Jun Gunslinger
Nagaredama
30-07-2024, 04:34 AM
(Última modificación: 30-07-2024, 06:37 AM por Jun Gunslinger.)
Jun escuchaba y repreguntaba cada vez que tenía oportunidad de meter algún bocado, entre cuento y cuento, entre trago y trago. No faltaban las risas, pues Juri tenía una forma única de relatar sus hilarantes anécdotas y convertirlas en historias divertidísimas que hacían descostillar hasta las lágrimas a la peliazul.
Todavía obnubilada por la llegada repentina de su amiga, Jun tenía ciertas dificultades para concentrarse a pesar de que hacía su mayor esfuerzo por no evidenciarlo. Preguntándose aún si todo aquello era real, no dejaba de mirarla y disfrutar de su amplia sonrisa y cada uno de sus gestos. La hafugyo notaba que su amiga había cambiado mucho, aunque obviamente ella también. A pesar de que las dos todavía eran muy jóvenes, estaba claro que ya no eran una niñas.
Jun siempre había pensado que su amiga era una muchacha muy hermosa, y así la recordó durante todo el tiempo que estuvo lejos de ella, pero fue inevitable sorprenderse ante semejante belleza florecida en la primavera de la juventud. Juri había dado un estirón y era alta, bastante más alta que ella. Su cuerpo también se veía diferente, voluptuoso, fuerte y musculoso, con curvas pronunciadas y atributos que destacaban demasiado, al menos en comparación a Jun, que siempre había sido una joven delgada y poco llamativa en cuanto a características físicas. Al lado de semejante mujerón, la peliazul parecía una pálida comadreja muerta de hambre.
—Yo también me he hecho más fuerte —le dijo, sonriente, levantando su brazo derecho para presumir de un bícep inexistente. Luego lo estiró hacia su amiga, y con los dedos índice y anular imitó la forma de una pistola—. He perfeccionado mucho mi puntería, y he fabricado nuevos juguetes ¡Ya te los enseñaré! —dedicó un guiño a la muchacha, y volvió a tomar de su vaso antes de empezar a contarle sobre varios chismes locales y algunas de las tantas anécdotas que había protagonizado en el pueblo durante su larga ausencia.
La Gunslinger, como su apodo anunciaba, se había convertido en una hábil tiradora que además creaba y modificaba sus propios artefactos dedicados exclusivamente a sembrar el caos: Armas de bajo y alto calibre, municiones de todo tipo, explosivos, artificios incendiarios. Literalmente, Jun andaba armada hasta los dientes y en la isla todos lo sabían.
—La verdad es que las cosas aquí han sido muy aburridas sin ti. Pero dediqué todo mi tiempo a prepararme y ya estoy más que lista e impaciente por largarme de este lugar.
Cuando Juri tomó su mano, la peliazul correspondió el gesto y se aferró con fuerza a ella, entrelazando los dedos con los suyos. Las miradas de ambas conectaron, sus ojos brillando con tenacidad, complicidad y determinación. Con la zurda levantó el vaso de fernet y esperó que su amiga hiciera lo mismo, para chocar cristales a modo de brindis.
—Vámonos de aquí para no volver. No importa a donde, solo quiero ir contigo. ¡Encontraremos el One Piece y seremos las Reinas de todos los Piratas! ¡Cada bastardo del East Blue y más allá se arrodillará ante nosotras!
Todavía obnubilada por la llegada repentina de su amiga, Jun tenía ciertas dificultades para concentrarse a pesar de que hacía su mayor esfuerzo por no evidenciarlo. Preguntándose aún si todo aquello era real, no dejaba de mirarla y disfrutar de su amplia sonrisa y cada uno de sus gestos. La hafugyo notaba que su amiga había cambiado mucho, aunque obviamente ella también. A pesar de que las dos todavía eran muy jóvenes, estaba claro que ya no eran una niñas.
Jun siempre había pensado que su amiga era una muchacha muy hermosa, y así la recordó durante todo el tiempo que estuvo lejos de ella, pero fue inevitable sorprenderse ante semejante belleza florecida en la primavera de la juventud. Juri había dado un estirón y era alta, bastante más alta que ella. Su cuerpo también se veía diferente, voluptuoso, fuerte y musculoso, con curvas pronunciadas y atributos que destacaban demasiado, al menos en comparación a Jun, que siempre había sido una joven delgada y poco llamativa en cuanto a características físicas. Al lado de semejante mujerón, la peliazul parecía una pálida comadreja muerta de hambre.
—Yo también me he hecho más fuerte —le dijo, sonriente, levantando su brazo derecho para presumir de un bícep inexistente. Luego lo estiró hacia su amiga, y con los dedos índice y anular imitó la forma de una pistola—. He perfeccionado mucho mi puntería, y he fabricado nuevos juguetes ¡Ya te los enseñaré! —dedicó un guiño a la muchacha, y volvió a tomar de su vaso antes de empezar a contarle sobre varios chismes locales y algunas de las tantas anécdotas que había protagonizado en el pueblo durante su larga ausencia.
La Gunslinger, como su apodo anunciaba, se había convertido en una hábil tiradora que además creaba y modificaba sus propios artefactos dedicados exclusivamente a sembrar el caos: Armas de bajo y alto calibre, municiones de todo tipo, explosivos, artificios incendiarios. Literalmente, Jun andaba armada hasta los dientes y en la isla todos lo sabían.
—La verdad es que las cosas aquí han sido muy aburridas sin ti. Pero dediqué todo mi tiempo a prepararme y ya estoy más que lista e impaciente por largarme de este lugar.
Cuando Juri tomó su mano, la peliazul correspondió el gesto y se aferró con fuerza a ella, entrelazando los dedos con los suyos. Las miradas de ambas conectaron, sus ojos brillando con tenacidad, complicidad y determinación. Con la zurda levantó el vaso de fernet y esperó que su amiga hiciera lo mismo, para chocar cristales a modo de brindis.
—Vámonos de aquí para no volver. No importa a donde, solo quiero ir contigo. ¡Encontraremos el One Piece y seremos las Reinas de todos los Piratas! ¡Cada bastardo del East Blue y más allá se arrodillará ante nosotras!