Takahiro
La saeta verde
24-09-2024, 04:23 PM
«En ocasiones como esta me entran ganas de comerme una fruta que me de alas», pensó durante un breve instante el peliverde, al observar la altura del muro de piedra con el que se había topado. Era una lucha entre la madre naturaleza y el potencial del ser humano. La roca contra el hombre. Desde la base de aquel barranco no era consciente de que había saltado semejante altura de cabeza, pues cuando cayó al agua no le había parecido tan alto. Una vez posicionó las manos en un saliente, se ayudó de sus piernas para continuar su ascenso por aquella pared de piedra desgastada y afilada a partes iguales, con musgo y algas en algunas zonas que lo hacía resbaladizo al principio.
Con tesón, firmeza e ímpetu, apoyando con suma cautela cada pie en un saliente que pareciera medianamente estable como para aguantar su peso, fue ascendiendo. Podía notar como los músculos de su espalda se tensaban con cada desplazamiento en vertical, poniendo a prueba sus capacidades físicas. Todo parecía estar bien, sin embargo, cuando se encontraba cerca de la mitad, el inconfundible sonido de cañones disparándose lo alertó. Una bala de cañón se estrelló contra el barranco cuatro metros bajo él, algo que hizo que entrara en alerta. Observó a su alrededor y vio un saliente en aquel precipicio, era lo bastante grande como para que Takahiro se pudiera poner de pie en él y girarse y defenderse de alguna bala de cañón o alguna planta que le lanzaran.
Avanzó con rapidez hasta alcanzar ese saliente, y una vez estuvo en él, como si el propio destino así lo hubiera querido, una bola de cañón se aproximó hacia él. Con toda la habilidad que pudo, empuñó a Samidare y, aferrándose a ella con ambas manos para que el desvío fuera mejor, golpeó la bola de cañón con la firme intención de desviarla hacia el frente y devolverla al mar o, si era capaz de ello, devolverla al barco de un fortísimo movimiento de espada.
Tras ello, enfundaría su espada de nuevo y se dispondría a continuar de nuevo por aquel acantilado hasta llegar a su cúspide. De conseguirlo, trataría de vislumbrar el lugar en el que están sus compañeros, aunque con mucha cautela con la intención de pasar desapercibido y, en cuanto pudiera, buscar una forma de aparecer en la batalla pillando desprevenido a su contrincante.
Con tesón, firmeza e ímpetu, apoyando con suma cautela cada pie en un saliente que pareciera medianamente estable como para aguantar su peso, fue ascendiendo. Podía notar como los músculos de su espalda se tensaban con cada desplazamiento en vertical, poniendo a prueba sus capacidades físicas. Todo parecía estar bien, sin embargo, cuando se encontraba cerca de la mitad, el inconfundible sonido de cañones disparándose lo alertó. Una bala de cañón se estrelló contra el barranco cuatro metros bajo él, algo que hizo que entrara en alerta. Observó a su alrededor y vio un saliente en aquel precipicio, era lo bastante grande como para que Takahiro se pudiera poner de pie en él y girarse y defenderse de alguna bala de cañón o alguna planta que le lanzaran.
Avanzó con rapidez hasta alcanzar ese saliente, y una vez estuvo en él, como si el propio destino así lo hubiera querido, una bola de cañón se aproximó hacia él. Con toda la habilidad que pudo, empuñó a Samidare y, aferrándose a ella con ambas manos para que el desvío fuera mejor, golpeó la bola de cañón con la firme intención de desviarla hacia el frente y devolverla al mar o, si era capaz de ello, devolverla al barco de un fortísimo movimiento de espada.
SAM300
SAMURAI
Pasiva
Tier 3
No Aprendida
Solo te podrán Desarmar si la [Tasa de Acierto] del agresor que causa Desarme supera tu [Destreza].
SAM500
SAMURAI
Pasiva
Tier 5
No Aprendida
Eres tan bueno dando en el punto preciso que obtienes un +50 de [Colisión] Además, tu choque, aun realizándose a distancia cuerpo a cuerpo, devuelve en forma de haz proyectado el daño a tu enemigo en caso de ganar.
Tras ello, enfundaría su espada de nuevo y se dispondría a continuar de nuevo por aquel acantilado hasta llegar a su cúspide. De conseguirlo, trataría de vislumbrar el lugar en el que están sus compañeros, aunque con mucha cautela con la intención de pasar desapercibido y, en cuanto pudiera, buscar una forma de aparecer en la batalla pillando desprevenido a su contrincante.