Shiro
Ninguno
30-07-2024, 04:15 AM
El peliblanco aun no podía creerse como había hecho para terminar en esa isla del demonio. Cierto era que parte de las últimas pistas que había recabado sobre Nanako apuntaban hacia este lugar, pero aún así llevaba tiempo evitándolo al tener mejores opciones que explorar. Al joven no le gustaba la idea de que el pueblo tuviera una de las bases más famosas de la marina de la zona, aunque al joven espadachín tras los últimos sucesos que le habían acontecido no había tenido otra opción que embarcarse hacia este lugar. Ni siquiera los extraños poderes que había recibido le habían salvado de este destino. Seguramente se debía a que aún no comprendía del todo cómo funcionaban ni el alcance de los mismos, pero si algo le había quedado claro es que ya no podría nadar en alta mar como en los viejos tiempos.
- ¡Putos Marines, puta vida y puta Nanako! - pensó por enésima vez mientras alzaba la vista ante la imponente base ubicada en la meseta central de la isla.
Shiro después de sus devenires volvía a estar sin blanca y el hecho de tener a los marines tan cerca lo limitaba para conseguir los fondos necesarios para sobrevivir. No quería tener que recurrir a robar en un sitio donde tantas cosas podían salir mal, o al menos no otra vez si podía evitarlo, pero como las cosas siguieran así empezaba a quedarse sin ideas… O al menos si quería parar el rugido de tripas que tenía desde el día anterior.
Ensimismado en sus pensamientos Shiro comenzó a deambular por el pueblo, esquivando a las personas con las que se cruzaba mientras caminaba sin rumbo fijo. Aún tenía que ir a hablar con el tipo que supuestamente podría darle alguna pista nueva sobre la ubicación de Nanako, pero tenía tanta hambre que no tenía las energías suficientes para afrontar aquello.Si hasta la espada en su cinto pesaba más de lo normal aquel día, pero aún con ello su mente divagó a los datos que tenía.
Según la información que Shiro tenía almacenada el hombre al que debía encontrar solía frecuentar siempre los mismos lugares. Era un tipo de gustos definidos y de apariencia extravagante. Conforme a la fuente del peliblanco una vez lo viese no iba a tener dudas de quién era, ya que al parecer tenía un rasgo facial muy característico. Shiro no fue capaz de conseguir más información sobre el tema, pero ya era mucho más de lo que había conseguido otras veces… Aunque esta vez al menos esperaba que fuese más fiable, cosa que dudaba ya que el viejo que le contó todo aquello aparentaba estar completamente loco. Si el joven tenía que apostar lo haría porque el anciano chupaba sapos, pero hoy día quien no estaba un poco loco con los tiempos que corrían.
- ¡Putos marines, puta vida, puto viejo y puta Nanako! - volvió a pensar al son de la caminata mientras era acompañado del rugir de sus tripas. - Vieja compañera - musitó esta vez al mismo tiempo que se le dibujaba una leve sonrisa en la cara al pensar en todas las veces que había pasado hambre. No era para nada una sensación ajena para el joven peliblanco, pero a pesar de ello le recordaba a un tiempo donde todo era más sencillo y donde no se encontraba tan solo.
- ¡Putos Marines, puta vida y puta Nanako! - pensó por enésima vez mientras alzaba la vista ante la imponente base ubicada en la meseta central de la isla.
Shiro después de sus devenires volvía a estar sin blanca y el hecho de tener a los marines tan cerca lo limitaba para conseguir los fondos necesarios para sobrevivir. No quería tener que recurrir a robar en un sitio donde tantas cosas podían salir mal, o al menos no otra vez si podía evitarlo, pero como las cosas siguieran así empezaba a quedarse sin ideas… O al menos si quería parar el rugido de tripas que tenía desde el día anterior.
Ensimismado en sus pensamientos Shiro comenzó a deambular por el pueblo, esquivando a las personas con las que se cruzaba mientras caminaba sin rumbo fijo. Aún tenía que ir a hablar con el tipo que supuestamente podría darle alguna pista nueva sobre la ubicación de Nanako, pero tenía tanta hambre que no tenía las energías suficientes para afrontar aquello.Si hasta la espada en su cinto pesaba más de lo normal aquel día, pero aún con ello su mente divagó a los datos que tenía.
Según la información que Shiro tenía almacenada el hombre al que debía encontrar solía frecuentar siempre los mismos lugares. Era un tipo de gustos definidos y de apariencia extravagante. Conforme a la fuente del peliblanco una vez lo viese no iba a tener dudas de quién era, ya que al parecer tenía un rasgo facial muy característico. Shiro no fue capaz de conseguir más información sobre el tema, pero ya era mucho más de lo que había conseguido otras veces… Aunque esta vez al menos esperaba que fuese más fiable, cosa que dudaba ya que el viejo que le contó todo aquello aparentaba estar completamente loco. Si el joven tenía que apostar lo haría porque el anciano chupaba sapos, pero hoy día quien no estaba un poco loco con los tiempos que corrían.
- ¡Putos marines, puta vida, puto viejo y puta Nanako! - volvió a pensar al son de la caminata mientras era acompañado del rugir de sus tripas. - Vieja compañera - musitó esta vez al mismo tiempo que se le dibujaba una leve sonrisa en la cara al pensar en todas las veces que había pasado hambre. No era para nada una sensación ajena para el joven peliblanco, pero a pesar de ello le recordaba a un tiempo donde todo era más sencillo y donde no se encontraba tan solo.