¿Sabías que…?
... existe la leyenda de una antigua serpiente gigante que surcaba el East Blue.
[Común] Luna de miel en-cubierta
Ubben Sangrenegra
Loki
Mañana del 21 de Verano del año 724
Alta mar - East Blue

El bribón de ojos dorados gruñó con molestia y apretó sus ojos apenas volvía a la conciencia luego de un largo sueño, sintiendo un agudo dolor atravesar su cabeza como si una tropa de enanos estuviera martillando sin piedad dentro de su cráneo. La luz matutina que se filtraba por la rendija de la ventana no hacía más que intensificar la pulsación en sus sienes, como si el mismísimo martillo del trueno estuviera golpeando su cerebro. Apretó los dientes, frunciendo el ceño con una expresión que oscilaba entre la irritación y la incomodidad.

¿Quién mierda está martillando?— Se quejó con voz áspera, notando la resequedad en su boca, como si hubiese tragado un desierto entero la noche anterior. La ropa, extrañamente puesta al revés, como si hubiese intentado vestirse en la oscuridad o rendir un absurdo homenaje a algún viejo grupo de rap. Al alzar la mirada hacia su brazo izquierdo, descubrió una venda que comenzaba a teñirse de rojo. Parpadeó varias veces, como si eso pudiera aclarar el enigma frente a él —¿Y esto?— murmuró bastante incrédulo, mientras con dedos torpes comenzaba a retirar la tela, cuidando de no empeorar lo que fuera que estuviese oculto bajo la venda.

Al final, no fue una sorpresa lo que halló, sino algo que ya había visto anteriormente en su cuerpo. En su antebrazo estaba marcada una mordida, un juego de dientes que no parecía humano. Las marcas eran profundas y de un tamaño similar al de una dentadura humana, pero los dientes serrados dejaban en claro que no pertenecían a alguien común... La mordida era inconfundible, esa era la boca de Asradi, que por alguna razón desconocida, había decidido morderlo durante la celebración de la boda. Una risa amarga y confusa escapó de sus labios. —Supongo que tendré que pedir perdón cuando la vea… aunque ni sé por qué, pero bueno— murmuró mientras se encogía de hombros, rascando su nuca. 

El dolor de cabeza, sin embargo, no cedía. Era como si cada latido de su corazón disparase un martillazo en su mente, recordándole que los excesos de la noche anterior tenían un precio a pagar. Sin preocuparse por arreglar su ropa, el peliblanco se encaminó hacia la salida de su habitación, con una pereza que se hacía evidente en la forma arrastrada de sus pasos. Solo se detuvo un momento para recoger su cajetilla de cigarrillos y un par de cerillas antes de salir, como si esos objetos fueran los únicos salvavidas que pudieran mantenerlo a flote en ese mar de resaca. Al llegar a la cubierta, el origen de los "martillazos" que lo torturaban se reveló en la forma de un rubio corpulento y desnudo que caminaba como si no existiera el mundo a su alrededor. Cada paso de Ragn retumbaba sobre la madera del barco, resonando en la cabeza del moreno como un martillo sobre un yunque.

Justo cuando pensó que las cosas no podían empeorar, escuchó un grito que le atravesó la mente como un estilete, seguido por el sonido de una palmada que lo obligó a apretar los dientes por el dolor. Alzó la mirada justo a tiempo para ver a Aigid darle una sonora nalgada al rubio. El impacto hizo eco en su cerebro como un trueno.  Con un intento de sonrisa, el peliblanco se acercó tambaleante, su cabeza aun latiendo con fuerza. Al pasar junto a Ragn, levantó la mano y le dio una nalgada de respuesta, aunque con menos fuerza. —No antoje, caballero— bromeó, aunque se arrepintió inmediatamente cuando el dolor nació desde la punta de sus dedos hasta su hombroo. —Mierda... ¿Tiene el culo hecho de acero?— pensó, sacudiendo la mano para tratar de aliviar el entumecimiento que le dejó el golpe.

Sus ojos dorados vagaron por la cubierta hasta encontrar a Asradi cerca del pequeño Tontatta. Decidió acercarse a ella, buscando algo que le quitase la resaca y que la "doctora" mordisquitos podría tener. Al llegar, dejó caer su cabeza sobre el hombro de la sirena tiburón con un suspiro cansado. Esperaba encontrar la suave piel de la sirena contra su mejilla, pero pronto una textura extraña y pegajosa se hizo presente, provocando un escalofrío que recorrió su espalda. —Iugh…— susurró, pero no se movió. Era demasiado esfuerzo apartarse, y había algo en esa cercanía que lo mantenía anclado, incluso en su estado de resaca. De repente, un recuerdo surgió en su mente, tan claro como el brillo del sol en el agua. —Claro, la tinaja…— En medio de la celebración, él y Asradi habían robado una enorme tinaja de fermentación de algún lugar cercano y, de alguna manera, la habían llenado con ron, gaseosa de cola y mucho, mucho limón. Recordaba cómo ambos se despojaron de la ropa y se sumergieron en esa piscina de alcohol improvisada, riendo y bebiendo del líquido mientras flotaban, sin preocuparse por las consecuencias. Ubben no se percató de lo que había pasado entre Asradi y Tofun en el momento, así que continuó con normalidad.

