El sol de la tarde iluminaba la escena mientras el sonido de los cañones retumbaba en el aire. El cielo, despejado y vasto, contrastaba con la tensión que se sentía en la cubierta del barco. Galhard, con una expresión de calma calculada, mantenía sus ojos fijos en el horizonte, observando cómo la tartana enemiga se acercaba. Aunque el barco rival parecía pequeño y destartalado en comparación con el suyo, la cantidad de piratas que abarrotaban su cubierta indicaba que los atacantes estaban decididos a tomar el control del barco mercante, claramente con la intención de capturar algo más grande.
El enemigo había demostrado con sus disparos que no pretendía destruir la carga; sus balas de cañón se dirigían a la cubierta y no al casco, un claro indicio de que buscaban tomar el navío y su preciada mercancía intactos. Era un asalto inminente, y Galhard lo sabía.
Con la mano firme en el timón, evaluó rápidamente la situación. Debían actuar rápido. El barco con el que llevaban la mercancía no estaba en la mejor posición para responder al abordaje, pero con suerte, gracias a Lovecraft, ese enfrentamiento podría trasladarse al barco enemigo. Los ojos de Galhard recorrieron la cubierta, donde algunos marines ya estaban preparados para luchar.
—¡Tú! —ordenó, señalando a uno de los marines más cercanos — Ve de inmediato a informar a la suboficial Anko. Dile que necesitamos su presencia en cubierta para organizarnos mejor contra el asalto.— Dijo con autoridad mientras el soldado obedecía
El marine asintió sin dudar y corrió hacia el interior del barco. Galhard confiaba en que Anko, con su experiencia y habilidades, sería un activo importante para manejar la defensa en cubierta y mantener el orden durante el combate.
Dirigiendo su mirada a los demás marines en cubierta, Galhard no perdió tiempo en dar más órdenes.
—Los que estéis aquí, acompañad al soldado. Quiero que reforcéis la protección de la carga en la bodega. Nosotros nos encargaremos de la situación aquí arriba. Seremos la primera línea de defensa. ¡Vuestro trabajo es asegurar que no lleguen a la mercancía!— Añadió con decisión, sabía que con la fuerza de sus compañeros la situación sería más controlable y los daños a la tripulación o bajas de soldados se reducirían al mínimo.
Los soldados se movilizaron con rapidez y disciplina, desapareciendo bajo cubierta para cumplir su misión. Sabía que los marines de menor rango harían todo lo posible por proteger la carga, lo que les permitiría a él y a los suboficiales concentrarse en el combate.
Ahora, con la cubierta despejada y sus compañeros listos para el enfrentamiento, Galhard giró su atención hacia Lovecraft, quien ya estaba preparado para actuar. Aunque Galhard no conocía del todo la capacidad de salto de Lovecraft, había visto suficientes destellos de su habilidad marcial como para confiar en él en este momento crítico.
—Lovecraft, tú serás quien inicie el abordaje —dijo con firmeza — Aprovecha tus habilidades y abre camino entre ellos. Nosotros te cubriremos desde aquí.—
Aunque Lovecraft no necesitaba oír la orden para actuar, ya que estaba listo para saltar al abordaje, Galhard confiaba plenamente en que su compañero abriría el paso con la destreza que lo caracterizaba, aunque no tuvo que repetir la orden puesto que el Suboficial ya se había estado preparando y había saltado al barco enemigo.
Era el momento de tomar la ofensiva antes de que el enemigo tuviera la oportunidad de abordar su propio barco. Galhard volvió a centrar su atención en el timón, evaluando cómo maniobrar el barco para optimizar su posición. Sabía que debían acercarse más a la tartana enemiga para facilitar el abordaje de Nagaki, Anko y cualquier otro marine que pudiera unirse. Si lograban llevar la batalla al barco enemigo, minimizarían los daños en su propia nave y evitarían que la lucha se intensificara en la cubierta del transporte marine.
Con un movimiento preciso y calculado, Galhard giró el timón, reposicionando el barco. La distancia entre ambos navíos se redujo rápidamente, dejando claro que el objetivo era hacer que el abordaje fuera lo más eficiente posible para los suyos.
—¡Preparad los cañones!—gritó, aunque sabía que el objetivo no era hundir el barco enemigo, sino mantenerlo lo suficientemente debilitado para evitar un contraataque sorpresivo —No disparéis hasta que sea absolutamente necesario. ¡Estamos tomando su barco, no destruyéndolo!—
La distancia se acortaba, y Galhard maniobró el timón con precisión para alinear ambos barcos, facilitando el abordaje de su equipo. En cubierta, podía ver cómo Lovecraft se lanzaba al ataque, llevando el combate directamente al enemigo. Sabía que detrás de él vendrían Nagaki, Anko y, si lo deseaba, Masao. Su misión ahora era hacer que el tránsito entre barcos fuera rápido y eficiente.
—¡Vamos! ¡Nosotros les atacamos primero! Nagaki, sube al barco enemigo también, pero nada de hundirlo, una vez les derrotemos les requisaremos los cañones que podamos o se los inutilizaremos, no estamos en condiciones de tomar reos en este barco, así que los dejaremos en su tartana una vez hayan caído derribados—gritó Galhard, seguro de que, con la estrategia adecuada, tomarían control de la situación antes de que el enemigo pudiera reagruparse.
