Drake Longspan
[...]
24-09-2024, 08:01 PM
Drake Longspan emergió de las profundidades del agua, escupiendo como una fuente, empapado hasta los huesos. Respirando con dificultad y con el agua aún escurriendo por su barbilla, Drake sacudió la cabeza, intentando procesar todo lo que acababa de suceder.
Y allí estaba Jun Gunslinger, como si saltar a un abismo oscuro con un pato con una Akuma no Mi fuera la cosa más normal del mundo. No había nada que hiciera más furioso al chico que ese tipo de actitud despreocupada. Lo que acababa de hacer, lanzarse con el pato y poner en riesgo su vida (¡y la del pato!) estaba a punto de desencadenar una tormenta de palabras.
Con una mezcla de exasperación y furia, Drake caminó hacia ella agitando sus largos brazos con un aleteo torpe, y cuando al fin llegó, no pudo contenerse más. Se plantó frente a ella, agitando los brazos mientras el agua goteaba de su cuerpo como si fuera una maldita fuente.
— ¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA, JUN?!
El humano rugió, su pelo parecía el de un león, despeinado y mojado por partes iguales, su voz resonaba en la sala como el eco de un trueno lejano.
— ¡¿TE DAS CUENTA DE LO MAL QUE ESTÁS?! ¡Saltas al vacío, llevando contigo al maldito pato, como si esto fuera un juego! ¡Por un segundo pensé que te habías vuelto completamente loca! ¡Y YO! — Se señaló a sí mismo, casi enrollando su brazo como una manguera — ¡Yo tuve que tirarme detrás de ti como otro idiota, pensando que ibamos a morir! ¿Y por qué? ¡POR UN PATO MAFIOSO!
Su voz se quebraba entre la rabia y la incredulidad, con una pizca de orgullo herido por haberse resbalado. El humano de la tribu de brazos largos no podía entender cómo alguien podía ser tan imprudente. En ese momento, el resto del caos a su alrededor quedó en segundo plano; solo importaba hacerle saber a su nakama lo irresponsable que había sido.
— ¿Qué pasa si la próxima vez no tienes tanta suerte, eh? ¿O si Duck no sobrevive? ¡¿Qué harías entonces, Jun?!
Le lanzó una mirada que casi parecía una mezcla de furia y preocupación, algo poco habitual en él.
— ¿Qué haría?
De pronto, su tono cambió. Drake se acercó a ella, más calmado, pero sus ojos aún brillaban con intensidad. En un solo movimiento, y sin advertirlo, envolvió su largo brazo alrededor de la hafugyo, apretándola suavemente contra su costado, como si fuera un tentáculo gigante envolviendo a su presa. un pulpo de más de dos metros. Sin casi dejarle tiempo de reaccionar antes de verse atrapada por el chico, quien, en un tono mucho más bajo, susurró en su oído. Murmurando con voz grave y ronca fruto de haber gritado todo el trayecto hacía abajo de la forma menos masculina posible, pero con un dejo inconfundible de ternura mal disimulada.
Y con eso, la soltó, dejándola libre para moverse de nuevo. Su mirada, aunque aún enfadada, se había suavizado un poco. No podía negar que, a pesar de todo, Jun sabía cuidarse… Pero eso no significaba que no se preocupara. Era su deber.
O eso se decía para convencerse.
Drake Longspan respiró hondo, buscando calmar su interior mientras observaba el caos a su alrededor. La sala se había convertido en un hervidero de confusión, y cada uno de los miembros del grupo parecía haber tomado un camino diferente. Algunos seguían corriendo por los puentes, otros se habían aventurado al agua, y ahora, tras atravesar lo que parecía un portal subacuático, el grupo de Kael, Byron, MC Duck, Jun y Drake estaban en otra habitación, frente a una estatua imponente de un guerrero dorado.
Miró a su alrededor, evaluando la situación. Sabía exactamente cómo solucionar este caos. Había una cosa que el carpintero entendía mejor que cualquier otra: la piedra. Quizá no podría asimilar el mineral de oro. ¿Pero, y su base?
