Lemon Stone
MVP
25-09-2024, 07:58 PM
La decisión estaba tomada.
Lemon se detuvo de golpe, como si le hubieran arrancado la lengua de cuajo, y se llevó la mano disponible al pecho como si le doliera un infierno. Soltó un gruñido seguido de una queja, y entonces otro gruñido. El MANUAL cayó al piso, y luego lo hicieron sus rodillas. En cuestión de segundos, Lemon se había desplomado contra el suelo: estaba fingiendo un paro cardiaco.
No se inmutó cuando los soldados le apuntaron con sus fusiles. A esa distancia una bala bien dada podía ser fatal, pero confiaba en que la Causa lo protegería. ¿Había sido idea suya acercarse a esos dos idiotas sin un plan? La verdad es que no, solo que una fuerza divina, inentendible y todopoderosa le empujó a moverse sin haber pensado en las consecuencias, pero así funciona el mundo. ¿Los habría distraído de otra manera? Posiblemente, aunque el mundo de las posibilidades es infinito y tampoco se iba a detener en eso. Lemon no es de esos que piensan demasiado las cosas, la verdad.
Cuando uno de los soldados le ordenó que se detuviera, su revolucionario interno quiso dar otro paso más y desobedecer a los agentes del orden y la ley, pero estaba cumpliendo una misión importante. Eso sí, le pareció raro que los marines se mostraran tan sorprendidos por ver a un hombre caminando por el puerto, en la noche, sin ninguna intención hostil. ¿Es que Loguetown no era una isla libre? Vale, puede que la democracia fuera un invento inexistente en el Mar del Este, puede que los soldados del Gobierno Mundial fueran un poco autoritarios y violentos, pero ¿en serio debían ser tan autoritarios y violentos…? Como sea, Lemon obedeció. Levantó las manos y puso cara de sorprendido, la máscara copiando sus expresiones faciales.
-¡Soy Lemon Stone, hijo de William Stone y Cristal Becker! ¡Soy hijo, hermano, nieto, tío, sobrino y primo de la familia Stone! ¡Me gusta la cerveza y soy adicto a los cigarros! ¡También me gusta desayunar pizza y hamburguesa! ¡Mis mujeres favoritas son las rubias de tetas grandes y…! -Parece que estaba dando demasiada información personal, así que guardó silencio y continuó con sus explicaciones. Eso sí, cualquier palabra que saliera de su boca era tiempo ganado para que Castor se pudiera infiltrar sin problemas-. ¿Y qué hago aquí…? Pues estoy dando un paseo, ¿acaso no se puede? ¡Estas dependencias son púbicas! ¡Púbicas, del pueblo! -continuó, buscando con la mirada algún cartel que no dijera lo contrario como “Prohibido el paso” o “Solo personal autorizado”-. Espera, no. Quise decir públicas. Se me traba la lengua cuando me pongo nervioso y me apuntan con armas de fuego… Supongo que es normal, ¿no? A mi tío también le pasó una vez. Fue a comprar cigarros a la tienda de la esquina, pero un hombre de piel oscura y claramente pobre lo apuntó con una pistola. El pobre de mi tío se meó en los pantalones y le robaron la cartera… ¡¿Dónde estaban ustedes, eh?! ¡¿Es que acaso no pueden proteger a la gente de bien?!
Y así, Lemon siguió su discurso porque, cuando le dejaban hablar, se tomaba las cosas muy en serio, tanto que haría lo impensable: desobedecer a la autoridad. Les avisó a los soldados que sacaría algo de su chaqueta, pero que no fueran a disparar. Respondieran o no, tuviera autorización o no, movería lenta y cuidadosamente su mano a la chaqueta hasta sacar un libro pesado y polvoriento, como si hubiera estado guardado en una biblioteca por siglos.
-En realidad les mentí… ¡No estoy dando un paseo! ¡Yo..., yo…! ¡Yo soy un profeta! -anunció a los cuatro vientos-. ¡Y vengo a hablar de la palabra del MANUAL! ¡A exigir salarios dignos y justos para todos, incluido ustedes! ¡Yo…!