un ápice desde su posición tras aparecer, yacía allí inerte sobre el campo de flores aguardando a su momento de actuar. No obstante su cabeza iba girando lentamente siguiendo la carrera desesperada de Percival, una mirada fría y vacía, que observaba con tristeza como esa pobre alma corría intentando llenarse de determinación. No obstante daba igual cuanto se corriera, daba igual cuanto intentara esconderse, en este mundo la reina roja lo sabia todo y llegado el momento tomaría la cabeza de aquel joven muchacho.
El joven Percival había tomado una sabia decisión, correr no era algo necesariamente malo, era un impulso prudente y evolutivo que nos ha permitido avanzar y prosperar desde tiempos inmemorables. La información en esos momentos era nula. No conocía la ubicación de donde estaba, no sabia a que se enfrentaba, no sabia cual seria exactamente su destino y mucho menos que le deparaba más adelante. Y no tener información era una debilidad inmensa que podría costar la vida, así que la única opción realmente correcta era avanzar en busca de respuestas y alejarse de la amenaza desconocida.
Pero sus pasos siguiendo aquel camino de baldosas amarillas lo condujo hacia un bosque. La diurna y colorida escena que precedió al bosque quedaba lejos a la vista, conforme más se adentrara Percival en la foresta siguiendo aquel dorado sendero más oscuro y frio se volvió el cielo conforme se formaban diversas cortinas de niebla en distancia, hasta el punto en que era difícil saber si era de día o de noche. Los arboles crecían retorcidos hasta que sus ramas desprovistas de cualquier hoja se perdían en el interior de la niebla como si se clavaran en la misma buscando desgarrarla. La vegetación apenas se concentraba en la tierra, entre las raíces, malas hierbas que parecían querer cazar los pies de algún incauto que pisara mal y algunas flores que dormían soltando un tenue silbido. Como única iluminación una serie de luciérnagas que flotaban por el ambiente.
El camino de baldosas amarillas concluyo, llegando a un claro en el bosque, allí un pequeño estanque tan oscuro que no se intuía la profundidad se formaba al juntarse arroyos diminutos que procedían de múltiples caminos y direcciones. Los arboles en este lugar parecían entrelazar sus ramas de formas más retorcidas y siniestras como cerrando cualquier sendero posible quedando el lugar como un aparente callejón sin salida. Sin embargo un pequeño tarareo inundo el lugar. Y una figura redondeada de colores blancos y rojos se comenzó a deslizar entre las ramas, quedándose posado sobre una muy grande desde la cual observaría a Percival.
- ¿Pero que tenemos aquí? - El animal raro tenia un timbre de voz que recordaba al de un hombre viejo - Parece que el pequeño Percival se ha perdido por el bosque, ha este paso el jovencito nunca llegara a la sala de fiestas... - El animal se hizo un poco el suelo como si estuviera divagando en sus pensamientos por unos segundos - Bueno, menos mal para ti que me asignaron ser un guía para las pobres almas en desgracia como tu.
El ser se deslizaría por las ramas de los arboles sin tocar el suelo hasta alcanzar el extremo opuesto del claro por el cual había entrado Percival - Bueno, si el camino quieres encontrar en lo más profundo de tu interior tendrás que ahondar - El felino raro sonrió enseñando una gran hilera de dientes - La única forma que tendrías de avanzar por aquí seria sacrificando una de las siguientes tres cosas, el camino que elijas indicara que estas dispuesto a sacrificar - De repente un sendero se formo a la derecha del animal, se intuían baldosas azules en él - Para el camino azul deberías sacrificar a tu propia madre, quien te trajo al mundo - Luego un sendero se abriría debajo de él, con un camino de baldosas rojas - Para el camino rojo deberías sacrificar al amor de tu vida, aquel ser por quien habrías sido capaz de procesar amor eterno - Y finalmente a la izquierda del ser un tercer sendero con baldosas moradas se formaría - Y para el camino morado deberías sacrificar a dos niños, son pequeños de apenas cinco años, aunque no tienen nada que ver contigo - El gato dejo unos momentos para que el joven pensara y luego prosiguió - Y entiende que a quien sacrifiques lo estarías entregando directamente a las manos de los nobles mundiales, los Tenryūbito, un destino francamente peor que la muerte, así que dime la respuesta desde lo más oscuro y profundo de tu alma...
