Silver D. Syxel
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23-09-2024, 04:28 PM
Silver aceptó la petaca de vuelta con una sonrisa en los labios. Un destello de diversión cruzó por su mirada mientras la guardaba de nuevo en su cinturón. La forma en que la chica había tosido tras el primer trago le había dado una impresión más auténtica de ella. No parece alguien que esté acostumbrada a los rincones más oscuros del mundo, pensó mientras la estudiaba de nuevo, notando la nostalgia que tintineaba en su voz.
—Gray Terminal tiene esa habilidad de sacar lo peor de la gente. —dijo con un tono casi melancólico mientras dirigía una mirada rápida al bullicio a lo lejos, donde los comerciantes seguían con sus actividades—. Pero a veces, si tienes suerte, te encuentras con algo... mejor.
Su tono bajó ligeramente al pronunciar las últimas palabras, sin perder el aire de misterio que envolvía cada frase. Había algo en la chica que le despertaba curiosidad, un aire de melancolía mezclado con esa cautela propia de quien ha pasado tiempo entre las sombras, pero aún no ha perdido del todo la fe en algo mejor. Era difícil decir qué la había traído a ese vertedero, pero algo le decía que no era alguien común. Quizás otro espíritu perdido en busca de algo, reflexionó el pirata. No era el único en esa situación.
Apoyó los codos en sus rodillas, inclinándose un poco más hacia ella, pero manteniendo una distancia respetuosa. El viento cargado de ceniza y polvo hizo que entrecerrara los ojos por un segundo antes de volver a hablar.
—La mayoría de la gente que pasa por aquí está huyendo de algo... o buscando algo que ya han perdido. —El pirata la miró de reojo, midiendo sus palabras—. ¿Qué te trae a este lugar olvidado por el mundo? No pareces encajar del todo aquí.
Su tono era amigable, casi casual, pero la pregunta escondía una curiosidad genuina. Las personas que llegaban a Gray Terminal raramente lo hacían por elección, y aquellos que lo hacían, generalmente cargaban con historias interesantes. Syxel estaba dispuesto a escuchar la suya, si es que ella quería compartirla. A veces, resultaba más sencillo hablar con un extraño si querías desahogarte.
Al percibir que tal vez había sido un poco directo, levantó la mano con una media sonrisa.
—No es que sea asunto mío, claro. Solo que no todos los días encuentras alguien con quien vale la pena compartir un buen licor. —Añadió, al advertir que tal vez había sido un poco directo, levantando la mano con una media sonrisa.
Pero justo cuando las palabras se escapaban de sus labios, una melodía rompió el breve silencio que se había instalado entre ellos. Era música, diferente a lo que había estado oyendo antes. Los ojos del pirata se entrecerraron ligeramente cuando identificó la fuente: un mink con una guitarra eléctrica y varios niños que lo seguían, saltando y riendo a su alrededor. El contraste entre la música alegre y la decadencia del lugar era palpable.
—Parece que tenemos compañía. —Comentó con un tono más ligero mientras sus ojos seguían la escena—. Es un día de sorpresas. No me esperaba un concierto hoy.
El capitán se relajó ligeramente, apoyando una mano en su espada mientras observaba el espectáculo. La música llenaba el aire y, de alguna manera, aligeraba el ambiente. El día en Gray Terminal había dado un giro inesperado, y algo en su instinto le decía que las cosas estaban a punto de volverse más interesantes. No era habitual encontrar un mink en lugares como ese, y menos uno que pareciera tan despreocupado. La curiosidad del pirata aumentaba, aunque mantuvo su atención dividida entre la chica y la nueva presencia. Se giró levemente hacia la joven una vez más, la sonrisa volviendo a su rostro.
—¿Tú qué crees? —preguntó en tono de broma, inclinando la cabeza hacia el mink—. ¿Nos unimos a la fiesta o preferimos quedarnos aquí, disfrutando de la vista?
—Gray Terminal tiene esa habilidad de sacar lo peor de la gente. —dijo con un tono casi melancólico mientras dirigía una mirada rápida al bullicio a lo lejos, donde los comerciantes seguían con sus actividades—. Pero a veces, si tienes suerte, te encuentras con algo... mejor.
Su tono bajó ligeramente al pronunciar las últimas palabras, sin perder el aire de misterio que envolvía cada frase. Había algo en la chica que le despertaba curiosidad, un aire de melancolía mezclado con esa cautela propia de quien ha pasado tiempo entre las sombras, pero aún no ha perdido del todo la fe en algo mejor. Era difícil decir qué la había traído a ese vertedero, pero algo le decía que no era alguien común. Quizás otro espíritu perdido en busca de algo, reflexionó el pirata. No era el único en esa situación.
Apoyó los codos en sus rodillas, inclinándose un poco más hacia ella, pero manteniendo una distancia respetuosa. El viento cargado de ceniza y polvo hizo que entrecerrara los ojos por un segundo antes de volver a hablar.
—La mayoría de la gente que pasa por aquí está huyendo de algo... o buscando algo que ya han perdido. —El pirata la miró de reojo, midiendo sus palabras—. ¿Qué te trae a este lugar olvidado por el mundo? No pareces encajar del todo aquí.
Su tono era amigable, casi casual, pero la pregunta escondía una curiosidad genuina. Las personas que llegaban a Gray Terminal raramente lo hacían por elección, y aquellos que lo hacían, generalmente cargaban con historias interesantes. Syxel estaba dispuesto a escuchar la suya, si es que ella quería compartirla. A veces, resultaba más sencillo hablar con un extraño si querías desahogarte.
Al percibir que tal vez había sido un poco directo, levantó la mano con una media sonrisa.
—No es que sea asunto mío, claro. Solo que no todos los días encuentras alguien con quien vale la pena compartir un buen licor. —Añadió, al advertir que tal vez había sido un poco directo, levantando la mano con una media sonrisa.
Pero justo cuando las palabras se escapaban de sus labios, una melodía rompió el breve silencio que se había instalado entre ellos. Era música, diferente a lo que había estado oyendo antes. Los ojos del pirata se entrecerraron ligeramente cuando identificó la fuente: un mink con una guitarra eléctrica y varios niños que lo seguían, saltando y riendo a su alrededor. El contraste entre la música alegre y la decadencia del lugar era palpable.
—Parece que tenemos compañía. —Comentó con un tono más ligero mientras sus ojos seguían la escena—. Es un día de sorpresas. No me esperaba un concierto hoy.
El capitán se relajó ligeramente, apoyando una mano en su espada mientras observaba el espectáculo. La música llenaba el aire y, de alguna manera, aligeraba el ambiente. El día en Gray Terminal había dado un giro inesperado, y algo en su instinto le decía que las cosas estaban a punto de volverse más interesantes. No era habitual encontrar un mink en lugares como ese, y menos uno que pareciera tan despreocupado. La curiosidad del pirata aumentaba, aunque mantuvo su atención dividida entre la chica y la nueva presencia. Se giró levemente hacia la joven una vez más, la sonrisa volviendo a su rostro.
—¿Tú qué crees? —preguntó en tono de broma, inclinando la cabeza hacia el mink—. ¿Nos unimos a la fiesta o preferimos quedarnos aquí, disfrutando de la vista?