La batalla apenas comenzaba, pero Galhard confiaba en que su equipo, bien organizado y en la ofensiva, lograría imponerse sobre el enemigo. Era momento de demostrar lo que podían hacer como marines.
El enemigo había demostrado con sus disparos que no pretendía destruir la carga; sus balas de cañón se dirigían a la cubierta y no al casco, un claro indicio de que buscaban tomar el navío y su preciada mercancía intactos. Era un asalto inminente, y Galhard lo sabía.
Con la mano firme en el timón, evaluó rápidamente la situación. Debían actuar rápido. El barco con el que llevaban la mercancía no estaba en la mejor posición para responder al abordaje, pero con suerte, gracias a Lovecraft, ese enfrentamiento podría trasladarse al barco enemigo. Los ojos de Galhard recorrieron la cubierta, donde algunos marines ya estaban preparados para luchar.
—¡Tú! —ordenó, señalando a uno de los marines más cercanos — Ve de inmediato a informar a la suboficial Anko. Dile que necesitamos su presencia en cubierta para organizarnos mejor contra el asalto.— Dijo con autoridad mientras el soldado obedecía
El marine asintió sin dudar y corrió hacia el interior del barco. Galhard confiaba en que Anko, con su experiencia y habilidades, sería un activo importante para manejar la defensa en cubierta y mantener el orden durante el combate.
Dirigiendo su mirada a los demás marines en cubierta, Galhard no perdió tiempo en dar más órdenes.
—Los que estéis aquí, acompañad al soldado. Quiero que reforcéis la protección de la carga en la bodega. Nosotros nos encargaremos de la situación aquí arriba. Seremos la primera línea de defensa. ¡Vuestro trabajo es asegurar que no lleguen a la mercancía!— Añadió con decisión, sabía que con la fuerza de sus compañeros la situación sería más controlable y los daños a la tripulación o bajas de soldados se reducirían al mínimo.
Los soldados se movilizaron con rapidez y disciplina, desapareciendo bajo cubierta para cumplir su misión. Sabía que los marines de menor rango harían todo lo posible por proteger la carga, lo que les permitiría a él y a los suboficiales concentrarse en el combate.
Ahora, con la cubierta despejada y sus compañeros listos para el enfrentamiento, Galhard giró su atención hacia Lovecraft, quien ya estaba preparado para actuar. Aunque Galhard no conocía del todo la capacidad de salto de Lovecraft, había visto suficientes destellos de su habilidad marcial como para confiar en él en este momento crítico.
—Lovecraft, tú serás quien inicie el abordaje —dijo con firmeza — Aprovecha tus habilidades y abre camino entre ellos. Nosotros te cubriremos desde aquí.—
Aunque Lovecraft no necesitaba oír la orden para actuar, ya que estaba listo para saltar al abordaje, Galhard confiaba plenamente en que su compañero abriría el paso con la destreza que lo caracterizaba, aunque no tuvo que repetir la orden puesto que el Suboficial ya se había estado preparando y había saltado al barco enemigo.
Era el momento de tomar la ofensiva antes de que el enemigo tuviera la oportunidad de abordar su propio barco. Galhard volvió a centrar su atención en el timón, evaluando cómo maniobrar el barco para optimizar su posición. Sabía que debían acercarse más a la tartana enemiga para facilitar el abordaje de Nagaki, Anko y cualquier otro marine que pudiera unirse. Si lograban llevar la batalla al barco enemigo, minimizarían los daños en su propia nave y evitarían que la lucha se intensificara en la cubierta del transporte marine.
Con un movimiento preciso y calculado, Galhard giró el timón, reposicionando el barco. La distancia entre ambos navíos se redujo rápidamente, dejando claro que el objetivo era hacer que el abordaje fuera lo más eficiente posible para los suyos.
—¡Preparad los cañones!—gritó, aunque sabía que el objetivo no era hundir el barco enemigo, sino mantenerlo lo suficientemente debilitado para evitar un contraataque sorpresivo —No disparéis hasta que sea absolutamente necesario. ¡Estamos tomando su barco, no destruyéndolo!—
La distancia se acortaba, y Galhard maniobró el timón con precisión para alinear ambos barcos, facilitando el abordaje de su equipo. En cubierta, podía ver cómo Lovecraft se lanzaba al ataque, llevando el combate directamente al enemigo. Sabía que detrás de él vendrían Nagaki, Anko y, si lo deseaba, Masao. Su misión ahora era hacer que el tránsito entre barcos fuera rápido y eficiente.
—¡Vamos! ¡Nosotros les atacamos primero! Nagaki, sube al barco enemigo también, pero nada de hundirlo, una vez les derrotemos les requisaremos los cañones que podamos o se los inutilizaremos, no estamos en condiciones de tomar reos en este barco, así que los dejaremos en su tartana una vez hayan caído derribados—gritó Galhard, seguro de que, con la estrategia adecuada, tomarían control de la situación antes de que el enemigo pudiera reagruparse.
La batalla apenas comenzaba, pero Galhard confiaba en que su equipo, bien organizado y en la ofensiva, lograría imponerse sobre el enemigo. Era momento de demostrar lo que podían hacer como marines.