El joven Percival había tomado una sabia decisión, correr no era algo necesariamente malo, era un impulso prudente y evolutivo que nos ha permitido avanzar y prosperar desde tiempos inmemorables. La información en esos momentos era nula. No conocía la ubicación de donde estaba, no sabia a que se enfrentaba, no sabia cual seria exactamente su destino y mucho menos que le deparaba más adelante. Y no tener información era una debilidad inmensa que podría costar la vida, así que la única opción realmente correcta era avanzar en busca de respuestas y alejarse de la amenaza desconocida.
Pero sus pasos siguiendo aquel camino de baldosas amarillas lo condujo hacia un bosque. La diurna y colorida escena que precedió al bosque quedaba lejos a la vista, conforme más se adentrara Percival en la foresta siguiendo aquel dorado sendero más oscuro y frio se volvió el cielo conforme se formaban diversas cortinas de niebla en distancia, hasta el punto en que era difícil saber si era de día o de noche. Los arboles crecían retorcidos hasta que sus ramas desprovistas de cualquier hoja se perdían en el interior de la niebla como si se clavaran en la misma buscando desgarrarla. La vegetación apenas se concentraba en la tierra, entre las raíces, malas hierbas que parecían querer cazar los pies de algún incauto que pisara mal y algunas flores que dormían soltando un tenue silbido. Como única iluminación una serie de luciérnagas que flotaban por el ambiente.
El camino de baldosas amarillas concluyo, llegando a un claro en el bosque, allí un pequeño estanque tan oscuro que no se intuía la profundidad se formaba al juntarse arroyos diminutos que procedían de múltiples caminos y direcciones. Los arboles en este lugar parecían entrelazar sus ramas de formas más retorcidas y siniestras como cerrando cualquier sendero posible quedando el lugar como un aparente callejón sin salida. Sin embargo un pequeño tarareo inundo el lugar. Y una figura redondeada de colores blancos y rojos se comenzó a deslizar entre las ramas, quedándose posado sobre una muy grande desde la cual observaría a Percival.
- ¿Pero que tenemos aquí? - El animal raro tenia un timbre de voz que recordaba al de un hombre viejo - Parece que el pequeño Percival se ha perdido por el bosque, ha este paso el jovencito nunca llegara a la sala de fiestas... - El animal se hizo un poco el suelo como si estuviera divagando en sus pensamientos por unos segundos - Bueno, menos mal para ti que me asignaron ser un guía para las pobres almas en desgracia como tu.
El ser se deslizaría por las ramas de los arboles sin tocar el suelo hasta alcanzar el extremo opuesto del claro por el cual había entrado Percival - Bueno, si el camino quieres encontrar en lo más profundo de tu interior tendrás que ahondar - El felino raro sonrió enseñando una gran hilera de dientes - La única forma que tendrías de avanzar por aquí seria sacrificando una de las siguientes tres cosas, el camino que elijas indicara que estas dispuesto a sacrificar - De repente un sendero se formo a la derecha del animal, se intuían baldosas azules en él - Para el camino azul deberías sacrificar a tu propia madre, quien te trajo al mundo - Luego un sendero se abriría debajo de él, con un camino de baldosas rojas - Para el camino rojo deberías sacrificar al amor de tu vida, aquel ser por quien habrías sido capaz de procesar amor eterno - Y finalmente a la izquierda del ser un tercer sendero con baldosas moradas se formaría - Y para el camino morado deberías sacrificar a dos niños, son pequeños de apenas cinco años, aunque no tienen nada que ver contigo - El gato dejo unos momentos para que el joven pensara y luego prosiguió - Y entiende que a quien sacrifiques lo estarías entregando directamente a las manos de los nobles mundiales, los Tenryūbito, un destino francamente peor que la muerte, así que dime la respuesta desde lo más oscuro y profundo de tu alma...