Airgid Vanaidiam
Metalhead
24-09-2024, 02:10 PM
Para Airgid, moverse en situaciones incomodas no le resultaba demasiado complicado. Era una mujer bastante pasota en ese sentido, y aunque notase cierta tirantez entre el nórdico y la sirena, ella prefería centrarse en su propio rollo sin darle demasiada importancia. Aunque agradeció que Asradi fuera la primera en tratar de aligerar un poco el ambiente. Pero ella realmente no era la madre de nadie para estar haciendo de mediadora eternamente, además de que se trataba de un debate que le daba un poco igual, siendo sinceros. Entendía que para ellos dos era mucho más importante pues tenía cierta relación con sus modos de vida. Ragnheidr se había dedicado muchos años a pesca, y Asradi era literalmente una persona que podía vivir en el mar como un pececillo más. Airgid se sentía un poco ajena al tema, lo suyo era el aceite del motor y el calor de la forja. Entendía que los pueblerinos tenían que ganarse el pan de alguna manera, pero también entendía las reticencias de la morena por matar seres marinos tan maravillosos por un producto tan... común, por así decirlo. En fin.
El caso es que los tres llegaron finalmente al mercado. Tanto ella como Ragnheidr les dedicaron algunos saludos a personas con las que se iban cruzando. Otra cosa no, pero se trataba de un dúo bastante carismático, extrovertido, en apenas un par de días se habían labrado algunas amistades por el lugar. — Sí, algunos, aunque yo estaba buscando a uno en espesial... — Respondió la rubia, afilando la mirada por si lograba encontrar a ese hombre que tenía en mente. Ragnheidr no tardó en cruzarse con un joven con el que al parecer había trazado cierta amistad, acercándose a él y apretándole la mano con fuerza mientras con la otra sujetaba su pollo. Ese tal Rob le sonaba de vista, pero como había intentado no acercarse a las mismas personas que Ragn, no le conocía más allá de eso.
Fueron las palabras de Asradi las que le hicieron volver la mirada. La sirena le había avisado de que al parecer, alguien se había quedado prendado de ella, así que con curiosidad, buscó al susodicho con los ojos. Se le dibujó una sonrisa en el rostro al encontrar a Jonas. "¡Bingo!", pensó de forma casi instantánea, y no tardó en acercarse a él dando unos poquitos saltos más mientras Asradi se dirigía hacia uno de los puestos. Comenzaba el juego. ¿Que por qué Airgid le había estado buscando a él en concreto? Porque era más que consciente de que aquel hombre estaba loquito por ella, al menos físicamente hablando. — ¡Jonas! ¿Qué tal? No paras, ¿eh? — Tenían el trabajo en las venas, se les notaba en sus rostros curtidos por el sol. Aunque Jonas no era uno de los balleneros como tal, sino un comerciante que se ocupaba de mover el aceite que estos le proporcionaban, por lo que tenía grandes amigos dentro del sector, lazos y mucha confianza con ellos. La rubia se inclinó sobre el puesto, buscando proximidad y cercanía con el hombre, y dejándole una mejor vista de aquella anatomía que tanto miraba. — Oh, espera, ven. — Alargó la mano izquierda sobre su rostro, sujetándole el mentón. Humedeció ligeramente el pulgar de su mano derecha y lo usó para limpiarle un poco de sangre que tenía en una de las mejillas. — Una herida, tienes que tener más cuidado, ¿sabes? — Le explicó, aprovechando el contacto para acariciarle un poco antes de soltarle, dedicándole una sonrisa encantadora. Para nada estaba intentando usar sus encantos y la evidente atracción que el hombre sentía hacia ella para su propio provecho, qué va. — Jonas, ¿crees que podrías hacerme un favor? Tengo que hablar con Karina. — Decidió ser directa, no andarse por las ramas más de lo suficiente. Ya había puesto el cebo, y ahora le tocaba recoger el sedal, ver si había conseguido pescar algo de información. — Creo que he demostrado ser una persona en la que puedes confiar... es un asunto importante. Y luego nos tomamos unas cervezas, ¿te parece? — Le guiñó un ojo, sin perder su sonrisa. Solo le conocía de un par de días, pero compartir bebidas hasta las tantas forjaba uniones de forma increíblemente rápida. Con un poco de alcohol encima, las personas se abrían más de lo normal, y era una amistad mutua la que compartían, cimentada sobre confesiones llenas de ron y vodka a las tres de la mañana. Aunque si no le servía, siempre tenía más personas con las que intentarlo, al igual que Ragn por otro lado.