Con una sonrisa de satisfacción, el humano de brazos largos plantó sus pies firmemente en el suelo y cerró los ojos. A través de su poder de la Ishi Ishi no Mi, sintió cómo el suelo bajo sus pies vibraba suavemente. Era una sensación familiar, casi reconfortante. Podía sentir cada piedra, cada grieta en el suelo, como si fueran extensiones de su propio cuerpo.
— Muy bien… hora de poner las cosas en su sitio — murmuró para Kael y Jun. — Capitán. Creo que no hace falta.
Con un ligero pisotón, Drake Longpsan activó su poder. El suelo bajo ellos comenzó a girar lentamente en una diagonal precisa, inclinando la superficie y creando una pendiente que los llevaría directamente hacia donde se encontraba Kael. Las paredes de piedra comenzaron a moverse, los mosaicos vibraban con cada giro, y la habitación se transformó en un tobogán improvisado.
— ¡Agárrense a algo! — advirtió con una sonrisa maliciosa, mientras la pendiente comenzaba a inclinarse cada vez más.
El caos de la sala se transformó en una escena aún más absurda cuando el suelo literalmente comenzó a mover ligeramente a los otros cuatro que le acompañaban. La estatua de aquel guerrero ancestral se inclinaba, y aquellos dos que aún estaban sobre el suelo sentían cómo sus pies se deslizaban inevitablemente hacia la nueva inclinación marcada por Drake.
Cuando al fin la inclinación fue suficiente para que la estatua pudiese caer en dirección hacia Kael.
Drake Longspan se cruzó de brazos, satisfecho de su obra. Voluntades a él, já.
— Bueno, creo que eso solucionó el problema... Kael. ¡A ver si encontramos la salida de una vez antes de que el pato o el capitán nos metan en problemas!
Miró de reojo a Jun, lanzándole una mirada que mezclaba advertencia y complicidad, mientras se rascaba el pelo, aún mojado.
— Y tú… no vuelvas a lanzarte a ningún otro abismo sin ayuda.
Su tono parecía bromear, pero dejaba claro que había sido suficiente día de piscina por un día.
Y allí estaba Jun Gunslinger, como si saltar a un abismo oscuro con un pato con una Akuma no Mi fuera la cosa más normal del mundo. No había nada que hiciera más furioso al chico que ese tipo de actitud despreocupada. Lo que acababa de hacer, lanzarse con el pato y poner en riesgo su vida (¡y la del pato!) estaba a punto de desencadenar una tormenta de palabras.
Con una mezcla de exasperación y furia, Drake caminó hacia ella agitando sus largos brazos con un aleteo torpe, y cuando al fin llegó, no pudo contenerse más. Se plantó frente a ella, agitando los brazos mientras el agua goteaba de su cuerpo como si fuera una maldita fuente.
— ¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA, JUN?!
El humano rugió, su pelo parecía el de un león, despeinado y mojado por partes iguales, su voz resonaba en la sala como el eco de un trueno lejano.
— ¡¿TE DAS CUENTA DE LO MAL QUE ESTÁS?! ¡Saltas al vacío, llevando contigo al maldito pato, como si esto fuera un juego! ¡Por un segundo pensé que te habías vuelto completamente loca! ¡Y YO! — Se señaló a sí mismo, casi enrollando su brazo como una manguera — ¡Yo tuve que tirarme detrás de ti como otro idiota, pensando que ibamos a morir! ¿Y por qué? ¡POR UN PATO MAFIOSO!
Su voz se quebraba entre la rabia y la incredulidad, con una pizca de orgullo herido por haberse resbalado. El humano de la tribu de brazos largos no podía entender cómo alguien podía ser tan imprudente. En ese momento, el resto del caos a su alrededor quedó en segundo plano; solo importaba hacerle saber a su nakama lo irresponsable que había sido.
— ¿Qué pasa si la próxima vez no tienes tanta suerte, eh? ¿O si Duck no sobrevive? ¡¿Qué harías entonces, Jun?!
