Jun Gunslinger
Nagaredama
25-09-2024, 12:56 AM
Jun se lanzó al abismo con el Pato en brazos, esperando jugar una buena broma a sus compañeros, pero la sonrisa se le borró del rostro en un instante, como si una mano invisible se la hubiera arrancado de un tortazo. Lo que se suponía fuese algo divertido, ahora daba un giro dramático.
Su corazón casi se detuvo cuando vio esa gigantesca sombra familiar proyectándose sobre ella.
Por larguísimos que fueran los brazos de Drake Longspan, de nada le servirían; apenas llegaría a rozar con las puntas de los dedos el cuerpo escurridizo de la Hafugyo, que al verlo precipitarse inevitablemente hacia el abismo sintió un escalofrío de terror recorriéndole la espina. El tiempo pareció ralentizarse mientras ambos se acercaban al impacto contra el agua oscura.
—Maldición.
El Pato volaría con gracia, y Jun nadaría hábilmente como un delfín, pero Drake... Drake se hundiría como un pedrusco, incapaz de hacer algo para evitar su destino.
La Hafugyo lo sabía y por eso, al momento de sumergirse, su reacción fue casi inmediata. Se lanzó a buscar a Drake en la oscuridad del agua y se aferró a él para no perderlo. Sabía que, como usuario de Akuma no Mi, el muchacho se hundiría sin remedio. Su corazón latía con fuerza, su preocupación equiparándose con un enfado que iba en aumento. No podía evitar sentirse culpable, porque sus acciones imprudentes habían llevado a Drake a poner en peligro su vida. ¡Pero ella no contaba con que él intentaría semejante estupidez! Ninguno de sus compañeros, conscientes de que no podían nadar, debían arriesgarse de esa forma.
El Pato era un cabrón, y ella era una imbécil... Pero Drake estaba loco.
Bajo el agua, el cuerpo de Drake se volvería más liviano para Jun, que en otras condiciones no sería capaz de moverle ni un centímetro. Podría mantenerlo a flote y dirigirlo, pero no contaba con que una fuerte corriente los succionaría y arrastraría hacia lo profundo. Para su sorpresa, "lo profundo" no eran más que unos tres metros y, sorprendentemente, al hacer contacto con lo que parecía ser una superficie rocosa, atravesaron una especie de portar y aparecieron en una nueva recámara.
Empapados y desconcertados por lo sucedido, cada uno de los cinco Hizashi se tomó su tiempo para reincorporarse a la escena. La joven Hafugyo intentó escurrir un poco su ropa mientras observaba los detalles del lugar, contenta con lo que había descubierto, y pronto se dio cuenta de la diferencia de temperatura que había entre aquella sala y la anterior.
Después, le dedicó una sonrisa a Kael cuando hizo un comentario hacia ella, y al ver pasar al Pato lo atrapó para estrujarlo otra vez entre sus brazos, hasta casi hacerle saltar los ojos.
—Patito... cosita preciosa, ¿Cómo está tu patita? —le preguntó, mientras rozaba su plumaje impermeable.
La peliazul siguió con la mirada los pasos del capitán, quien se adelantó hacia la imponente estatua que reinaba en el centro de la sala y se dedicó a inspeccionarla. A su vez, Jun sintió la gigantesca sombra de Drake abalanzándose sobre ella. Haciéndose la distraída, acarició la cabeza del pato con cariño, intentando zafar de la situación, pero al escuchar las fuertes pisadas acercándose la joven no tuvo más opción que bajar al plumífero y girar sobre sus talones para plantarse ante Drake, poniendo su mejor cara de póker.
Drake, con su oscuro cabello empapado y una expresión de león enfurecido, la miraba como si estuviera a punto de comérsela viva. Sus ojos rojos brillaban con furia e incredulidad al mismo tiempo, y a Jun le pareció curioso porque jamás había visto al gigante así.
—¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA, JUN?!
La voz reverberó en la sala. Jun, con la tranquilidad aparentemente imperturbable, lo miró mientras comenzaba a escurrir y retorcer con ambas manos una de sus largas trenzas. Él continuó cuestionándola, pero ella simplemente se limitó a escuchar y esperar su turno, canalizando su ki.
—Drake, ¿si sabes que los patos vuelan? —deslizó, con voz calma, cuando por fin sintió que tenía espacio para hablar.
Parecía tranquila, pero la rabia hacia efervescencia en su interior. Jun no permitía que nadie le gritara, no sin asegurarse de que devolvería el gesto.
