Anko
Médica Despiadada
23-09-2024, 01:42 AM
Con las presentaciones realizadas y el equipo completo, la Sargento Bridget no se hizo esperar con sus órdenes, tratando de menos a Nagaki y a Masao por ostentar un rango inferior al de ella en ese momento. — Vaya… —. Fueron las únicas palabras que escaparon de los labios de la marine, acompañadas de una mirada de rotunda desaprobación ante el comportamiento de Bridget. A eso, se unió el experimentado Lovecraft, quien pronunció abiertamente su desaprobación solicitando más respeto para sus compañeros, algo digno de admirar y un acto humilde por parte del capitán de Lotus Marine. Esto hizo que Anko sonriera levemente, así como él, ella repudiaba a la gente que tachaba de inferiores a otros y más cuando lo único que los separa es un simple rango en una jerarquía militar.
— No se preocupen, yo misma llevaré mi mochila conmigo —. Fue así que la joven marine no se despojó de su “equipaje” y decidió cargarlo junto a ella en todo momento sin importar la situación, nunca se sabe cuándo se pueda necesitar la ayuda del preciado botiquín que ahí cargaba, eso como médica lo sabía perfectamente. Luego de la tensa situación formada por un simple comentario de Bridget, una carroza negra llevada por caballos de su mismo color arribó al lugar. La no tan privilegiada visión de Anko no la ayudó a distinguir de forma eficaz los detalles del vehículo o incluso, observar bien el rostro de quien descendió de él, tampoco es que tuviera un oído agudo como algunos de sus compañeros o algún ser de otra raza, así que se limitó a abordar el barco y darle una pequeña exploración en lo que Bridget y el tipo enano compartían palabras.
Luego de varios minutos, el barco ya estaba listo para zarpar con la mercancía abordo, mercancía que seguían desconociendo hasta ese momento, pero era de gran importancia para el enano cómico. La peli marrón recibió con una sonrisa el pequeño regalo del soldado Masao, una pequeña estampa de la Virgen del Carmen. Ella no era muy creyente de esas cosas, pero un regalo es un regalo y no podía rechazarlo, más cuando Masao, aparentemente, se había tomado el tiempo de adquirir varias para sus compañeros. Tras observar la imagen unos segundos la depositó en el bolsillo de su uniforme, acomodar sus gafas sobre su nariz y pasar el resto del tiempo junto a sus compañeros en la mesa, disfrutando de una buena comida y una charla agradable. — Yo soy Anko, y vengo de DemonTooth, creo que no hay mucho que destacar sobre mí… —. Fue su presentación ante las palabras de Masao en la mesa. Algo vaga pero útil.
Más tarde, cuando el barco ya se encontraba en mar abierto y la posibilidad de llegar a tierra se tornaba una acción difícil, la peli marrón recibió su primera orden por parte de Galhard, quedarse junto a la mercancía el mayor tiempo posible. — Por supuesto, Gal. Cualquier cosa extraña que suceda, no dudaré en hacerle frente con mi espada —. Dijo con un leve tono de emoción en su voz antes de partir a la bodega del marco. Una vez ahí, se pudo encontrar con una enorme sala llena de contenedores, y al igual que la mercancía que escoltaban, desconocía que había en los interiores de aquellas cajas metálicas, pero tampoco eran cosas que le importaran en ese momento. Ella pudo darse cuenta de que debía escoltar cuando encontró a dos soldados rasos a los lados de una urna, y con ningún otro contenedor custodiado, entonces esa urna era la mercancía qué debía proteger.
El resto del tiempo, la joven se la pasó cerca de la urna y de aquellos dos marines, caminando de lado a lado o jugueteando con los mechones de su cabello a un costado de su rostro para evitar el aburrimiento, pero claro, siempre estaba atenta a cualquier posible movimiento extraño dentro de la sala. No fue hasta que las alarmas del barco sonaron y empezó un alboroto en la cubierta, por lejanía, Anko desconocía que estaba sucediendo, pero se podía hacer una idea leve de qué estaba sucediendo. — ¿Tan pronto? Pensé que sería una misión relajada… ¡Uno de ustedes! ¡Vaya a la cubierta y regrese con información de que está sucediendo! —. Ordenó de forma autoritaria a uno de los soldados rasos que estaban junto a ella, el que fuera, eso no importaba, solo quería saber que estaba sucediendo y con la insignia de Suboficial en sus hombros, esperaba que sus órdenes fueran obedecidas sin queja.