Le lanzó una mirada que casi parecía una mezcla de furia y preocupación, algo poco habitual en él.
— ¿Qué haría?
De pronto, su tono cambió. Drake se acercó a ella, más calmado, pero sus ojos aún brillaban con intensidad. En un solo movimiento, y sin advertirlo, envolvió su largo brazo alrededor de la hafugyo, apretándola suavemente contra su costado, como si fuera un tentáculo gigante envolviendo a su presa. un pulpo de más de dos metros. Sin casi dejarle tiempo de reaccionar antes de verse atrapada por el chico, quien, en un tono mucho más bajo, susurró en su oído. Murmurando con voz grave y ronca fruto de haber gritado todo el trayecto hacía abajo de la forma menos masculina posible, pero con un dejo inconfundible de ternura mal disimulada.
Y con eso, la soltó, dejándola libre para moverse de nuevo. Su mirada, aunque aún enfadada, se había suavizado un poco. No podía negar que, a pesar de todo, Jun sabía cuidarse… Pero eso no significaba que no se preocupara. Era su deber.
O eso se decía para convencerse.
Drake Longspan respiró hondo, buscando calmar su interior mientras observaba el caos a su alrededor. La sala se había convertido en un hervidero de confusión, y cada uno de los miembros del grupo parecía haber tomado un camino diferente. Algunos seguían corriendo por los puentes, otros se habían aventurado al agua, y ahora, tras atravesar lo que parecía un portal subacuático, el grupo de Kael, Byron, MC Duck, Jun y Drake estaban en otra habitación, frente a una estatua imponente de un guerrero dorado.
Miró a su alrededor, evaluando la situación. Sabía exactamente cómo solucionar este caos. Había una cosa que el carpintero entendía mejor que cualquier otra: la piedra. Quizá no podría asimilar el mineral de oro. ¿Pero, y su base?
Con una sonrisa de satisfacción, el humano de brazos largos plantó sus pies firmemente en el suelo y cerró los ojos. A través de su poder de la Ishi Ishi no Mi, sintió cómo el suelo bajo sus pies vibraba suavemente. Era una sensación familiar, casi reconfortante. Podía sentir cada piedra, cada grieta en el suelo, como si fueran extensiones de su propio cuerpo.
— Muy bien… hora de poner las cosas en su sitio — murmuró para Kael y Jun. — Capitán. Creo que no hace falta.
Con un ligero pisotón, Drake Longpsan activó su poder. El suelo bajo ellos comenzó a girar lentamente en una diagonal precisa, inclinando la superficie y creando una pendiente que los llevaría directamente hacia donde se encontraba Kael. Las paredes de piedra comenzaron a moverse, los mosaicos vibraban con cada giro, y la habitación se transformó en un tobogán improvisado.
— ¡Agárrense a algo! — advirtió con una sonrisa maliciosa, mientras la pendiente comenzaba a inclinarse cada vez más.
El caos de la sala se transformó en una escena aún más absurda cuando el suelo literalmente comenzó a mover ligeramente a los otros cuatro que le acompañaban. La estatua de aquel guerrero ancestral se inclinaba, y aquellos dos que aún estaban sobre el suelo sentían cómo sus pies se deslizaban inevitablemente hacia la nueva inclinación marcada por Drake.
Cuando al fin la inclinación fue suficiente para que la estatua pudiese caer en dirección hacia Kael.
Drake Longspan se cruzó de brazos, satisfecho de su obra. Voluntades a él, já.
— Bueno, creo que eso solucionó el problema... Kael. ¡A ver si encontramos la salida de una vez antes de que el pato o el capitán nos metan en problemas!
Miró de reojo a Jun, lanzándole una mirada que mezclaba advertencia y complicidad, mientras se rascaba el pelo, aún mojado.
— Y tú… no vuelvas a lanzarte a ningún otro abismo sin ayuda.
Su tono parecía bromear, pero dejaba claro que había sido suficiente día de piscina por un día.