—Y yo estaré mal... ¡PERO TÚ ESTÁS PEOR! ¡¿PARA QUÉ TE LANZASTE DETRÁS DE MI?! —Su voz, ahora alta y desafiante, haría temblar la sala—. ¿QUÉ TE HIZO PENSAR QUE NECESITABAMOS AYUDA? ¡DEBISTE QUEDARTE EN EL PUENTE! ¡NO ERES GAVYN! ¡NO ERES UN PATO! ¡ERES UN IDIOTA POR INTENTAR HACER ALGO CUANDO SABES BIEN QUE NO PUEDES NADAR! ¡AL FINAL HE TENIDO QUE SER YO QUIEN TE AYUDE A NO HUNDIRTE COMO UN GUIJARRO!
Y todo por las ideas locas de un Pato mafioso.
Cuando Drake volvió a hablar, ella solo lo miró. Su enojo chocaba con una extraña preocupación que no podía ignorar. Era cierto que se había lanzado sin pensar, impulsiva, pero darse cuenta de Drake había estado dispuesto a arriesgar su vida por ella, la dejaba desarmada. De pronto bajó dos cambios, y descontracturó su postura.
—Eres un idiota —murmuró, con los ojos amatista ardiendo por algo más profundo.
Drake estiró un brazo y envolvió a la muchacha, atrayéndola hacia él en un gesto inesperadamente suave. Jun sintió de pronto cómo la furia se transformaba en algo más cálido. Su piel helada se encendió y el calor subió por su cuerpo, coloreando levemente su pálido rostro. No esperaba esa cercanía, y nada pudo hacer para anticiparse a la sorpresa. Inclinándose levemente, el joven se acercó para susurrar en su oído, con su voz ronca pero suave y, por un instante, para Jun, todo alrededor pareció enmudecer. Luego él se apartó, pero ella permaneció inmóvil, atrapada entre su enojo y la calidez de aquel momento, luchando con sus propios sentimientos, sin atreverse a reconocer lo que realmente le estaba pasando.
Todo lo que ocurrió después, lo procesaría vagamente. Siguiendo las indicaciones de Drake -a quien ya no pudo dirigirle la palabra-, mantuvo el equilibrio como le fue posible. El suelo bajo sus pies comenzaría vibrar e inclinarse con el único fin de voltear aquella gran estatua dorada para que Kael pudiera atraparla en su lodo y hacerla desaparecer, cual truco de magia. Su habilidad era siempre algo increíble de ver, pero Jun se había quedado un poquito despistada con lo sucedido anteriormente.
Cuando Kael volvió a hablar, haciendo referencia a unas escaleras, ella se dispuso a seguirlo. Esperaba poder reunirse con el resto de sus compañeros, que el Doc y su querido Ewa estuviesen a salvo.
Su corazón casi se detuvo cuando vio esa gigantesca sombra familiar proyectándose sobre ella.
Por larguísimos que fueran los brazos de Drake Longspan, de nada le servirían; apenas llegaría a rozar con las puntas de los dedos el cuerpo escurridizo de la Hafugyo, que al verlo precipitarse inevitablemente hacia el abismo sintió un escalofrío de terror recorriéndole la espina. El tiempo pareció ralentizarse mientras ambos se acercaban al impacto contra el agua oscura.
—Maldición.
El Pato volaría con gracia, y Jun nadaría hábilmente como un delfín, pero Drake... Drake se hundiría como un pedrusco, incapaz de hacer algo para evitar su destino.
La Hafugyo lo sabía y por eso, al momento de sumergirse, su reacción fue casi inmediata. Se lanzó a buscar a Drake en la oscuridad del agua y se aferró a él para no perderlo. Sabía que, como usuario de Akuma no Mi, el muchacho se hundiría sin remedio. Su corazón latía con fuerza, su preocupación equiparándose con un enfado que iba en aumento. No podía evitar sentirse culpable, porque sus acciones imprudentes habían llevado a Drake a poner en peligro su vida. ¡Pero ella no contaba con que él intentaría semejante estupidez! Ninguno de sus compañeros, conscientes de que no podían nadar, debían arriesgarse de esa forma.
El Pato era un cabrón, y ella era una imbécil... Pero Drake estaba loco.
Bajo el agua, el cuerpo de Drake se volvería más liviano para Jun, que en otras condiciones no sería capaz de moverle ni un centímetro. Podría mantenerlo a flote y dirigirlo, pero no contaba con que una fuerte corriente los succionaría y arrastraría hacia lo profundo. Para su sorpresa, "lo profundo" no eran más que unos tres metros y, sorprendentemente, al hacer contacto con lo que parecía ser una superficie rocosa, atravesaron una especie de portar y aparecieron en una nueva recámara.
Empapados y desconcertados por lo sucedido, cada uno de los cinco Hizashi se tomó su tiempo para reincorporarse a la escena. La joven Hafugyo intentó escurrir un poco su ropa mientras observaba los detalles del lugar, contenta con lo que había descubierto, y pronto se dio cuenta de la diferencia de temperatura que había entre aquella sala y la anterior.