El caso es que los tres llegaron finalmente al mercado. Tanto ella como Ragnheidr les dedicaron algunos saludos a personas con las que se iban cruzando. Otra cosa no, pero se trataba de un dúo bastante carismático, extrovertido, en apenas un par de días se habían labrado algunas amistades por el lugar. — Sí, algunos, aunque yo estaba buscando a uno en espesial... — Respondió la rubia, afilando la mirada por si lograba encontrar a ese hombre que tenía en mente. Ragnheidr no tardó en cruzarse con un joven con el que al parecer había trazado cierta amistad, acercándose a él y apretándole la mano con fuerza mientras con la otra sujetaba su pollo. Ese tal Rob le sonaba de vista, pero como había intentado no acercarse a las mismas personas que Ragn, no le conocía más allá de eso.
Fueron las palabras de Asradi las que le hicieron volver la mirada. La sirena le había avisado de que al parecer, alguien se había quedado prendado de ella, así que con curiosidad, buscó al susodicho con los ojos. Se le dibujó una sonrisa en el rostro al encontrar a Jonas. "¡Bingo!", pensó de forma casi instantánea, y no tardó en acercarse a él dando unos poquitos saltos más mientras Asradi se dirigía hacia uno de los puestos. Comenzaba el juego. ¿Que por qué Airgid le había estado buscando a él en concreto? Porque era más que consciente de que aquel hombre estaba loquito por ella, al menos físicamente hablando. — ¡Jonas! ¿Qué tal? No paras, ¿eh? — Tenían el trabajo en las venas, se les notaba en sus rostros curtidos por el sol. Aunque Jonas no era uno de los balleneros como tal, sino un comerciante que se ocupaba de mover el aceite que estos le proporcionaban, por lo que tenía grandes amigos dentro del sector, lazos y mucha confianza con ellos. La rubia se inclinó sobre el puesto, buscando proximidad y cercanía con el hombre, y dejándole una mejor vista de aquella anatomía que tanto miraba. — Oh, espera, ven. — Alargó la mano izquierda sobre su rostro, sujetándole el mentón. Humedeció ligeramente el pulgar de su mano derecha y lo usó para limpiarle un poco de sangre que tenía en una de las mejillas. — Una herida, tienes que tener más cuidado, ¿sabes? — Le explicó, aprovechando el contacto para acariciarle un poco antes de soltarle, dedicándole una sonrisa encantadora. Para nada estaba intentando usar sus encantos y la evidente atracción que el hombre sentía hacia ella para su propio provecho, qué va. — Jonas, ¿crees que podrías hacerme un favor? Tengo que hablar con Karina. — Decidió ser directa, no andarse por las ramas más de lo suficiente. Ya había puesto el cebo, y ahora le tocaba recoger el sedal, ver si había conseguido pescar algo de información. — Creo que he demostrado ser una persona en la que puedes confiar... es un asunto importante. Y luego nos tomamos unas cervezas, ¿te parece? — Le guiñó un ojo, sin perder su sonrisa. Solo le conocía de un par de días, pero compartir bebidas hasta las tantas forjaba uniones de forma increíblemente rápida. Con un poco de alcohol encima, las personas se abrían más de lo normal, y era una amistad mutua la que compartían, cimentada sobre confesiones llenas de ron y vodka a las tres de la mañana. Aunque si no le servía, siempre tenía más personas con las que intentarlo, al igual que Ragn por otro lado.