Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
24-09-2024, 06:42 PM
Esa era la ultima acometida que la bestia gato podría realizar, ya estaba muy débil y su cuerpo al borde del colapso, más los restos que quedaban del mosaico de Percival eran insignificantes ya, permaneciendo todos en el aire como pequeñas estrellitas flotantes. El salto con el que buscaba devorar al joven diletante no fue nada fructífero, no solo no logro golpear a su presa, sino que esta bloqueo completamente su ataque al mismo tiempo que le causaba un pequeño quiebre que le dejaba en mala posición contra otra ofensiva.
Ofensiva que no se hizo mucho de rogar, por parte de un Percival que ya estaba cansado de que le sacaran información de su interior y su pasado de esta forma, no necesitaba a nadie para psicoanalizarse y saber lo mucho que se iba a manchar las manos para cumplir su objetivo. Pero al igual que estaba dispuesto a eso y mucho más, se mancharía ahora las manos acabando de una vez por todas con la vida de aquel ser. Un solo ataque, una daga voladora y el cuerpo del gato estallo en pedazos, pero no de forma visceral, sino en pequeños fragmentos de cristal que flotaban por el aire al igual que el resto del mosaico que antes había formado el rostro de Percival.
- Que esperas una felicitación... Si no te das prisa el té se enfriara - Toda la plataforma, ahora blanca, sobre la cual habían luchado se abriría como una puerta hacia abajo dejando caer de nuevo a Percival al vacío, pero esta vez era un vacío blanco y luminoso. Para cuando pudiera apreciar algo debajo de él con la vista, ya caería de forma abrupta aunque indolora sobre una gran butaca blanca. Se encontraba en una habitación, cuya toda decoración era blanca, aun así se apreciaban tonalidades que permitían diferenciar algunos patrones en los decorados y los objetos. Frente a él y su asiento se desplegaba una mesa blanca completamente vestida, con diferentes aperitivos encima y una taza vacía de té frente a él. En el otro extremo de la mesa una mujer de cabellos plateados y tez morena estaba sentada con una taza de té en las manos - Oh querido, al final has conseguido llegar, ya me temía que me terminaría el té sola - La mujer se veía muy joven y hermosa, lucia también ropas blancas a juego con el lugar.
- Seguramente tendrás muchas preguntas, pero tranquilo, aun contamos con algo de tiempo, se nota que elegiste un camino bastante directo - Diría la mujer dejando unos momentos su taza en la mesa - Alfonso, por favor sirve una taza de té a mi invitado - Desde detrás de la silla el conejo que guio a Percival hasta la mansión aparecería tomando la tetera que tenia a su lado la mujer - Si, my lady - Acercándose con tranquilidad y como quien no quiere la cosa hasta el lado de Percival, sirviéndole una taza de té. Para acompañar el mismo en la mesa había algunas galletas, bollos y magdalenas - Normalmente no como nada, porque la hora del té sola es muy aburrido, pero siendo una ocasión especial - La mujer tomaría una pasta de te cuadrada que hacia un patrón de cuadrados más pequeños claros y oscuros con media cereza en el centro y la morderia delicadamente.
Ofensiva que no se hizo mucho de rogar, por parte de un Percival que ya estaba cansado de que le sacaran información de su interior y su pasado de esta forma, no necesitaba a nadie para psicoanalizarse y saber lo mucho que se iba a manchar las manos para cumplir su objetivo. Pero al igual que estaba dispuesto a eso y mucho más, se mancharía ahora las manos acabando de una vez por todas con la vida de aquel ser. Un solo ataque, una daga voladora y el cuerpo del gato estallo en pedazos, pero no de forma visceral, sino en pequeños fragmentos de cristal que flotaban por el aire al igual que el resto del mosaico que antes había formado el rostro de Percival.
- Que esperas una felicitación... Si no te das prisa el té se enfriara - Toda la plataforma, ahora blanca, sobre la cual habían luchado se abriría como una puerta hacia abajo dejando caer de nuevo a Percival al vacío, pero esta vez era un vacío blanco y luminoso. Para cuando pudiera apreciar algo debajo de él con la vista, ya caería de forma abrupta aunque indolora sobre una gran butaca blanca. Se encontraba en una habitación, cuya toda decoración era blanca, aun así se apreciaban tonalidades que permitían diferenciar algunos patrones en los decorados y los objetos. Frente a él y su asiento se desplegaba una mesa blanca completamente vestida, con diferentes aperitivos encima y una taza vacía de té frente a él. En el otro extremo de la mesa una mujer de cabellos plateados y tez morena estaba sentada con una taza de té en las manos - Oh querido, al final has conseguido llegar, ya me temía que me terminaría el té sola - La mujer se veía muy joven y hermosa, lucia también ropas blancas a juego con el lugar.
- Seguramente tendrás muchas preguntas, pero tranquilo, aun contamos con algo de tiempo, se nota que elegiste un camino bastante directo - Diría la mujer dejando unos momentos su taza en la mesa - Alfonso, por favor sirve una taza de té a mi invitado - Desde detrás de la silla el conejo que guio a Percival hasta la mansión aparecería tomando la tetera que tenia a su lado la mujer - Si, my lady - Acercándose con tranquilidad y como quien no quiere la cosa hasta el lado de Percival, sirviéndole una taza de té. Para acompañar el mismo en la mesa había algunas galletas, bollos y magdalenas - Normalmente no como nada, porque la hora del té sola es muy aburrido, pero siendo una ocasión especial - La mujer tomaría una pasta de te cuadrada que hacia un patrón de cuadrados más pequeños claros y oscuros con media cereza en el centro y la morderia delicadamente.