Después, le dedicó una sonrisa a Kael cuando hizo un comentario hacia ella, y al ver pasar al Pato lo atrapó para estrujarlo otra vez entre sus brazos, hasta casi hacerle saltar los ojos.
—Patito... cosita preciosa, ¿Cómo está tu patita? —le preguntó, mientras rozaba su plumaje impermeable.
La peliazul siguió con la mirada los pasos del capitán, quien se adelantó hacia la imponente estatua que reinaba en el centro de la sala y se dedicó a inspeccionarla. A su vez, Jun sintió la gigantesca sombra de Drake abalanzándose sobre ella. Haciéndose la distraída, acarició la cabeza del pato con cariño, intentando zafar de la situación, pero al escuchar las fuertes pisadas acercándose la joven no tuvo más opción que bajar al plumífero y girar sobre sus talones para plantarse ante Drake, poniendo su mejor cara de póker.
Drake, con su oscuro cabello empapado y una expresión de león enfurecido, la miraba como si estuviera a punto de comérsela viva. Sus ojos rojos brillaban con furia e incredulidad al mismo tiempo, y a Jun le pareció curioso porque jamás había visto al gigante así.
—¡¿QUÉ DEMONIOS TE PASA, JUN?!
La voz reverberó en la sala. Jun, con la tranquilidad aparentemente imperturbable, lo miró mientras comenzaba a escurrir y retorcer con ambas manos una de sus largas trenzas. Él continuó cuestionándola, pero ella simplemente se limitó a escuchar y esperar su turno, canalizando su ki.
—Drake, ¿si sabes que los patos vuelan? —deslizó, con voz calma, cuando por fin sintió que tenía espacio para hablar.
Parecía tranquila, pero la rabia hacia efervescencia en su interior. Jun no permitía que nadie le gritara, no sin asegurarse de que devolvería el gesto.
—Y yo estaré mal... ¡PERO TÚ ESTÁS PEOR! ¡¿PARA QUÉ TE LANZASTE DETRÁS DE MI?! —Su voz, ahora alta y desafiante, haría temblar la sala—. ¿QUÉ TE HIZO PENSAR QUE NECESITABAMOS AYUDA? ¡DEBISTE QUEDARTE EN EL PUENTE! ¡NO ERES GAVYN! ¡NO ERES UN PATO! ¡ERES UN IDIOTA POR INTENTAR HACER ALGO CUANDO SABES BIEN QUE NO PUEDES NADAR! ¡AL FINAL HE TENIDO QUE SER YO QUIEN TE AYUDE A NO HUNDIRTE COMO UN GUIJARRO!
Y todo por las ideas locas de un Pato mafioso.
Cuando Drake volvió a hablar, ella solo lo miró. Su enojo chocaba con una extraña preocupación que no podía ignorar. Era cierto que se había lanzado sin pensar, impulsiva, pero darse cuenta de Drake había estado dispuesto a arriesgar su vida por ella, la dejaba desarmada. De pronto bajó dos cambios, y descontracturó su postura.
—Eres un idiota —murmuró, con los ojos amatista ardiendo por algo más profundo.
Drake estiró un brazo y envolvió a la muchacha, atrayéndola hacia él en un gesto inesperadamente suave. Jun sintió de pronto cómo la furia se transformaba en algo más cálido. Su piel helada se encendió y el calor subió por su cuerpo, coloreando levemente su pálido rostro. No esperaba esa cercanía, y nada pudo hacer para anticiparse a la sorpresa. Inclinándose levemente, el joven se acercó para susurrar en su oído, con su voz ronca pero suave y, por un instante, para Jun, todo alrededor pareció enmudecer. Luego él se apartó, pero ella permaneció inmóvil, atrapada entre su enojo y la calidez de aquel momento, luchando con sus propios sentimientos, sin atreverse a reconocer lo que realmente le estaba pasando.
Todo lo que ocurrió después, lo procesaría vagamente. Siguiendo las indicaciones de Drake -a quien ya no pudo dirigirle la palabra-, mantuvo el equilibrio como le fue posible. El suelo bajo sus pies comenzaría vibrar e inclinarse con el único fin de voltear aquella gran estatua dorada para que Kael pudiera atraparla en su lodo y hacerla desaparecer, cual truco de magia. Su habilidad era siempre algo increíble de ver, pero Jun se había quedado un poquito despistada con lo sucedido anteriormente.
Cuando Kael volvió a hablar, haciendo referencia a unas escaleras, ella se dispuso a seguirlo. Esperaba poder reunirse con el resto de sus compañeros, que el Doc y su querido Ewa estuviesen a salvo.