King Kazma
Shiromimi
24-09-2024, 02:20 PM
(Última modificación: 24-09-2024, 02:21 PM por King Kazma.)
En aquel lugar todo engañaba. El agua estaba más cerca de lo que parecía, y los gritos de Panda lo desconcentraron así que no llegó a usar el Dial de Bola. Si no les ayudaban morirían ahogados. Ese sería el final de las aventuras del joven King. Aun así, no se arrepentía de nada pues había vivido los últimos años como había querido y había conocido a gente a la que podía llamar amigos. Tal vez lo único que lamentaba era haber arrastrado a Panda con él al agua. Pero en lugar de hundirse lentamente como lo haría cualquier objeto incapaz de flotar, una fuerte corriente tiró de él hacia abajo tan fuerte que si chocaba contra el fondo podría partirle algún hueso. Afortunadamente, y por arte de magia, atravesó el suelo sólo para estrellarse contra otro que estaba un poco más abajo. La caída no fue para tanto afortunadamente, ni siquiera le dio tiempo a sacar su dial de Impacto para amortiguarla.
Se incorporó rápidamente, mirando a su alrededor, viendo que Panda y Muzen estaban allí también. – ¿Estáis bien? – Inquirió justo antes de sacudirse para quitarse el agua de encima. Odiaba que su pelaje estuviera empapado, además pesaba más de esa forma. Claro que al sacudirse todo su pelaje quedó todavía húmedo pero además tremendamente esponjoso, casi duplicando su volumen habitual. No pensaba avanzar por el resto de las ruinas de esa forma… Activó su Akuma no Mi en todo el cuerpo, aumentando rápidamente la temperatura para que se evaporara toda el agua sobrante y su pelaje volviera a la normalidad. Finalmente, ya con un aspecto presentable de nuevo, sacó su Den-Den Mushi y llamó a sus nakamas para comprobar su estado. - ¿Estáis todos bien? Parece que nos han separado de nuevo… Alex, quiero que le preguntes a Indiana si querría unirse a nosotros. Admiro su trabajo y nos vendría bien en situaciones similares. – Comunicó, tratando de ser lo más claro y conciso posible pues se notaba que, por alguna interferencia, los Den-Den Mushi empezaban a fallar. En el momento en que dejara de recibir información colgaría y guardaría el caracol en el bolsillo de su chaleco.
Inspeccionando el lugar, sólo había una salida posible, rodeando una estatua extraña. Cuanto más se acercaba a ella, más mal rollo le daba. Era como si tuviera voluntad propia y le mirara directamente al alma. Le ponía los pelos de punta, y eso que acababa de alisárselos. Llegado un punto, se veía incapaz de avanzar, como si algo fuera a ocurrir si pasaba al lado de la estatua. No había ningún signo obvio de trampa, pero aun así… No no no no no… Era una estatua normal, sólo un poco espeluznante, nada más… ¡Tenía que convencerse de ello!
Se incorporó rápidamente, mirando a su alrededor, viendo que Panda y Muzen estaban allí también. – ¿Estáis bien? – Inquirió justo antes de sacudirse para quitarse el agua de encima. Odiaba que su pelaje estuviera empapado, además pesaba más de esa forma. Claro que al sacudirse todo su pelaje quedó todavía húmedo pero además tremendamente esponjoso, casi duplicando su volumen habitual. No pensaba avanzar por el resto de las ruinas de esa forma… Activó su Akuma no Mi en todo el cuerpo, aumentando rápidamente la temperatura para que se evaporara toda el agua sobrante y su pelaje volviera a la normalidad. Finalmente, ya con un aspecto presentable de nuevo, sacó su Den-Den Mushi y llamó a sus nakamas para comprobar su estado. - ¿Estáis todos bien? Parece que nos han separado de nuevo… Alex, quiero que le preguntes a Indiana si querría unirse a nosotros. Admiro su trabajo y nos vendría bien en situaciones similares. – Comunicó, tratando de ser lo más claro y conciso posible pues se notaba que, por alguna interferencia, los Den-Den Mushi empezaban a fallar. En el momento en que dejara de recibir información colgaría y guardaría el caracol en el bolsillo de su chaleco.
Inspeccionando el lugar, sólo había una salida posible, rodeando una estatua extraña. Cuanto más se acercaba a ella, más mal rollo le daba. Era como si tuviera voluntad propia y le mirara directamente al alma. Le ponía los pelos de punta, y eso que acababa de alisárselos. Llegado un punto, se veía incapaz de avanzar, como si algo fuera a ocurrir si pasaba al lado de la estatua. No había ningún signo obvio de trampa, pero aun así… No no no no no… Era una estatua normal, sólo un poco espeluznante, nada más… ¡Tenía que convencerse de ello!