¿Por qué hicimos eso?— preguntó Ubben en voz baja, sus ojos dorados fijos en algún punto en la distancia, mientras el eco de la risa compartida con Asradi volvía a su mente como un cálido recuerdo perdido. Era extraño, incluso en medio del dolor de la resaca y la confusión, había algo agradable en recordar la risa de ambos. Giró un poco la cabeza para mirarla, intentando captar su reacción —¿Recuerdas de dónde sacamos ese barril para fermentar?— preguntó, con la esperanza de que la sirena tuviera una respuesta que pudiera llenar los vacíos en su memoria, aunque sospechaba que solo encontraría más preguntas.  Vio al tonttata ofreciendo alcohol y soltó —Tofun… ¿más alcohol?— Preguntó con ojos de tentación —Bueno, un trago no hace daño.— tomó el trago ofrecido por Tofun, luego de que Asradi bebiese el suyo.

Comenzó a escuchar a la sirena hablar de Ragn Arcoiris y luego que Airgid tenía tres piernas, algo que le extrañó bastante. En ese mismo instante la vió quitarse la ropa sin dudar y mostrarle las tetas a los presentes; aquello no le importaba realmente, sin embargo lo que tenía en su espalda no debía verse por ningun motivo. Bebió de un solo sorbo el trago y lanzó lejos la copa sin importar a quien golpease. Por suerte él se encontraba directamente en su espalda. —Si quieres mostrar las tetas, adelante, pero que te resfrías si te descubres la espalda— Dijo el peliblanco, buscando que la pelinegra entrase en razón, de forma disimulada, mientras se quitaba su propio abrigo ornamentado y lo ponía sobre los hombros de la sirena cubriendola.

Aquellas palabras fueron lo último que salió de sus labios con algo de coherencia, antes de que su mente comenzara a desmoronarse en un caleidoscopio de imágenes y sensaciones extrañas. Sus manos, torpes se dedicaron a meter los brazos de la sirena en las mangas del abrigo, de forma casi mecánica. El mar que antes hacía de molesto susurro para el peliblanco con resaca, empezó a transformarse en carcajadas y cantos, como si una extraña melodía le invitase a saltar.  El agua parecía reírse, burbujeando y creando formas que iban y venían como si jugaran con su cabeza. Fue entonces cuando la figura de Asradi cambió, deformándose y volviendo a ensamblarse hasta que, frente a él, apareció lo que solo podía describir como un tiburón amigable, con una amplia sonrisa que mostraba filas de dientes afilados. Sin embargo, en medio de su alucinación, no era un depredador peligroso; al contrario, era una extraña mezcla de tiburón y tabla de surf, un ser simpático que lo invitaba a subirse y deslizarse por las olas que ahora se alzaban como montañas líquidas.

Se tambaleó un poco, intentando mantener el equilibrio, mientras su mente tejía una narrativa absurda en la que Asradi ya no era una sirena, sino su transporte personal a través de un océano de risas. El peliblanco alzó una mano para tocar la 'aleta' del tiburón/tabla de surf que tenía frente a él, sintiendole pegajosa igual que antes. —¡Genial, ya está encerada!— Dijo entusiasmado, mientras arrojaba su tricornio al suelo y tomaba con total propiedad a Asradi como si de una tabla de surf se tratase, para luego correr hacia la borda y saltar al mar.  Cuando ambos se hundieron en el agua, el peliblanco no la soltó ni por un segundo, aferrándose a ella como si de su propia salvación se tratara. Ubben montó a la sirena como un verdadero surfista, posicionando sus pies donde deberían estar las caderas de Asradi, y se sujetó con firmeza de uno de sus hombros. —¡Adelante Tiburoncín!— gritó con una euforia completamente inusual en él.

Lo más sorprendente fue que Asradi decidió seguir el juego Ubben, comenzando a nadar a toda velocidad. La imagen que tenía de sí mismo dejó de ser la de un simple humano... En el reflejo del agua, Ubben se vio transformado en un velociraptor montando al tiburón/tabla de surf, con una bazooka en su hombro que chisporroteaba con luces de colores cada vez que gritaba. —¡Somos indestructibles!


Ubben y Asradi en la mente del peliblanco
#8


Mensajes en este tema
Luna de miel en-cubierta - por Tofun - 16-09-2024, 06:49 PM
RE: Luna de miel en-cubierta - por Asradi - 16-09-2024, 07:17 PM
RE: Luna de miel en-cubierta - por Airgid Vanaidiam - 17-09-2024, 05:03 PM
RE: Luna de miel en-cubierta - por Umibozu - 17-09-2024, 06:14 PM
RE: Luna de miel en-cubierta - por Tofun - 18-09-2024, 11:27 PM
RE: Luna de miel en-cubierta - por Asradi - 19-09-2024, 05:30 PM
RE: Luna de miel en-cubierta - por Ubben Sangrenegra - 22-09-2024, 10:31 PM
RE: Luna de miel en-cubierta - por Umibozu - 30-09-2024, 08:34 AM

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