— No se preocupen, yo misma llevaré mi mochila conmigo —. Fue así que la joven marine no se despojó de su “equipaje” y decidió cargarlo junto a ella en todo momento sin importar la situación, nunca se sabe cuándo se pueda necesitar la ayuda del preciado botiquín que ahí cargaba, eso como médica lo sabía perfectamente. Luego de la tensa situación formada por un simple comentario de Bridget, una carroza negra llevada por caballos de su mismo color arribó al lugar. La no tan privilegiada visión de Anko no la ayudó a distinguir de forma eficaz los detalles del vehículo o incluso, observar bien el rostro de quien descendió de él, tampoco es que tuviera un oído agudo como algunos de sus compañeros o algún ser de otra raza, así que se limitó a abordar el barco y darle una pequeña exploración en lo que Bridget y el tipo enano compartían palabras.
Luego de varios minutos, el barco ya estaba listo para zarpar con la mercancía abordo, mercancía que seguían desconociendo hasta ese momento, pero era de gran importancia para el enano cómico. La peli marrón recibió con una sonrisa el pequeño regalo del soldado Masao, una pequeña estampa de la Virgen del Carmen. Ella no era muy creyente de esas cosas, pero un regalo es un regalo y no podía rechazarlo, más cuando Masao, aparentemente, se había tomado el tiempo de adquirir varias para sus compañeros. Tras observar la imagen unos segundos la depositó en el bolsillo de su uniforme, acomodar sus gafas sobre su nariz y pasar el resto del tiempo junto a sus compañeros en la mesa, disfrutando de una buena comida y una charla agradable. — Yo soy Anko, y vengo de DemonTooth, creo que no hay mucho que destacar sobre mí… —. Fue su presentación ante las palabras de Masao en la mesa. Algo vaga pero útil.
Más tarde, cuando el barco ya se encontraba en mar abierto y la posibilidad de llegar a tierra se tornaba una acción difícil, la peli marrón recibió su primera orden por parte de Galhard, quedarse junto a la mercancía el mayor tiempo posible. — Por supuesto, Gal. Cualquier cosa extraña que suceda, no dudaré en hacerle frente con mi espada —. Dijo con un leve tono de emoción en su voz antes de partir a la bodega del marco. Una vez ahí, se pudo encontrar con una enorme sala llena de contenedores, y al igual que la mercancía que escoltaban, desconocía que había en los interiores de aquellas cajas metálicas, pero tampoco eran cosas que le importaran en ese momento. Ella pudo darse cuenta de que debía escoltar cuando encontró a dos soldados rasos a los lados de una urna, y con ningún otro contenedor custodiado, entonces esa urna era la mercancía qué debía proteger.
El resto del tiempo, la joven se la pasó cerca de la urna y de aquellos dos marines, caminando de lado a lado o jugueteando con los mechones de su cabello a un costado de su rostro para evitar el aburrimiento, pero claro, siempre estaba atenta a cualquier posible movimiento extraño dentro de la sala. No fue hasta que las alarmas del barco sonaron y empezó un alboroto en la cubierta, por lejanía, Anko desconocía que estaba sucediendo, pero se podía hacer una idea leve de qué estaba sucediendo. — ¿Tan pronto? Pensé que sería una misión relajada… ¡Uno de ustedes! ¡Vaya a la cubierta y regrese con información de que está sucediendo! —. Ordenó de forma autoritaria a uno de los soldados rasos que estaban junto a ella, el que fuera, eso no importaba, solo quería saber que estaba sucediendo y con la insignia de Suboficial en sus hombros, esperaba que sus órdenes fueran obedecidas sin queja.