¿Sabías que…?
... Robin y Ussop son los encargados de cortarles el pelo a su tripulación, ya que después de todo, es algo que alguien debe hacer.
[Aventura] [Tier 4] Percival en la Villa de las Maravillas (Petición de Akuma)
Percival Höllenstern
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Mientras corría, con un corazón desbocado por la supervivencia, pude encontrar como el plano tornaba drásticamente hacia algo más oscuro y extraño. 
Advenedizo a aquel extraño paraje mutágeno, donde las leyes de la realidad no parecían aplicarse, pero al mismo tiempo, si parecían tener cierta constancia, fue casi en un parpadeo cuando me vi internado en un enmarañado y descuidado bosque oscuro, donde un estanque reinaba con paz, pero también como señal profunda de peligro.

La figura a mi espalda no se había movido un ápice, pero no alcanzaba a comprender la razón tras de ello. Probablemente, me vislumbraba como nosotros los humanos lo hacemos con las hormigas, con total fe y seguridad de su supremacía. Quizá era una representación de como los Nobles Mundiales nos veían al resto, o incluso un grupo más augusto, como los miembros del Gorosei.

De manera extraña, un extraño ser peludo cercano a un gato, comenzó a hablarme.
A sentenciar que mi destino se hilaba a través de una decisión que, a mi entender, hablaba completamente de quién era yo, de quién pretendía ser en el futuro y en qué buscaba convertirme.

Los Tenryūbito, aquellos monstruos que me encadenaron en mi juventud, no representan una simple condena, sino una perpetua pesadilla de poder desmedido y crueldad infinita. Al escuchar cada sendero descrito por el felino, mi mente se tornaría un torbellino de recuerdos, decisiones y sacrificios. No se trata simplemente de elegir una víctima; se trata de enfrentarme a la sombra de mi propia humanidad, o lo poco que queda de ella.

El camino azul, sacrificar a mi madre... la que me trajo al mundo. ¿Qué mundo? Uno roto, corrupto y podrido hasta su núcleo. ¿Fue acaso su culpa el destino que me tocó vivir? No. Ella misma fue una víctima, atrapada en el mismo sistema que me esclavizó, o aquello creo recordar. Pero aunque la carga de mi existencia no le pertenezca, la noción de entregarla a los mismos nobles que me encadenaron despierta una furia que arde en mi pecho. No, el destino de mi madre no debería estar en manos de aquellos que ya me han robado tanto. Sacrificarla sería traicionar la única chispa de pureza que alguna vez conocí.

Por otro lado, el sendero rojo... el amor de mi vida. La idea provoca una risa amarga en mi garganta. Amor eterno... ¿Cuándo fue la última vez que pude concebir algo tan frágil? Los recuerdos de un rostro perdido, de unos ojos que alguna vez me devolvieron algo de esperanza, titilan en mi mente, quizá una buena sonrisa de alguna niña agradecida conmigo en aquel submundo, pero es una llama que se apagó hace tanto tiempo que apenas queda rastro de ella. Aunque sacrificar algo que ya he perdido suena casi fácil, la verdad es que lo que queda de ese amor es el último vestigio de mi capacidad para sentir algo real. Entregarlo a los Tenryūbito sería como arrancarme lo poco que queda de mi alma. Y si bien soy un hombre que ha hecho lo que sea necesario para sobrevivir, no puedo dejar que el amor, aunque sea una mera memoria, termine en las manos de esos monstruos. Ellos no merecen profanar más mis recuerdos.

Al final se encontraba el camino morado... dos niños. Apenas cinco años. Inocentes. No tienen nada que ver conmigo, dice el felino, como si eso hiciera la elección más fácil. ¿Pero acaso no fui yo también un niño, alguna vez? ¿No fui yo arrebatado de mi libertad, condenado a sufrir bajo el yugo de los Nobles Mundiales? El pensamiento me consume. Sacrificar a esos pequeños sería como sacrificarme a mí mismo, como continuar el ciclo de esclavitud que tanto odio. Y, sin embargo, son extraños. No son mi familia, no son personas que he amado o perdido. Podría justificar la elección en términos fríos y calculados, como he hecho tantas veces en el pasado. Dos vidas ajenas, un coste relativamente bajo, y, sin embargo... siento que me condeno a mí mismo al hacerlo.

El felino sonríe con sus dientes afilados, esperando mi respuesta. Mis pensamientos se aceleran, pero en el fondo, la respuesta se forma en la parte más oscura de mi ser. No sacrificaré a mi madre. No sacrificaré al amor de mi vida. No puedo permitir que los Tenryūbito toquen lo que me representa. Pero esos niños... ellos podrían vivir, podrían tener una oportunidad. Aun así, en este mundo, ¿quién puede decir que el sacrificio no es necesario para seguir adelante? 
La realidad es brutal, y la supervivencia no se gana con moralidad, sino con decisiones calculadas. Las vidas de los inocentes son una moneda que siempre se ha utilizado en este juego podrido.

— Elijo el camino morado — diría al fin, con una voz que suena más fría de lo que esperaba. — Que los Dragones Celestiales se lleven a los niños. No los conozco, no tengo lazos con ellos. Y este mundo ya ha condenado a demasiados inocentes para que dos vidas marquen una diferencia. No voy a perder los vestigios de lo que aún poseo, no les voy a dejar ese poder de tomar quién soy — razono con esmero tras una profunda reflexión acerca de quién soy y en qué me estoy convirtiendo.

Pero incluso mientras pronuncio las palabras, sé que algo en mi interior se está corrompiendo un poco más. ¿Soy realmente diferente de aquellos a los que odio? Quizás no, quizás haya algo de común entre nosotros...
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RE: [Tier 4] Percival en la Villa de las Maravillas (Petición de Akuma) - por Percival Höllenstern - 22-09-2024, 05:00 PM

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