Shiro
Ninguno
23-09-2024, 07:27 PM
Por suerte para el estómago de Shiro, la daimink dejó de comerse la pierna del encapuchado, aunque no sin antes soltar un discurso que para el cocinero no tenía pies ni cabeza. Estaba claro que Gretta no era como cualquier cerdo de corral, pero el peliblanco tampoco quería perder el tiempo con una conversación la cual seguramente no llegase a nada. Lo importante era salir de allí, por lo que el Shiro ignoró el discurso de esta y se centró en el gyojin que parecía más de su parecer para sorpresa de este.
Dado a su aspecto, la tendencia era pensar que era un bruto como Gretta, pero demostró tener una templanza que ni siquiera Shiro había podido mantener del todo. A partir de ahora el cocinero tendría más en cuenta las palabras de la orca.
- Tienes razón, vámonos y ahora vemos qué hacer más tranquilos - dijo el peliblanco algo ansioso por salir de allí.
Tras la charla, el trío se escabulló de la zona y se encaminó hacia el acantilado que había mencionado Qazan. El peliblanco estuvo todo el camino tenso, mirando hacia atrás en cada esquina antes de cruzarla para asegurarse que nadie los seguía. Shiro tenía la sensación de que en cualquier momento caería sobre ellos un grupo de marines para arrestarlos, por lo que hasta que no alcanzaron su destino, el joven no pudo respirar tranquilo.
Ya en el acantilado, Shiro se permitió el lujo de tirarse en el suelo mientras dejaba que la tensión del camino fuese esfumándose poco a poco. El joven necesitaba un momento para sí mismo y poner en orden sus pensamientos… aunque sus compañeros estaban dispuestos a no dejarlo. No sólo porque comenzaron a trazar un plan automáticamente, dando por hecho que Shiro estaba dispuesto a meterse en ese berenjenal, sino que encima en el plan que estaban tramando el peliblanco iba a ser la clave.
El muchacho tenía la cabeza a punto de estallar. No sabía muy bien que hacer, ya que por un lado no tenía ganas de meterse en tantos problemas por un rumor de taberna, mientras que por otro lado no sabía cómo iba a convencer a sus nakamas para que no hicieran una locura. El dúo estaba obsesionado con aquel maldito tesoro y Shiro dudaba que pudiese hacerles cambiar de opinión, pero por otro lado tampoco quería dejarlos solos y que terminaran dentro de un calabozo… o muertos.
Las indecisiones se agolpaban una encima de otra en la cabeza del peliblanco, manteniéndolo aturdido por unos instantes hasta que Qazan, tras sus palabras, se dispuso a marcharse sin esperar una respuesta por parte de Shiro. Estaba claro que sus nakamas contaban y confiaban en él para esto, así que no le quedó otra que dejar a un lado sus dudas y corresponderles como se debía. Para el peliblanco, el tema de la confianza entre nakamas era un tema muy sensible, por lo que decidió que si de todos modos iban a cometer una locura con él o sin él, lo mejor era estar ahí e intentar que todo saliese lo mejor posible.
- Está bien, nosotros vayamos entonces a buscar a un pobre desgraciado despistado - contestó finalmente el espadachín. - Eso sí, nada de comértelo - dijo dirigiéndose a Gretta directamente. - Lo capturamos, lo noqueamos y lo dejamos maniatado en algún sitio donde nadie pueda verlo - puso como condición antes de ponerse a andar junto a ella en busca de algún marine que atrapar como habían ideado sus nakamas.
Dado a su aspecto, la tendencia era pensar que era un bruto como Gretta, pero demostró tener una templanza que ni siquiera Shiro había podido mantener del todo. A partir de ahora el cocinero tendría más en cuenta las palabras de la orca.
- Tienes razón, vámonos y ahora vemos qué hacer más tranquilos - dijo el peliblanco algo ansioso por salir de allí.
Tras la charla, el trío se escabulló de la zona y se encaminó hacia el acantilado que había mencionado Qazan. El peliblanco estuvo todo el camino tenso, mirando hacia atrás en cada esquina antes de cruzarla para asegurarse que nadie los seguía. Shiro tenía la sensación de que en cualquier momento caería sobre ellos un grupo de marines para arrestarlos, por lo que hasta que no alcanzaron su destino, el joven no pudo respirar tranquilo.
Ya en el acantilado, Shiro se permitió el lujo de tirarse en el suelo mientras dejaba que la tensión del camino fuese esfumándose poco a poco. El joven necesitaba un momento para sí mismo y poner en orden sus pensamientos… aunque sus compañeros estaban dispuestos a no dejarlo. No sólo porque comenzaron a trazar un plan automáticamente, dando por hecho que Shiro estaba dispuesto a meterse en ese berenjenal, sino que encima en el plan que estaban tramando el peliblanco iba a ser la clave.
El muchacho tenía la cabeza a punto de estallar. No sabía muy bien que hacer, ya que por un lado no tenía ganas de meterse en tantos problemas por un rumor de taberna, mientras que por otro lado no sabía cómo iba a convencer a sus nakamas para que no hicieran una locura. El dúo estaba obsesionado con aquel maldito tesoro y Shiro dudaba que pudiese hacerles cambiar de opinión, pero por otro lado tampoco quería dejarlos solos y que terminaran dentro de un calabozo… o muertos.
Las indecisiones se agolpaban una encima de otra en la cabeza del peliblanco, manteniéndolo aturdido por unos instantes hasta que Qazan, tras sus palabras, se dispuso a marcharse sin esperar una respuesta por parte de Shiro. Estaba claro que sus nakamas contaban y confiaban en él para esto, así que no le quedó otra que dejar a un lado sus dudas y corresponderles como se debía. Para el peliblanco, el tema de la confianza entre nakamas era un tema muy sensible, por lo que decidió que si de todos modos iban a cometer una locura con él o sin él, lo mejor era estar ahí e intentar que todo saliese lo mejor posible.
- Está bien, nosotros vayamos entonces a buscar a un pobre desgraciado despistado - contestó finalmente el espadachín. - Eso sí, nada de comértelo - dijo dirigiéndose a Gretta directamente. - Lo capturamos, lo noqueamos y lo dejamos maniatado en algún sitio donde nadie pueda verlo - puso como condición antes de ponerse a andar junto a ella en busca de algún marine que atrapar como habían ideado sus nakamas.